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Científicos mexicanos desarrollaron un prototipo de refrigerador revolucionario donde aplicaron un concepto de la física originado hace 300 años. A lo largo de casi cinco años, investigadores del Centro de Investigación en Materiales Avanzados (Cimav) han trabajado en este sistema que no emplea compresores ni gases refrigerantes, principio utilizado desde mediados del siglo XIX, sino del efecto magnetocalórico, que es la variación de la temperatura de un material magnético cuando se aplica o retira un campo magnético.
La clave del proyecto está en las propiedades de ese material, “puesto que hasta ahora no se habían podido desarrollar aquellos con capacidad de disminuir la temperatura en unos 35 grados Celsius”, señala Jesús González Hernández, director del Cimav. Pero los investigadores de la institución, centro Conacyt con sede en Chihuahua, trabajaron en una mezcla de materiales capaz de llegar por debajo de los cero grados desde una temperatura ambiente. “Son una mezcla de 7 materiales, entre ellos manganeso, estroncio y oxígeno, con partículas nanométricas que potencian la propiedad magetocalórica”, añade el doctor en física.
Un refrigerador común tiene un compresor con un gas refrigerante que bombea a áreas que se busca enfriar. Estos gases pueden ser nocivos cuando se liberan al medio ambiente y todo el sistema puede consumir, en promedio, 200 watts de energía. El refrigerador magnético sólo emplearía 8 watts, carecería de gases, compactaría el espacio diseñado para compresor y además no emite ruido alguno.
El proyecto surgió debido a un intercambio académico con científicos de Irlanda, donde se han hecho avances importantes en el área. El proyecto en el Cimav ha sido coordinado por el investigador José Matutes. El prototipo fue obtenido en conjunto con una empresa del estado y ahora el centro está en pláticas con Mabe y General Electric, quienes están interesadas en desarrollar la tecnología, refiere González Hernández.
“Ahora trabajamos en el diseño final, que no sería más que el de una caja común de refrigerador; el asunto es que sea competitivo y el precio de producción tenga ventajas. Esperaríamos que este tipo de tecnología esté disponible en el mercado en, aproximadamente, cinco años”. Ahora mismo, añade, podrían hacer uno de tipo comercial, pero los científicos buscan optimizar su “licuado” de materiales y procesos, para desarrollar un producto que no pueda ser superado en los próximos años. “Tenemos que optimizar los materiales porque otros grupos pueden intuir el concepto, por lo que debemos llevarlo a un nivel más de maduración”.
Este texto apareció originalmente en Crónica.com.mx , puedes encontrar el original aquí.
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