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El presidente Barack Obama aprobará en la recta final de su mandato el plan más ambicioso de Estados Unidos para reducir emisiones de efecto invernadero. Este lunes su Gobierno anunció el proyecto para los primeros límites nacionales de dióxido de carbono en el país más rico del mundo.
La Agencia de Protección Medioambiental intentará reducir los gases un 30% en 2030 respecto al nivel de 2005. La propuesta sólo es ahora un borrador para que los grupos interesados y los ciudadanos comenten. La Administración espera aprobar las nuevas reglas en junio de 2015 para dar ejemplo a China y otros países que se resisten a aprobar límites en la negociación de un nuevo tratado contra el calentamiento global. La UE se comprometió en 2007 a una reducción del 20% de gases para 2020 y ofreció una disminución del 30% si otros países se unían al esfuerzo.
En cualquier caso, los detalles y el éxito del plan de Estados Unidos quedarán en manos del Gobierno que suceda a Obama. Para alcanzar la media nacional, cada estado tendrá sus propios objetivos. Los estados tendrán hasta 2017 para presentar sus planes contra la contaminación o hasta 2018 si hacen propuestas conjuntas con otros.
Los plazos se han retrasado respecto al plan inicial de Obama con lo que le tocará a su sucesor, o sucesora, aplicarlos. La política depende de decretos, que pueden ser anulados en función de quién venga después. Si la presidenta es Hillary Clinton, es probable que el recorte continúe. Sin embargo, algunos posibles candidatos republicanos ya se han opuesto públicamente a la idea, como el senador Marco Rubio, que cree que el calentamiento global no está provocado por la actividad humana.
La decisión de Estados Unidos tiene un gran impacto por su poderío industrial, que hace que sea el segundo mayor productor de gases contaminantes del mundo (el primero es China, que emite casi el doble). Si se cumple el objetivo, las plantas no lanzarán a la atmósfera otros 430 millones de toneladas de dióxido de carbono de aquí al final de la próxima década. “Es ambicioso, pero se puede conseguir”, dijo Gina McCarthy, jefa de la Agencia de Protección Medioambiental, en la presentación del plan. La política insistió en que la contaminación actual entraña riesgos para la “salud”, la “economía” y la “manera de vivir” de Estados Unidos.
Hasta ahora, el presidente Obama había sido criticado por su desatención a los planes internacionales para reducir las emisiones, con objetivos limitados para coches y camiones y poca presión a las plantas eléctricas. En las negociaciones con la ONU, la Estados Unidos sólo se había comprometido a una reducción del 17% en 2020.
La superpotencia va retrasada en la búsqueda de alternativas energéticas más limpias que el carbón. Pese a los subsidios para energías renovables, de los que se han beneficiado empresas españolas, la eólica representa menos del 4% de la producción eléctrica y la solar, el 0,41%, según los datos de 2012.
Obama prefirió no salir ante las cámaras a hacer el anuncio con la jefa de la Agencia de Protección Medioambiental. En su discurso semanal del sábado, el presidente intentó centrar el mensaje en el legado para las próximas generaciones y el potencial para la economía.
“Como presidente, como padre, me niego a condenar a nuestros hijos a un planeta que no se puede arreglar“, dijo. “El cambio hacia una economía con energía más limpia no sucederá de la noche a la mañana y requerirá decisiones duras por el camino. Pero una economía de energía limpia y baja en carbono puede ser el motor del crecimiento en las próximas décadas”.
Este texto apareció originalmente en ElMundo.es, puedes encontrar el original aquí.
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