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El OmniProcessor es una planta de tratamiento de residuos de bajo costo que combina una planta de vapor, un incinerador y un sistema de filtración de agua capaz de convertir 14 toneladas de agua residual en agua potable y electricidad cada día.
El artefacto es del tamaño de dos autobuses escolares colocados uno al lado del otro fue construido a partir de cero por una pequeña empresa familiar llamada Janicki Bioenergy. El proyecto fue financiado por la Fundación Gates como parte de su Reinvent the Toilet Challenge.
Cuando se reveló por primera vez al mundo, el OmniProcessor se sentó en un terreno abierto en la pequeña ciudad de Washington detrás de otros edificios Janicki donde los trabajadores construyeron piezas de máquinas para operaciones aeroespaciales, marinas, espaciales y de transporte. Una vez que la mayoría de las complicaciones fueran resueltas y que Bill Gates inspeccionara personalmente la máquina, el equipo de Janicki quería ver cómo funcionaba el OmniProcessor de verdad. Ellos transportaron la máquina y en febrero viajaron a Dakar, Senegal, para reconstruir la planta de residuos de alta tecnología en la ciudad y ver si podía cumplir con su promesa.
Hasta ahora, dice Gates, el Janicki está trabajando “como se predijo”, aunque eso no significa que la prueba va sin problemas.
“El mundo real introduce un montón de variables”, escribe Gates en su blog. “Por ejemplo, usted tiene que encontrar el personal adecuado para ejecutar la máquina. Tienes que trabajar con los gobiernos locales y nacionales y medir la reacción del público“.
Gates dice que el equipo está pensando en cómo ajustar el diseño del OmniProcessor y elaborar un plan de negocios.
“La próxima versión de la máquina quemará la mayoría de los tipos de basura además de los desechos humanos y será más fácil de mantener”, dice Gates.
El equipo de Janicki está buscando vender la primera unidad OmniProcessor de $1.5 millones a una ciudad de Sengal y está en conversaciones para vender otras unidades a compradores potenciales en países más ricos.
Es tentador, dice Gates, centrarse en la parte más llamativa del OmniProcessor. ¿Agua realmente potable proveniente de heces fecales? En última instancia, la meta no es que el OmniProcessor produzca agua, sino mejorar drásticamente el saneamiento de las ciudades de los países pobres.
Actualmente, al menos 2.000 millones de personas todavía usan servicios sanitarios que no están debidamente drenados y las enfermedades causadas por el saneamiento deficiente mata a 700.000 niños al año. Las soluciones “caras” no funcionan en los países en desarrollo, la infraestructura es demasiado costosa y el punto central del OmniProcessor, dice Gates, es hacer que el saneamiento sea asequible para las comunidades de bajos ingresos.
Sólo en la ciudad de Dakar, 1.2 millones de personas no están conectadas a una línea de alcantarillado. Ellos tienen sus propios pozos donde descargan sus desechos fecales y los vacían manualmente, llenando los cubos a mano y transfiriéndolos a los agujeros en el suelo que ellos mismos cavaron. Es un negocio verdaderamente peligroso, debido a la rápida propagación de patógenos, estas personas corren el riesgo de enfermarse gravemente.
Una mejor manera de manejar los residuos es transferir mecánicamente los “lodos fecales” a través de camiones y tubos a las plantas de tratamiento. En Dakar, estas plantas han sido parcialmente reemplazadas por el OmniProcessor. Según Mbaye Mbéguéré, coordinador del programa en el Instituto Nacional de Saneamiento, cerca de un tercio del lodo fecal de Dakar es ahora procesado por estas máquinas, convirtiendo los desechos humanos no sólo en agua potable sino también en electricidad y cenizas para su uso en actividades como la construcción.
Eso no es un logro insignificante para el OmniProcessor. La esperanza es que otros empresarios de África al ver el éxito de la máquina en Dakar, los empujen a invertir también en el saneamiento.
“¿Por qué nadie había construido uno antes?”, pregunta Gates. “Porque las personas que entendían la tecnología no se enfermaban o morían de agua contaminada y no conocían a alguien que sí. Tampoco estaba claro cómo podrían obtener beneficios trabajando en el problema”.
Como señaló Mark van Loosdrecht, profesor de biotecnología ambiental en la Universidad Tecnológica de Delft en Holanda, contar con el apoyo de una organización filantrópica es una ventaja para los investigadores y desarrolladores de tecnología sanitaria. “No necesitan preocuparse por el apoyo”, dijo. “Me gusta la visión a largo plazo en lugar del programa habitual con ganancias a corto plazo”.
Este texto apareció originalmente en Wired, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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