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La tarea de un niño de 9 años se convirtió en el proyecto de conteo de árboles más completo del mundo. El cual a su vez aumentó el valor de las próximas misiones de la NASA y otras agencias espaciales.
Félix Finkbeiner era un estudiante de cuarto grado en 2007 cuando su profesor asignó una presentación de clase sobre el cambio climático. Su investigación lo llevó a la historia de Wangari Maathai de Kenia, la primera africana que obtuvo el Premio Nobel de la Paz. Ella inició un movimiento de base para contrarrestar la deforestación e inspiró la Campaña de Mil Millones de Árboles del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP).
Félix no solo desafió a sus compañeros de clase sino a todos los niños del mundo a plantar un millón de árboles en cada país, una idea que se convirtió en una organización juvenil internacional llamada “Plant for the Planet”. En 2011, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente cambió su Campaña de Mil Millones de Árboles por la organización que Felix había comenzado. Para entonces, el programa de la ONU había plantado 12 mil millones de árboles.
Doce mil millones de árboles es mucho, pero ¿cuánto aumenta la población arbórea del mundo? ¿Por un pequeño porcentaje o por la mitad? Nadie sabía. Es en este momento cuando se habla de Tom Crowther, un post-doc en Yale.
“Mi amigo trabajó para Plant for the Planet “, dijo Crowther. “El problema que estaban teniendo era que no sabían qué contribución estaban haciendo porque no sabían cuántos árboles había para empezar. Así que planeé pasar un par de meses cavando y haciendo unos cuantos cálculos rápidos para que pudieran tener alguna idea del número total, al menos en un orden de magnitud”.
“Mucha gente estaba interesada y logramos reunir más datos de lo que esperábamos inicialmente, simplemente se disparó”, dijo Crowther.
El resultado fue un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature, que dio lugar a titulares en la prensa general declarando que la Tierra alberga 3 mil millones de árboles, casi ocho veces más de lo que el documento de Crowther cita como la mejor estimación anterior.
Crowther y sus colegas generaron el primer mapa global de árboles, acoplando unas 430.000 mediciones terrestres de densidad forestal de todos los continentes, excepto la Antártida, con datos de los instrumentos MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectrometer) de la NASA a bordo de los satélites Terra y Aqua.
El equipo también encontró que en promedio, unos 15 mil millones de árboles se pierden cada año, mientras que sólo se plantan 5 mil millones árboles nuevos. Esto se resume en una pérdida neta de 10 mil millones de árboles al año. Así que si se quiere mantener el total actual de 3 mil millones, hay que lograr una combinación de plantar más árboles y reducir el número que se pierde.
No sólo el estudio de Crowther ha dado una nueva perspectiva a los esfuerzos de siembra de árboles, sino que se trata de mejorar una herramienta que los científicos utilizan para estudiar los bosques y sus interacciones con el clima.
“La potencia de los ordenadores y la teoría matemática han avanzado de tal manera que podemos simular el comportamiento de un bosque como árboles individuales en el modelo de demografía de ecosistemas”, dijo Josh Fisher, científico del clima en el Jet Propulsion Laboratory de la NASA. “Creo que este número de densidad ayudará a restringir el modelado, lo que ayudará a limitar nuestras estimaciones en todo lo demás que hacen los modelos a gran escala”. Limitar en este sentido significa endurecer los límites y permitir que el modelo de computadora dé respuestas más precisas.
Doug Morton, un científico del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, está de acuerdo. “Modelos como ED simulan características como el tamaño del árbol, la edad y las especies. Considera las interacciones competitivas entre los árboles, su competencia por el agua y la luz”, dijo.
Dave Schimel, que encabeza el Grupo de Carbono y Ecosistemas de JPL, ve más ventajas en el horizonte.
“La NASA y los europeos están a punto de hacer una enorme inversión en la comprensión de la estructura forestal en todo el mundo a través de la misión GEDI que se está desarrollando para la Estación Espacial Internacional; la misión NISAR que es una asociación entre la NASA, Israel e India y la misión europea de Biomasa. En combinación con las estimaciones de la densidad, se vuelven aún más valiosos”, dijo.
Este texto apareció originalmente en Climate.NASA, puedes leer el original en inglés aquí.
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