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Durante las últimas siete décadas, se ha producido un cantidad de plástico en proporción al peso de 80 millones ballenas azules (cada ballena puede llegar a pesar de 100 a 120 toneladas), una cantidad verdaderamente sorprendente.
Según el primer estudio en cuantificar cuánto plástico se ha fabricado y dónde ha terminado, la producción ha crecido de 2 millones de toneladas métricas en 1950 a más de 400 millones de toneladas métricas, anuales, en 2015.
En total, se han fabricado 8,300 millones de toneladas de plástico desde principios de los años 1950; el peso de 1,000 millones de elefantes, el peso de 822,000 Torres Eiffel (París) o de 25,000 edificios como el Empire State (EE. UU.). La cosa se pone peor: la mitad de ese plástico se produjo en apenas los primeros 15 años del siglo 21, según el estudio publicado en la revista Science Advances.
Ya se ha descartado el 75% de todo el plástico que se ha fabricado, 6.3 mil millones de toneladas. Solamente el 9% de ése, o cerca de 600 millones de toneladas, se ha reciclado (y solo el 10% se ha reciclado más de una vez). Alrededor del 12% del plástico fue incinerado, dejando casi 5 mil millones de toneladas de basura plástica asentada en basureros o contaminando la tierra y el mar.
De acuerdo con las tendencias actuales, los científicos determinaron que el volumen de plásticos descartados se elevará a 12 mil millones de toneladas en 2050. Gran parte de ese plástico podría convertirse en contaminación marina. Un estudio de 2015, realizado por el mismo equipo de investigación, encontró que cerca de 8 millones de toneladas de plástico entraron en el océano sólo en 2010.
“Sin una estrategia de gestión bien diseñada y hecha a la medida para los plásticos al final de su vida de uso, los seres humanos están llevando a cabo un experimento descontrolado a escala global“, escribieron los investigadores, “en el cual miles de millones de toneladas métricas de material se acumularán en todos los principales ecosistemas terrestres y acuáticos del planeta”.
Los hallazgos, que el equipo recopiló utilizando datos obtenidos principalmente de organizaciones industriales y agencias gubernamentales, sorprendieron hasta al coautor principal del estudio.
“Simplemente te dice lo increíblemente exitoso que ha sido el plástico desde su creación”, dijo Roland Geyer, profesor asociado de ecología industrial de la Universidad de California en Santa Bárbara (Estados Unidos). “El crecimiento ha sido fenomenal, las cantidades de producción anual lo siguen siendo. Estamos fabricando mucho más plástico que vidrio, aluminio, cobre, papel y cartón“.
Incluso con la creciente conciencia pública de la crisis del plástico oceánico, muchas personas no pueden captar toda la extensión del “experimento incontrolado”, cree Geyer, porque la mayoría de los plásticos se hunde en el fondo marino. “La profundidad media del océano es de unos 1,200 metros, por lo que no puedo ver cómo podríamos removerlo”, dijo. Recalca también que “los polímeros basados en fósiles que estamos usando actualmente no se degradan en ninguna escala de tiempo significativa”.
La química ambiental Sherri Mason, catedrática de geología y ciencias ambientales en la Universidad Estatal de Nueva York (Estados Unidos), dijo que “estudios como este son importantes porque está ayudando a poner en perspectiva la magnitud del tema. Además de los estudios que examinan los impactos, esto es lo que prepara el escenario para que las Naciones Unidas pongan las sustancias químicas sintéticas y especialmente la contaminación plástica como segundo lugar, después del cambio climático, como un impacto en la capacidad de nuestra especie para sobrevivir“.
Hay un creciente número de investigaciones que demuestran que los productos químicos en los plásticos pueden contaminar a los animales marinos, observó Mason, y “tienen un impacto en el organismo que no conduce inmediatamente a la muerte, sino a la capacidad de una especie para reproducirse, metabolizar adecuadamente, etc.”
El equipo de Geyer determinó que los aditivos tóxicos tales como plastificantes y retardantes de llama conformaban el 7% del peso de la cantidad total de plásticos producidos desde 1950.
El enfoque entre los ambientalistas, los filántropos oceánicos y algunas industrias es de pasar del trabajo interminable de limpiar la contaminación plástica a detenerla desde su fuente, reduciendo su producción y desarrollando materiales sustitutivos.
La Fundación Ellen MacArthur, con sede en Reino Unido, anunció un premio de $2 millones para reducir drásticamente la cantidad de plástico que termina en el océano.
La competencia incluye un premio de $1 millón para el “diseño circular” de nuevas formas de envasado y entrega, que eviten los residuos plásticos generados actualmente por plásticos pequeños como “salsas, envolturas, tear-offs, pajillas y tapones de botellas”. El otro premio sería para “materiales circulares”, el cual espera impulsar la creación de nuevos materiales totalmente reciclables para reemplazar los envases plásticos de varias capas.
Mason ve una simetría histórica en el uso de premios en efectivo para estimular una transformación en la forma en que los envases de plástico se hacen y se utilizan. El inventor que ideó el celuloide, uno de los primeros plásticos sintéticos, en 1868, quería un premio de $10,000 por una sustancia para reemplazar el marfil en las bolas de billar.
“Es irónicamente una razón muy altruista por la que se produjo el primer plástico: estábamos abusando de materiales naturales”, dijo. “Así que ahora se cerraría el círculo con un premio para ayudarnos a alejarnos de estos plásticos sintéticos“.
Este artículo apareció en Oceans Deeply, puedes encontrar el original en inglés aquí. Para más noticias sobre los océanos puedes suscribirte a la lista de correos de Oceans Deeply.
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