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Por lo general uno ve el arte como belleza que se crea a partir de cosas bellas. Lo que posiblemente no asociemos es el arte y la belleza con materiales que contaminan nuestro medio ambiente. Sin embargo, eso es exactamente lo que el artista John Sabraw y el ingeniero civil y profesor de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos) Guy Riefler, están haciendo. Ellos cosechan las toxinas de los ríos de Ohio, que han sido contaminados por la actividad minera, con el fin de crear pinturas de ediciones limitadas que venden a los artistas.
El problema en todo el Rust Belt (Cinturón de Óxido: región en EE. UU. que abarca los estados en el este medio) es colosal: minas de carbón abandonadas y mal selladas filtran metales pesados y otras toxinas en ríos y arroyos. El proceso se llama drenaje ácido y en Ohio solamente, unos 2,092 kilómetros de canales han sido afectados. Algunas de las minas han estado cerradas por 100 años.
Es aquí donde entra en función la ciencia y se fusiona con el enfoque creativo del arte. Al investigar cómo remediar la situación, Riefler descubrió que el hierro encontrado en los ríos envenenados puede convertirse en un pigmento seco y polvoriento. Rielfer explica:
“Se puede neutralizar el agua con la adición de una base para ajustar el pH y luego oxidar el agua; el hierro ferroso se convierte en hierro férrico”.
Experimentando qué hacer con este pigmento seco, Riefler se dio cuenta de que podría convertirse en una pintura para luego venderse con el fin de recaudar fondos para más esfuerzos de limpieza. Entonces, Riefler le solicitó apoyo a su amigo Sabraw, porque él no estaba seguro de cómo transformar esta materia prima en un producto vendible, que los artistas quisieran comprar.
La mezcla de dispersante de aceite y pigmento seco sobre una mesa de vidrio templado da como resultado un pigmento emoliente o blando, parecido a una pintura.
La experiencia de Sabraw mezclada con el conocimiento científico de Riefler ha resultado en un producto hermoso que algunas compañías de pintura están interesadas en vender. Pero las cosas han llegado a su punto culminante: de un estado terrible de degradación ambiental, viene la posibilidad de que esas mismas toxinas que causan el problema se convertirán en parte de la solución en sí, algo que podría suceder rápidamente, en lugar de esperar a que leyes o actitudes sociales cambien.
Como señala Sabraw:
“Los artistas no son personas que crean para ellos mismos, sino que en realidad cumplen un papel como comunicadores de lo divino en el universo. Siempre estoy pensando en estos colores y en cómo se relacionan con su origen”.
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