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La pequeña agricultura es la actividad productiva que más deforesta en el Perú, según un último reporte del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP). Sin embargo, en la región de Cajamarca, en la provincia de Jaén, a más de 1,500 metros sobre el nivel del mar, campesinos de San Juan de Sallique y de la comunidad vecina de San Felipe le dicen no a la deforestación y al impacto ambiental que generan las malas prácticas agrícolas.
La buena noticia es que hoy, como resultado del trabajo emprendido, el Estado declaró la nueva Área de Conservación Privada “Páramos y Bosques Montanos de la Comunidad Campesina San Juan de Sallique”. Su gestión por parte de los comuneros es a perpetuidad.
“Estamos orgullosos de este logro. Ahora debemos presentar los papeles de la creación en asamblea comunal para que todos los comuneros estén enterados. La declaración como nueva área de conservación privada es favorable para todos. El Gobierno nunca nos hizo caso al respecto, pero siempre persistimos en que la conservación es lo primero. El esfuerzo dio sus frutos”, dijo en comunicación con Mongabay Latam, Bero Calvay, presidente de la Comunidad Campesina San Juan de Sallique, la primera comunidad beneficiada por el proyecto agrícola.
Y tiene sentido considerando que desde hace tres años los pobladores de estas comunidades se han esforzado por aprender a trabajar la tierra de manera sostenible. Han empezado por desarrollar viveros para cultivar tomates de árbol, limas, rocotos, café, entre otros productos. La ONG Naturaleza y Cultura Internacional de Perú (NCI Perú) les brinda asistencia técnica desde el 2014 con el objetivo de que puedan incrementar y mejorar su producción agrícola sin deforestar los bosques montanos y nublados que abundan en la parte alta del norte del Perú.
“Hemos sido capacitados en procesos de tecnificación para que aumente el volumen de la cosecha, eso ha logrado que la canasta familiar se incremente, haya mejor calidad de vida. Además, este proyecto nos asegura la fuente de agua porque no afectamos el bosque de las alturas”, agregó Calvay.
El presidente comunal de San Juan de Sallique se refiere a los colchones acuíferos ubicados en las alturas de los bosques que funcionan como fuentes de agua naturales para los cultivos y el uso diario de las comunidades campesinas. Solo en San Juan de Sallique viven más 3000 familias que se benefician de estas fuentes de agua.
Pero no son los únicos que han tomado conciencia de esta necesidad. Leonardi Herrera, presidente de la Comunidad Campesina de San Felipe, explica que las 4000 familias de la comunidad saben que dependen de las aguas que generan los bosques de niebla,
“Nos mantienen con vida prácticamente, además de un par de lagunas formadas gracias a los bosques también”.
Elio Nuñez, coordinador local de NCI, quien trabajó de cerca con los comuneros en la tecnificación agrícola, señala que a unas ocho horas en auto se encuentra el distrito de Tabaconas, donde el impacto ambiental sí existe.
“Allí sí hay como que una cultura de tala entre los campesinos y afectan el bosque. Eso no quieren los campesinos. Incluso porque aquí hay fauna en peligro que puede ser afectada”, sostuvo.
Solo para hacernos una idea, explicó Nuñez, en los bosques que se están protegiendo se encuentran mamíferos como el oso de anteojos o el oso andino (Tremarctos ornatus), clasificado como Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y el tapir de montaña (Tapirus pinchaque), categorizado como En peligro de extinción también por la UICN.
“El ecosistema que alberga la comunidad campesina de San Felipe y la ACP Páramos y Bosques Montanos de San Juan de Sallique es un corredor ecológico para estas especies de mamíferos que vienen desde los bosques de neblina del sur de Ecuador”, manifestó Elio Nuñez.
Este texto apareció originalmente en Mongabay, puedes leer el original aquí.
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