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Más de 1,200 empresas globales, incluyendo compañías estadounidenses como Disney, Shell y General Motors, están adoptando la propuesta de fijarle un precio al carbono, según un nuevo reporte de un grupo de expertos del clima en Washington (EE. UU.).
Mientras que el presidente Donald Trump ha sugerido que combatir el cambio climático socavará la economía, directores de empresas han estado ocupados colocándole, voluntariamente, un precio a sus emisiones de dióxido de carbono. Al fijarle un precio al carbono, o asignándole $1 de valor a cada tonelada de emisiones de dióxido de carbono, se crea un incentivo financiero para que las compañías reduzcan sus niveles de contaminación.
El reporte, publicado en el Center for Climate and Energy Solutions, es el primer estudio de los precios corporativos de carbono desde la elección del presidente Trump.
Los hallazgos se basan en la información revelada al Carbon Disclosure Project (CDP), una organización que ayuda a inversionistas, empresas y ciudades a rastrear las emisiones de gases de efecto invernadero, así como los informes de sostenibilidad de estas empresas.
El CDP encontró que 517 empresas han puesto un precio en el carbono y 732 están planeando hacerlo en los próximos dos años.
“Como empresa global, tenemos que estar atentos y otras compañías globales deben estar atentas a avanzar con bajas emisiones de carbono y a lidiar con el cambio climático en todos sus aspectos. Creo que el precio del carbono puede ayudar”, dijo Bob Stout, vicepresidente y jefe de asuntos regulatorios de BP America, en un seminario web organizado por C2ES.
El grupo de expertos también entrevistó a representantes de 20 grandes empresas entre noviembre de 2016 y julio de 2017. Las empresas que han puesto un precio en el carbono incluyen Microsoft, Disney, Swiss Re, Unilever, Shell, BP, BHP Billiton, Rio Tinto y General Motors.
“El precio del carbono es una herramienta que está aumentando en la agenda corporativa. Ha crecido en todos los sectores y áreas geográficas”, dijo Manjyot Bhan Ahluwalia, autor principal del informe, en una entrevista con The Washington Post.
Según el Banco Mundial, los gobiernos de 42 países y más de 20 ciudades, estados y provincias han puesto un precio sobre el carbono o tienen la intención de hacerlo.
California ha extendido recientemente su esquema de tope y canje hasta el 2030, obligando a grandes contaminadores a comprar y comercializar créditos de carbono para cubrir sus emisiones. La Unión Europea ha estado fijando precios a las emisiones desde 2005, y se espera que China lance un plan de comercio a nivel nacional en los próximos cuatro meses.
No hay nada ni nadie que obligue a las compañías a tasar sus emisiones de carbono. Pero un número creciente de empresas lo están haciendo por su propia cuenta. Según los datos del CDP para el año 2016, más de 1,200 empresas están buscando fijar los precios internos del carbono o planean hacerlo en los próximos dos años (un aumento del 23% en comparación con 2015).
Cerca de 80 empresas en los Estados Unidos ya le tienen un precio a sus emisiones y unas 130 planean hacerlo en los próximos dos años, según el CDP. Algunas compañías decidirán hacer esto con una tarifa de carbono, asignando una cantidad de dinero a las emisiones de CO2. Los ingresos serán utilizados por la empresa para financiar medidas de reducción de emisiones como la compra de energía renovable o el aumento de la eficiencia energética.
Otras podrían usar un ‘precio sombra’ o costo hipotético aplicado al CO2 dentro una empresa. Aunque esto no implica la entrega de dinero real, las empresas pueden utilizarlo para su toma de decisiones, como cuándo invertir en una alternativa de bajo carbono.
Microsoft implementó una tarifa de carbono en 2012, que oscila entre $5 – $10 por tonelada métrica de CO2. Hasta el momento, estos ingresos han permitido a la compañía reducir sus emisiones en 9.5 millones de toneladas métricas.
Disney adoptó una tarifa de carbono en 2013, entre $10 – $20 por tonelada métrica de CO2, utilizó el dinero para compensar sus emisiones con créditos de carbono forestales. Ben y Jerry’s, operado por Unilever, usa una tarifa de carbono interna de $10 por tonelada métrica.
Las empresas que utilizan el enfoque de precio sombra tienden a colocar un mayor valor en una tonelada métrica de CO2. Shell aplica un costo de $40 por tonelada métrica a todas las emisiones resultantes de sus inversiones, mientras que BP aplica un precio de $40 por tonelada métrica a cualquier nuevo proyecto grande en países industrializados.
“Para el sector del petróleo y el gas, el mayor desafío es cómo manejar los riesgos que pueden surgir en el futuro cuando sus activos pueden quedar varados o cuando un proyecto o instalación está amenazado por un mayor precio del carbono a nivel gubernamental”, dijo Ahluwalia.
Trump ha caracterizado las regulaciones climáticas como una costosa burocracia, pero para las empresas, la amenaza es real. Según el informe, muchas compañías han tomado la ruta de precios de carbono debido a la presión de los inversionistas que están preocupados por abordar el cambio climático.
A pesar de la salida de Trump del Acuerdo de París, muchos directores ejecutivos piensan que es sólo cuestión de tiempo hasta que enfrenten regulaciones climáticas más estrictas. En febrero, un grupo de estadistas republicanos, incluyendo dos ex secretarios de Estado, pidió un impuesto sobre el carbono.
Este texto apareció originalmente en The Washington Post, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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