Suscríbete
La lucha contra el cambio climático es “más trascendente que cualquier persona, más grande que cualquier presidente, aunque sea el de Estados Unidos”.
Esa es la tesis que defiende “Una verdad muy incomoda: ahora o nunca”, la continuación once años después del famoso documental protagonizado por Al Gore.
El que fuera vicepresidente de Estados Unidos con Bill Clinton vuelve a ser el centro de esta secuela, dirigida por Bonni Cohen y Jon Shenk, que toman así el relevo de Davis Guggenheim, responsable de aquel primer proyecto que ganó el Oscar al mejor documental.
“Seguimos a Al Gore durante las últimas elecciones presidenciales (en las que ganó el republicano Donald Trump). Las elecciones tuvieron su resultado y fue una victoria desafortunada en términos medioambientales”, reconocen los realizadores en una entrevista con EFE tras la presentación de su filme en el Festival de Cannes.
Ambos defienden la postura que Gore muestra en el documental: la lucha contra el cambio climático ha dejado de ser un asunto únicamente político.
“Es un tema económico, de derechos humanos, es una oportunidad para la humanidad, para todos los países del mundo, de cambiar la forma en la que reciben su energía”.
Gore, que lleva 40 años tratando de concienciar al mundo de la gravedad del cambio climático, “cree firmemente” en que aún hoy la situación es reversible.
En el documental se ve a un Gore hiperactivo, que igual visita una ciudad de Texas que está en proceso de llegar a un cien por cien de energía renovable, que viaja a Groenlandia para ver cómo se deshacen los glaciares o habla con los ciudadanos de Filipinas para comprobar los terribles daños del tifón Haiyán, que causó 6,300 muertos en 2013.
Más de diez años después del primer documental, la situación que muestra esta continuación ha empeorado y el frágil Acuerdo de París -que ocupa buena parte del metraje- se ve amenazado por las políticas contrarias de Donald Trump, pero pese a todo, tanto los directores como Gore se muestran optimistas.
“Realmente creemos que esté o no esté Donald Trump, es un movimiento que va a seguir adelante en el resto del mundo”, afirma Cohen.
En estos diez años, ha habido muchos cambios en lo que se refiere a las soluciones para frenar el cambio climático y ahora es más fácil en términos económicos para todos los países acceder a la energía solar o eólica, resalta la directora.
Ese fue el punto de partida de estos dos directores, que siguieron a Al Gore durante más de un año y medio y grabaron más de 150 horas que reflejaban el compromiso del político estadounidense con el planeta. Imágenes de Gore en los talleres que desarrolla en Estados Unidos para formar a ciudadanos normales en la defensa y la comunicación de esa lucha contra el cambio climático, pero también en reuniones oficiales durante la cumbre de París o en sus conversaciones privadas cuando trataba de salvar el acuerdo que finalmente se consiguió en aquella reunión de abril de 2016.
“El filme es realmente un reflejo de lo que piensa y siente Al Gore”, de su agotador y fascinante recorrido, sus reuniones con científicos, con responsables del Banco Mundial, con políticos como John Kerry o Laurent Fabius o con empresarios, resaltan los realizadores.
Con todo lo rodado se dedicaron un año a la edición del material para lograr un “equilibrio entre devastar a la audiencia o dejarla con una cierta esperanza de que pueden ayudar”. Ése es el mensaje optimista que han querido dar con su documental y que esperan que no necesite otra secuela.
“Ojalá que en diez años estemos hablando de una revolución de energía alternativa. Esa es la historia que nos gustaría contar”.
Este texto apareció originalmente en La Nueva España, puedes leer el original aquí.
Suscríbete a nuestro boletín
Lo más importante en tu buzón cada semana