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Las noticias sobre los arrecifes de coral parecen siempre implacablemente sombrías. En todas partes se están blanqueando y extinguiendo, incapaces de soportar los estragos de unas aguas en rápido calentamiento. O en todas excepto en el norte del mar Rojo, donde parece que una enorme región de arrecifes excepcionalmente resistentes sobrevivirá a temperaturas muy superiores a las normales en la actualidad.
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De este sistema de arrecifes, los humanos podríamos aprender lecciones que nos ayuden a proteger otros. Y es que el norte del mar Rojo podría convertirse en algún momento en un refugio: un lugar en el que, aunque los corales de otras partes hayan desaparecido, las especies y las comunidades de arrecife logren sobrevivir hasta que llegue el momento en el que puedan volver a extenderse.
Es un lugar extraordinario. Solo hace falta protegerlo.
“La importancia global de este refugio radica en su tamaño”, afirmó Eslam Osman, biólogo marino de la Universidad de Essex (Reino Unido). “No hablamos de pequeñas bolsas de resistencia como las que se habían registrado con anterioridad. Hablamos de 2,000 kilómetros de un sistema de arrecifes continuo, con alta diversidad y muchas especies endémicas. Se trata de una escala enorme”.
En un estudio publicado en Global Change Biology, Osman y sus colaboradores compararon registros de la decoloración de los corales (en el que estos expulsan las algas que viven simbióticamente en su interior, se vuelven blancos y a menudo mueren a continuación) en el mar Rojo con las temperaturas de la superficie de este mar entre 1982 y 2012. El equipo de Osman concluye que, a pesar de los prolongados periodos de calentamiento, “el mar Rojo septentrional no ha experimentado una decoloración masiva”.
Lo mismo puede decirse del calentamiento extremo provocado por el fenómeno de El Niño en 2015-2016, añadieron, cuando “la decoloración se limitó al mar Rojo central y meridional” a pesar de que las aguas del norte estaban aún más calientes. Las pruebas de laboratorio subrayaron además la resistencia de los corales septentrionales.
La medida de su resistencia puede entenderse observando una unidad denominada ºC-semana, que combina la temperatura y la duración en una cifra que los científicos emplean para medir el estrés calorífico soportado por los arrecifes.
Lo importante aquí no es la fórmula exacta, sino la comparación: mientras que por lo general los 4ºC-semana causan decoloración en los corales, y los 8ºC-semana van seguidos de mortalidad masiva, los corales del norte del mar Rojo soportaron 11ºC-semana y 15.1ºC-semana con un daño mínimo. Incluso los 18.9ºC-semana ocasionaron solo una decoloración moderada.
Esto podría deberse a una historia evolutiva adaptada al calor, opinan los investigadores, y a patrones de viento y flujo de aguas específicos, que parecen atenuar los efectos del calentamiento. Sea cual sea la explicación, “toda la región norte podría servir de refugio a los corales constructores de arrecifes frente a las anomalías medioambientales en tiempos de rápido cambio climático”, afirmó el equipo de Osman.
En los actuales supuestos climáticos, “el norte del mar Rojo será el último en decolorarse”, recalcó Osman. “Sostendrá vida mientras otros arrecifes desaparecen”. Pero aunque puedan soportar aguas más cálidas, otras actividades humanas, como la destrucción del hábitat y los desequilibrios ecológicos causados por la pesca excesiva, siguen representando un peligro.
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Aunque en este momento los arrecifes conservan su salud, advirtió Osman, y los de la costa egipcia se han beneficiado del descenso del turismo y la pesca tras la Primavera Árabe, la vuelta del turismo hará revivir esas presiones.
Y si bien los arrecifes de la costa saudí del mar Rojo han estado históricamente protegidos gracias a las restricciones de las actividades costeras, recientemente ese país asignaba una región de 25,000 kilómetros cuadrados al desarrollo urbanístico, y existen planes de construir frente a estos valiosísimos arrecifes una megaciudad completamente nueva, llamada Neom, a la que se ha asignado un presupuesto de $500,000 millones.
Osman insistió que la protección y la conservación son absolutamente necesarias. “Tenemos suerte de que el norte del mar Rojo presente una tolerancia tan elevada”, afirmó, “pero no deberíamos darla por sentada”.
Este texto apareció originalmente en Anthropocene, una publicación de Future Earth, puedes encontrar el original en inglés aquí. Texto traducido por News Clips y publicado en el diario El País, puedes encontrar el original aquí.
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