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Como sucede en los primeros minutos de cada sínodo de obispos, el Papa Francisco ha marcado el tono del dedicado a la Amazonia advirtiendo que “las ideologías son un arma peligrosa”, e invitando a escuchar serenamente a los demás y al actor principal del Sínodo, que es el Espíritu Santo.
“Por favor, ¡no lo echemos de la sala!». El trabajo durará tres semanas.
Francisco ha exigido una actitud de respecto a los indígenas y ha lamentando desprecios que llevan a genocidios como “el que llegó al culmen en mi país hacia finales de los años ochenta, para aniquilar la mayoría de los pueblos originarios porque eran ‘barbarie’ y la ‘civilización’ venía de otro lado”.
Eran palabras muy duras sobre matanzas que los argentinos suelen esconder, pero ayudaban a aprender de los errores del pasado, también los de la jerarquía eclesiástica a todos los niveles cuando se mira demasiado a sí misma.
Francisco había comenzado su saludo a los 283 participantes, 185 padres sinodales y otras 98 personas, en su mayoría expertos en la Amazonia, incluidos 16 representantes de pueblos indígenas, recordando que este sínodo es, ante todo, un proceso “pastoral, cultural, social y ecológico”, exactamente por este orden.
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En ese cuadro, la característica pastoral “es la primera, la esencial, la que abarca todo, pues nos acercamos a la realidad de Amazonia con corazón de cristianos y con ojos de discípulos de Cristo”.
Según Francisco, “esa actitud lleva a acercarnos a los pueblos amazónicos de puntillas, respetando sus historias, sus culturas, su sabiduría propia, evitando colonizaciones ideológicas que destruyen o reducen la idiosincrasia de los pueblos, y sin el afán empresarial de hacerles programas preconfeccionados, de ‘disciplinar’ o de ‘domesticar’ a los pueblos”.
Con toda sencillez ha admitido que cuando la Iglesia se olvidó de esto, de cómo tiene que acercarse a un pueblo, no se ‘inculturó’ y llegó incluso a despreciar. Así se echaron a perder los grandes avances evangelizadores de Roberto de Nobili en la India, de Matteo Ricci en China, y tantos otros. El centralismo homogeneizante y homogeneizador no dejó surgir la autenticidad de la cultura de los pueblos.
Francisco ha lamentado con dolor el desprecio a los indígenas, confesando:
“Me dio mucha pena escuchar aquí dentro un comentario burlón sobre este señor piadoso que llevo las ofrendas con plumas en la cabeza durante la misa. Decidme, ¿qué diferencia hay entre llevar plumas en la cabeza y el tricornio que usan algunos oficiales en nuestros dicasterios?”.
El enfoque correcto del sínodo debe evitar el peligro de proponer medidas simplemente pragmáticas pues no hemos venido a inventar programas de desarrollo social o el modo de organizar museos, comenta.
Pero, sobre todo, debe evitar la mundanidad de caer en un enfoque político pues, según el Papa, un sínodo no es un parlamento, no es demostrar quién tiene más poder sobre los medios o quién tiene más poder en las redes sociales para imponer una idea o un plan.
Es, por desgracia, lo que ha sucedido en las semanas previas al encuentro, con un nivel de contaminación acústica e intoxicación informativa sin precedentes, impulsadas por poderosos intereses económicos y políticos que saquean Amazonia o intentan sabotear, sobre todo desde América, el esfuerzo renovador del Papa.
Francisco ha urgido a todos los participantes a “dejar que el Espíritu Santo se exprese en esta asamblea, a que se exprese entre nosotros… y pese a nosotros, a nuestras resistencias. Es normal que las haya”.
Y también a proteger la intimidad del debate, no como secreto de las logias sino como prudencia en la comunicación que se hará fuera pues “el proceso del sínodo se puede arruinar si yo a la salida digo ‘la mía’ y, como ha pasado en algunos sínodos, termina habiendo dos: el de dentro y el de fuera», al deformar las posturas de otros, lo cual lleva a los informadores profesionales al error”. En cambio, se irán haciendo públicas los conclusiones de los grupos de trabajo por idiomas.
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Como los problemas de Amazonia son muchos, y las ofensivas ideológicas externas son muy fuertes, Francisco ha concluido con un consejo muy oportuno:
“Y, por favor, ¡no perdamos el sentido del humor!”.
La primera sesión de trabajo, en la mañana del lunes, ha incluido la lectura de las relaciones introductorias del cardenal brasileño Claudio Hummes y del cardenal italiano Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de Obispos.
Baldisseri ha recordado que el documento de trabajo, criticado desaforadamente por algunos, es solo una recopilación previa de temas surgidos durante las consultas locales que sirve como agenda de los debates. Por lo tanto, no se trata de enmendarlo sino de crear, sobre esos temas, un documento que vaya más allá.
Como el sínodo es un organismo solo consultivo, el documento final se limita a presentar sugerencias al Papa. Lo más valioso es el propio debate, el primero que celebran juntos los 133 obispos del inmenso territorio amazónico, extendido en nueve países y necesitado de la ayuda de todos.
Este texto apareció originalmente en ABC, puedes ver el original aquí.
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