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La velocidad del viento está aumentando en gran parte del planeta tras tres décadas de debilitamiento. En las regiones de latitudes medias del Hemisferio Norte, la velocidad del viento se incrementó tres veces respecto al descenso observado de 1978 a 2010, de acuerdo a un nuevo estudio publicado en la revista Nature Climate Change.
Este aumento es una noticia positiva para la producción de energía eólica, aunque no tanto para las comunidades costeras.
El estudio se basó en el análisis estadístico de registros recopilados entre 1978 y 2017 por cerca de 9,000 estaciones meteorológicas. El aumento en la velocidad del viento marca un cambio respecto al patrón anterior de vientos decrecientes, un fenómeno conocido como “stilling“.
“La causa principal del aumento de la velocidad del viento está asociada a cambios en la circulación atmosférica, y ciclos que ocurren en las oscilaciones atmósfera-océano”, explicó a BBC Mundo, César Azorín-Molina, experto del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, y uno de los autores del estudio.
“Otras hipótesis se han planteado en la bibliografía científica en el caso del stilling (descenso de la velocidad del viento), como el aumento de la rugosidad del terreno por el crecimiento de los árboles, de zonas urbanas y otros cambios de los usos del suelo; o problemas con los instrumentos de medida”.
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“Sin embargo, el reciente reforzamiento que hemos observado en los vientos y los análisis planteados confirman el mayor peso que ejercen los cambios en la circulación atmosférica”.
“Cuando hablamos de circulación atmosférica oceánica nos referimos alcalentamiento de la superficie de la Tierra que crea gradientes de presión y viento”, señaló Adrian Chappel, investigador de la Universidad de Cardiff en Gales y otro de los autores.
Zhenzhong Zeng, investigador de la Universidad de Princeton y autor principal del estudio, usó con sus colegas métodos estadísticos para probar asociaciones entre variaciones en la velocidad del viento y oscilaciones de la atmósfera y el océano. Esas oscilaciones alteran las distribuciones de calor y presión que a su vez impulsan el viento.
Los investigadores vinculan los cambios en la velocidad del viento a índices climáticos, como la Oscilación del Atlántico Norte (NAO), una fluctuación atmosférica a gran escala que influye en el clima del Atlántico Norte.
El estudio no constató un vínculo entre el aumento en la velocidad del viento y el cambio climático causado por la acción humana.
“Conocer los mecanismos que hay detrás de estos cambios en la circulación atmosférica es complejo, por los intercambios de energía que ocurren entre la atmósfera y las superficies oceánicas”, señaló Azorín-Molina.
“Desvelar de forma precisa los mecanismos que están detrás de estas oscilaciones atmósfera-océano y precisar cuándo ocurrirán ciclos de descenso y aumento en la velocidad del viento representa un reto para la comunidad científica. Actualmente no hay una evidencia científica de que la acción antrópica esté detrás de estos cambios”.
El reciente incremento de la velocidad beneficia a la industria eólica. Los autores del estudio proyectan que debido a este fenómeno, la energía producida por una turbina eólica podría aumenta hasta un 37% para 2024.
Los investigadores calcularon que una turbina eólica regular que recibe el viento promedio mundial habría producido aproximadamente un 17% más de energía en 2017 que en 2010.
“Predecimos que la tendencia creciente de la velocidad del viento continuará durante 10 años, pero también mostramos que debido a que esto es causado por las oscilaciones atmósfera-oceáno, tal vez una década más tarde se revertirá nuevamente”, señaló Zheng.
“Dado que la vida útil de una turbina eólica suele ser de 20 años como máximo, tener proyecciones confiables de la velocidad del viento en lugares determinados podría ser crucial para realizar inversiones inteligentes en energía eólica”.
La investigación no examinó cómo el aumento en la velocidad del viento podría afectar la gravedad de las tormentas, que también se ha incrementado.
“El estudio no analiza directamente la frecuencia y magnitud de eventos extremos como ciclones tropicales y su impacto en el oleaje”, explicó Azorín-Molina.
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No obstante, un estudio publicado en abril de este año en la revista Science señala que las olas se están volviendo más grandes debido al aumento en la velocidad del viento. Ian Young, de la Universidad de Melbourne, y sus colegas constataron que desde 1985 la velocidad promedio de los vientos oceánicos en gran parte del mundo aumentó entre 1 y 2 cm por segundo por año, lo que llevó a un incremento en la altura de las olas.
Esta tendencia es particularmente fuerte en el océano Antártico, donde la velocidad de un 10% de los vientos más rápidos aumentó 5 cm por segundo por año. En ese 10% de vientos el aumento de altura en las olas ha sido de un total de 30 cm desde 1985.
“Debemos entender mejor en qué medida estos cambios (en la velocidad del viento y altura de las olas) se deben al cambio climático o a fluctuaciones o ciclos”, instó Young.
Los cambios en la altura de las olas son una mala noticia para comunidades costeras, que enfrentan crecientes riesgos por el aumento en el nivel del mar y la mayor frecuencia de tormentas extremas.
Este texto apareció originalmente en BBC, puedes ver el original aquí.
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