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Recolectar desechos ya es arduo en tiempos normales, pero en medio de un brote infeccioso los riesgos de hurgar entre los residuos son más amenazantes. Aún así, los recicladores chilenos imploran que, por favor, el reciclaje no se detenga.
Unas 60,000 familias en Chile dependen de la recolección de plástico, metal, vidrio, papeles y cartones, según el Movimiento de Recicladores que agrupa a parte de ellos. Ahora, con la capital y varias otras ciudades en cuarentena por el coronavirus, ese sustento peligra a medida que aumenta el riesgo de que los desechos terminen finalmente en la basura. Y todo esto añade otro factor a la crisis económica y social que enfrenta el país.
“Ha sido impactante la baja del reciclaje. Era impresionante la cantidad del material y ahora me sorprende que bajó monstruosamente”, dijo a Reuters la líder del movimiento, Soledad Mella, en medio de un centro de acopio de residuos en el municipio de Maipú, en el poniente de Santiago.
Recicladores de base de Maipú, uno de los municipios más poblados de Chile, recibieron la semana pasada una donación privada de desinfectante con partículas de cobre, parte de una campaña para reunir alimentos, productos de higiene y protección personal como mascarillas y guantes para capear la crisis.
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La campaña de los recolectores tiene respaldo del Ministerio de Medio Ambiente, que declaró como actividad “esencial” la recolección y tratamiento de materiales reciclables para que pueda seguir desarrollándose durante las cuarentenas.
“Vivimos de esto, es nuestro sustento. Si lo cierran, yo me quedo con los brazos cruzados, con mis dos niños en la casa, sin trabajo”, se preocupa Jessica Cataldo, de 54 años, que desde hace una década se dedica a la recolección.
Los recicladores son el primer eslabón de la cadena. Hay quienes recorren las calles con un carrito buscando entre los basureros y otros que, a veces asociados en cooperativas y con una logística mayor, recolectan los residuos de hogares, empresas e industrias.
Muchos, como Jessica Cataldo, dependen de lo que los vecinos llevan a los “puntos limpios” instalados por los municipios, que en gran número han cerrado durante la cuarentena por ser lugares de eventuales contagios por el flujo de materiales y personas.
En tiempos normales, esta recolectora de Maipú gana unos 300 dólares mensuales, menos de un salario mínimo. Mientras habla, se ajusta de vez en cuando la mascarilla con las manos, sin usar guantes. “Dios quiera que me equivoque, pero yo no creo que vaya a llegar mucho reciclaje. Para mí que la gente va a botar todo junto a la basura”, lamenta.
El municipio de Peñalolén, en el otro extremo de Santiago, tiene una extensa red de reciclaje, pero la cuarentena obligó a cerrar los puntos de recolección. La autoridad local dispuso el uso de mascarillas y guantes para que los recicladores sigan trabajando en retiros domiciliarios y aseguren sus ingresos.
“En Peñalolén el sistema de reciclaje trabaja con población altamente vulnerable y que vive el día a día. Si no se dan las facilidades o garantías para que ellos puedan ejercer su oficio, pueden verse gravemente afectados por la crisis actual”, dice Ricardo Cofré, responsable de reciclaje en el municipio.
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Aunque el panorama ha cambiado en los últimos años en Chile, con emprendimientos públicos y privados para fomentar el reciclaje e incluso una ley para que las empresas e industrias sean responsables de sus residuos, las tasas aún son muy bajas.
Según el Ministerio de Medio Ambiente, cada chileno genera 1.26 kilos de residuos por día (de las cifras más altas de la región, de acuerdo al Banco Mundial) y el reciclaje domiciliario ronda un escaso 4%. El resto termina en rellenos sanitarios, vertederos o basurales.
Autoridades, dirigentes y los propios recicladores también alertan sobre cómo manejar la basura surgida de esta crisis, como guantes y mascarillas, que no son reciclables, y piden que se limpie y desinfecte el material que entregan a quienes recolectan los residuos que sí serán reutilizados. Algunos recicladores confían en que los vecinos estén guardando sus residuos en sus casas antes de botarlos y esperan que la pandemia pueda plantear también oportunidades.
“Esto nos tiene que invitar también a ser conscientes, a hacernos responsables de los residuos que generamos. Nos costó mucho instalar el tema del reciclaje y lo importante es que esto no pare, porque de esto nosotros vivimos”, dijo Mella.
Este texto apareció originalmente en Reuters, puedes ver el original aquí.
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