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El tráfico es uno de los factores que más contribuye a la contaminación acústica, además de la atmosférica, en las grandes ciudades latinoamericanas. No obstante, aquellas que han apostado por la introducción de sistemas como el teleférico, han visto disminuir el número de decibelios. A ello se le suma una mejor calidad de vida, menos contaminación del aire y menos congestión vehicular, dijo Ramón Cruz del Instituto para la Política del Transporte y Desarrollo.
No obstante, “los cobeneficios más notables son los socioeconómicos como la accesibilidad de oportunidades que ofrece a las ciudades a centros de trabajo, recursos y servicios como recreación, salud, educación”.
Para Elkin Velásquez, Director Regional de ONU-Hábitat para América Latina y El Caribe, el teleférico en América Latina ha contribuido al desarrollo de movilidad sostenible y multimodal en las ciudades de montaña.
“Mientras que en algunas ciudades en Estados Unidos el centro se deterioró con la llegada del automóvil y los suburbios crecieron”, explicó Cruz, “en América Latina, los centros continúan siendo donde se encuentran muchos barrios ricos y los barrios periferiales en el terreno montañoso fueron ocupados informalmente”.
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Debido a la necesidad de conexión entre ambos, en 2004, nació el teleférico de Medellín. “Las dificultades de la topografía, sumada a la decisión de buscar una solución apropiada, crearon las condiciones para pasar de la idea a su materialización”, dijo Velasquez a DW.
“Los teleféricos ayudan a la movilidad en esos asentamientos que ya se han vuelto formales”, puntualizó Cruz, “causando un impacto en las propias comunidades. Así, al acceder a un sistema de transporte eficiente y más barato, ahorran tiempo que podrán dedicar a sus familias, a su capacitación, a generar más ingresos o a su esparcimiento”, complementó Velasquez.
Con seis líneas en marcha, la última en construcción, la red cuenta 14,5 kilómetros y transporta diariamente a más de 30,000 pasajeros. Las líneas de cables del Metro de Medellín hacen parte de una red multimodal junto con líneas de metro pesado, tranvía y sistema de buses, recuerdan fuentes de Metrocable a DW.
Este hecho contribuyó a la acogida de este modelo, pero no solo. “El éxito del teleférico de Medellín es que ha sido parte de un Proyecto Urbano Integral”, aseguró Velasquez, “apuntando a infraestructuras como vías, puentes, espacios públicos, alcantarillado, canalización de aguas, de vivienda social, así como de atención social, de desarrollo económico local y de convivencia. Todo esto ha hecho que el teleférico haya sido considerado por la comunidad como parte integral de su proceso de progreso social”, remarcó.
En diciembre de 2018, Bogotá estrenó su primer teleférico, Transmicable, en el barrio Ciudad Bolivar. Diseñado y construido por el Instituto de Desarrollo Urbano, por un valor de 250,000 millones de pesos, el teleférico redujo a 13 minutos un recorrido que hasta entonces se hacía en una hora y media.
El teleférico bogotano ha contado con la colaboración de Metrocable en los estudios de factibilidad. Igualmente, ha implementado un modelo de gestión social, educativo, cultural y ambiental similar al de las primeras líneas de Metrocable, agregaron.
Además de Bogotá, el modelo ha sido fuente de inspiración para otras ciudades dentro y fuera del país.
“Tenemos sistemas de cables en Santiago, Rio, Santo Domingo, Ciudad de México, Guayaquil, Cali, Manizales, Caracas y otros en construcción. Todos han tenido como referente a Medellín, siendo el Metro de Medellín asesor de algunos de ellos en diversas etapas de los proyectos”, apuntaron fuentes de Metrocable a DW.
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Todos ellos apuntan a lograr conectar zonas urbanas, que tenían un transporte deficiente, poco ágil, inseguro e informal, mediante telecabinas que, en la mayoría de los casos, se integran con otros modos de transporte. Por ejemplo, la línea de Ecatepec en el estado de México, inaugurado en octubre de 2016 y con una extensión de cerca de 5 kilómetros, que se integra con un sistema de buses que está conectado con el metro de la Ciudad de México.
Dos años antes, en 2014 se inauguró el teleférico de La Paz (Bolivia), que conecta la capital con El Alto. Actualmente conformada por una decena de lineas y 30 kilómetros de servicio, este es su principal sistema de transporte.
“Los ejes de la movilidad en La Paz son sus teleféricos y a estos se irán acoplando otros sistemas de transporte”, remarcó Velasquez.
“El éxito boliviano muestra la necesidad de adaptar los modos de transporte a la morfología y estructura de la ciudad, no al contrario”, consideró. En la cruz de la misma moneda se encuentra Brasil. “El teleférico del Complejo de Alemao en Rio de Janeiro, llevó la idea de infraestructura, pero no la de una intervención urbana integral”, recordó el representante de ONU-Hábitat lamentando la detención de su funcionamiento en 2016.
Este texto apareció originalmente en DW, puedes ver el original aquí.
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