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El caballito de mar blanco puede alcanzar un máximo de 16 centímetros y cambiar de color según el estado de ánimo y el entorno. Además, como todos los caballitos de mar o hipocampos, el macho es quien se ocupa del desarrollo de los huevos. Pero este pequeño habitante del mar está bajo amenaza.
El caballito de mar blanco, también llamado caballito de mar de Sídney, es nativo de las aguas del Pacífico frente a la costa este de Australia. En los últimos años, su población ha disminuido drásticamente. Junto con el caballito de mar de Knysna, en Sudáfrica, son las dos únicas especies de las alrededor de 50 conocidas que están en peligro de extinción.
Una temporada de tormentas salvajes de 2010 a 2013 destrozó el hábitat del caballito de mar de Sídney, arrasando con el 90% de la población. Varias grandes tormentas desplazaron enormes cantidades de arena, asfixiando los corales blandos, las esponjas y las praderas marinas, que constituyen el hábitat de esta especie.
Por eso los investigadores del puerto de Sídney han construido los llamados “hoteles para caballitos de mar” bajo el agua, con el objetivo es restaurar su hábitat y favorecer su reproducción.
“Hay dos cosas que estamos tratando de ganar con este proyecto”, señala Robbie McCracken, del Acuario SEA LIFE Sídney, que está trabajando con investigadores de la Universidad de Tecnología de Sídney y el Departamento de Pesca de Nueva Gales del Sur. “Primero, que podamos criar estos animales en un acuario y luego liberarlos en la naturaleza. Y dos, que los hoteles para caballitos de mar proporcionen un hábitat adecuado”.
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Los caballitos de mar se pueden encontrar en aguas costeras tropicales y templadas de todo el mundo, pero son más abundantes en Australia, China y Filipinas. El comercio de estas diminutas criaturas está estrictamente regulado debido a su uso en la medicina tradicional, los acuarios y su venta como curiosidades secas. Pero debido a que son pobres nadadores y no pueden desplazarse fácilmente a otro lugar, la pérdida de hábitat es una amenaza particular para estos animales.
Los caballitos de mar envuelven sus colas alrededor de zosteras marinas y corales para evitar ser arrastrados por las corrientes. Utilizan el hábitat para desovar y esconderse de depredadores como los cangrejos, mientras que también se alimentan de plancton y pequeños crustáceos que viven en el arrecife.
En aquellos lugares donde no hay corales, los científicos encontraron caballitos de mar que se habían asentado en redes de pesca y viejas trampas para cangrejos abandonadas en el fondo del lecho marino. Esto inspiró al equipo de Sídney a ampliar el hábitat disponible en el famoso puerto australiano construyendo jaulas de red y acero. Con el tiempo, las algas, esponjas y corales colonizaron las estructuras, creando un ambiente seguro y acogedor para los caballitos de mar.
Los investigadores probaron los primeros hoteles en 2018. En dos meses, los hipocampos habían comenzado a mudarse y pronto unos pocos fueron fecundados. Sabiendo que los hoteles eran un éxito, el siguiente paso fue aumentar el número de ejemplares.
En 2019, el equipo capturó ocho parejas de caballitos de mar blancos. Las criaturas son monógamas y, por lo tanto, se aparean con una pareja de por vida. Las crías nacieron en septiembre y octubre del año pasado.
“Pudimos seguir el cortejo y el apareamiento y más tarde ver a los padres teniendo a las crías”, cuenta McCracken, “así que fue muy emocionante”.
La mortalidad de las crías de caballito de mar es alta en estado salvaje porque son un buen bocado y fáciles de capturar. Por ello, los ejemplares criados en el entorno protegido del acuario no estuvieron listos para su liberación hasta principios de mayo.
El equipo soltó 90 caballitos de mar en el puerto de Sídney, algunos de los cuales fueron alojados directamente en los hoteles especialmente construidos. Otros fueron liberados en redes en las que ya se habían asentado caballitos de mar salvajes.
Antes de su liberación, los investigadores marcaron con una sustancia fluorescente cada ejemplar, justo debajo de la piel, para rastrear cómo se las arreglaban en los diferentes ambientes. El objetivo es averiguar si se manejan mejor en los hoteles submarinos que en las redes.
“Lo más emocionante fue poner a estos animales en libertad y comprobar un mes después que sobrevivían y crecían”, dijo McCracken.
Los ejemplares liberados serán lo suficientemente adultos para reproducirse alrededor de octubre o noviembre de 2020. Los investigadores esperan que para entonces, sean capaces de aparearse con la población silvestre.
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Mientras que estos seres se enfrentan a la pérdida de hábitat en los arrecifes de coral de todo el mundo, países como Grecia y Sudáfrica, donde vive la especie más amenazada del mundo, el caballito de mar de Knysna, se han comprometido con programas similares.
“El caballito de mar sudafricano, en peligro de extinción, se está beneficiando de un proyecto muy similar, aunque sea por coincidencia”, cuenta Peter Teske, profesor del Instituto de Zoología de la Universidad de Johannesburgo.
En el caso de Sudáfrica, los caballitos de mar se han asentado en “colchones de Reno” (estructuras de alambre rellenas de rocas), que se utilizaron para construir un nuevo puerto deportivo. Los investigadores de la ONG Proyecto de la Cuenca de Knysna descubrieron que las estructuras actuaban como refugio para los animales.
Si bien Teske describe los hoteles para caballitos de mar como “una noticia positiva” y una excelente forma de concienciar al público sobre la conservación, añade que el establecimiento de hábitats artificiales en algunas zonas solo evitará la extinción de las poblaciones locales.
“Para una recuperación completa, sería necesario dar al hábitat natural la oportunidad de regenerarse”, aclara el experto en caballitos de mar.
En Australia, los investigadores esperan que el proyecto pueda brindar la oportunidad de concienciar no solo sobre la difícil situación del caballito de mar de Sídney, sino también de los demás animales con los que comparte su hábitat marino.
Las aguas que rodean a Sídney y la costa este son ricas en biodiversidad e incluyen varias especies amenazadas como el dragón marino, pariente del hipocampo, y el tiburón nodriza gris. También ellos están bajo la presión de la contaminación, el tráfico marítimo y la pérdida de hábitat debido a las tormentas y a la construcción costera.
“Es bueno conseguir el apoyo y el interés de la población. Los caballitos de mar son un vehículo útil para alertar a la gente cuando el puerto está en problemas”, explica David Booth, profesor de ecología marina de la Universidad de Tecnología de Sídney, que también está trabajando en el proyecto.
Los hoteles se han convertido en una atracción para los buceadores que esperan poder ver a estas pequeñas, pero casi míticas criaturas.
Este texto apareció originalmente en DW, puedes ver el original aquí.
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