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La capacidad de capturar las emisiones de carbono creadas a través de la quema de combustibles fósiles ha sido de gran importancia emocional y existencial para los ejecutivos, inversionistas y defensores de la industria de los combustibles fósiles durante muchas décadas. Para ellos, parece defenderse de una preocupación pública, la acción climática, al tiempo que retiene el beneficio privado, los ingresos que fluyen de la excavación y la quema de combustibles fósiles.
Está de nuevo en el centro de atención, canalizado ahora a través de la lente del uso de combustibles fósiles para producir hidrógeno. Pero ahora tenemos décadas de datos sobre si la tecnología ha cumplido las promesas del pasado, y estos deberían alimentar nuestra visión de los futuros prometidos de hoy.
Recientemente, la Agencia Internacional de Energía (AIE) lanzó un escenario que realmente sacudió las cosas. Fue un escenario que modeló lo que se requiere para alcanzar cero emisiones netas para 2050, es decir, para que el mundo se alinee con 1.5°C de calentamiento global, en relación con los niveles preindustriales.
Como sabemos por muchos escenarios anteriores, es un gran problema. Significa detener la exploración de nuevos campos de petróleo y gas, cancelar todas las nuevas minas de carbón, cerrar las plantas de carbón antes de 2030 en las economías avanzadas y en todo el mundo para 2040.
Pero enterrados en los detalles, surgen algunos factores interesantes. Para reemplazar la energía suministrada por combustibles fósiles, se requiere una gran construcción de energía eólica y solar, junto con la electrificación de cosas como automóviles, hogares e industria para que funcionen con esas tecnologías. El cambio en la energía eólica y solar se ve así:
Esa es una aceleración relativamente pronunciada de la cantidad de nueva electricidad requerida de la energía eólica y solar, en el escenario de la IEA.
Este texto apareció originalmente en Medium, puedes ver el original en inglés aquí.
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