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Uno de los grandes retos que afronta la humanidad en los años venideros, es el rápido consumo de la energía no renovable y el lento desarrollo de otras fuentes de energía renovable, aunque esto está cambiando poco a poco en este siglo.
Existen muchas propuestas para resolver este inconveniente, unas más viables que otras. Una de ellas es la energía azul, una técnica de obtención de energía que no es nueva, de hecho, data de los años 70, sin embargo, debido a su coste y requerimientos tecnológicos no pudo ser demasiado desarrollada en esa época. Se calcula que con esta energía se puede abastecer hasta un 40% de la demanda mundial de energía.
Esta energía azul surge del mar y los ríos, quienes a su vez ya son fuente de energías limpias gracias a las plantas hidroeléctricas y mareomotrices. En este caso, la osmótica (conocida como energía azul), hace uso de la cantidad de energía que es liberada cuando el agua dulce entra en contacto con el agua marina. La diferencia de salinidad entre estos dos tipos de agua, crean una fuente de energía renovable.
Este proceso consiste en la permeación de agua con baja salinidad a otra con mucha salinidad bajo grandes presiones. Mientras mayor sea la diferencia salina entre ambas soluciones, se podrá obtener una presión mayor generando aún más energía.
Uno de los elementos más importantes de esta técnica de producción de energía es una membrana semipermeable especial que se encarga de separar ambas soluciones, que permite que la cámara que contiene el agua dulce fluya hacia la cámara con el agua salada, lo que aumenta la presión que puede ser utilizada para mover una turbina que genera electricidad. El único residuo es el agua salada.
Este elemento era el principal obstáculo. Esta membrana tenía un coste muy alto, pero en los últimos años ha surgido una nueva basada en plástico eléctricamente modificado que ha abaratado sus costes de producción dando una nueva oportunidad a la energía azul.
Cuando se pone una membrana semi-permeable (permite el paso del agua pero retiene los iones de sal), entre 2 tanques que contienen agua dulce y salada, se observa un flujo neto de agua hacia el lado del agua salada. Si el tanque de agua salada tiene un volumen fijo, la presión se incrementaría hasta un máximo teórico de 26. Esta presión es equivalente a una columna de agua de unos 270 metros de altura. Ese agua a presión es la que se usa para generar energía renovable.
La empresa noruega Statkraft investiga desde 1993 las posibilidades de la energía azul para la generación de energía limpia. La empresa noruega inauguró en 2009 una planta piloto en las instalaciones de Södra Cell Tofte, un fabricante de papel de la ciudad de Hurum, en un estuario a 60 kilómetros de Oslo. La previsión es tenerla operativa a principios del año que viene.
En el 2014, Holanda se anotó en la historia como el primer país en alojar una planta comercial de energía azul, aunque esta serviría más como un piloto de lo que podría ser el futuro de las energía renovable. El objetivo principal es averiguar la capacidad real de este método de obtención de energía en una pequeña escala. Los especialistas a cargo de esta planta estiman que para el 2020, este tipo de tecnología podría comercializarse lo suficiente para significar una fuente de energía viable. Unos de los grandes beneficios de este tipo de generación de energía es que funciona las 24 horas del día, a diferencia de la solar y la eólica, que necesita de condiciones de viento favorables.
Los holandeses consideran que en un futuro próximo se podría abastecer hasta el 50% de la energía que necesita el país a través de esta tecnología, sin afectar un caudal mínimo de los ríos que permita la vida de los peces y el uso de transporte marítimo. Esta prueba generará unos 50 megavatios en su fase inicial, lo equivalente a unos cien hogares.
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