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Sin ser un ambientalista activo, a Gregg Segal, un fotógrafo norteamericano, le chocaba la idea de nuestra relación con la “invisible” basura. En Estados Unidos, cuatro millones de toneladas de desperdicios se van semanalmente en camiones lejos de los ojos de quienes las produjeron, limpiando no solamente las calles, sino también sus conciencias.
Una vez que esa bolsa llena de residuos y material desechable deja de existir en nuestro entorno cercano, también deja de ser una preocupación, desentendiéndonos de su impacto ambiental. Pero no para Segal… y por eso se le ocurrió un experimento que para crear consciencia sobre el impacto que tiene nuestro modo de consumir y la relevancia que tiene lo que haga cada uno nosotros por cuidar el medio ambiente.
Durante una semana, el fotógrafo le pidió a familias de distintos tamaños y niveles socioeconómicos, que en vez de botar la basura, la guardaran. Todo. Cada caja de pizza y cascara de plátano. Luego, tendrían que acostarse con ella en ambientes naturales para así plasmar la íntima relación que tiene la basura que generamos con la preocupación ambiental que existe. Unos lo hicieron voluntariamente, otros por una suma de dinero, pero el resultado fue igualmente impactante.
Este texto apareció originalmente en El Definido, puedes encontrar el original aquí.
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