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¿Y si tu botella de champú o tu vajilla pudieran capturar CO2? Es lo que se han planteado dos diseñadores holandeses que, además, ponen sobre la mesa una alternativa que podría ser revolucionaria. Para ello, han creado un nuevo material a base de algas que podría emplearse como materia prima para fabricar mediante impresión 3D prácticamente cualquier objeto.
La propuesta no solo podría mitigar esa gran plaga que se expande alrededor del mundo, la del uso de productos plásticos, sino que permitiría que decenas de utensilios del día a día absorbieran las emisiones contaminantes. De hecho, Eric Klarenbeek y Maartje Dros, impulsores de esta innovadora idea, no se contentan con eso de ‘decenas de utensilios’.
“Todo lo que nos rodea (productos, casas y autos) puede capturar CO2. Si pensamos en esos términos, los fabricantes podrían provocar una revolución. Se trata de pensar más allá de la huella de carbono: en vez de cero emisiones, necesitamos emisiones negativas”, aseguran.
De ese deseo de ir más allá y de buscar caminos que se desliguen de las formas de producción dominantes, que impactan sobre el medio ambiente tanto por los materiales empleados, como por sus procesos y sus necesidades de transporte, nace esta iniciativa que empieza ya a dar sus frutos.
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De hecho, tras más de tres años de investigaciones, estos diseñadores se han lanzado a la reproducción a base de algas de la cristalería del Museo de Arles, localidad francesa en la que la LUMA Foundation ha lanzado un laboratorio para profundizar en la investigación y la producción de este innovador material.
En él desarrollan sus trabajos estos dos licenciados por la academia de diseño de Eindhoven que cultivan las algas en laboratorio para, a continuación, secarlas y procesarlas para obtener de ellas un material apto para su uso para la impresión de objetos en 3D. Según detallan, el secreto de esta materia prima es una fécula que ciertas algas producen durante su crecimiento que “es perfecta para los diseñadores de productos”.
Tanto es así que los promotores de esta alternativa a los materiales producidos a partir de combustibles fósiles aseguran que pueden fabricar “cualquier cosa con este polímero de alga: desde botellas de champú, hasta vajillas o cubos de la basura”. La transformación sería significativa puesto que los productos se fabricarían a nivel local, serían biodegradables y, más allá, contribuirían a capturar las emisiones de CO2.
“Las algas pueden filtrar rápidamente el CO2 del mar o de la atmósfera. Crecen absorbiendo carbono y liberando oxígeno, es decir, aire limpio”, explican.
Y en que este novedoso material se extienda seguirá trabajando este equipo de holandeses que se ha fijado ya un primer objetivo: conseguir que todos los restaurantes y servicios de catering de su ciudad utilicen materiales para la mesa producidos en su laboratorio y a base de algas.
Este no es el primer proyecto de la pareja de diseñadores que avanza en esta dirección. De hecho, su búsqueda de nuevos materiales para el diseño de productos les llevó en 2011 a apostar por la impresión 3D de micelios, los filamentos a través de los que se nutren los hongos, precisamente con ese fin. La idea ha fructificado en una startup, KROWN, que comercializa productos de todo tipo, desde mesas, hasta paneles para el aislamiento, creados a partir de desechos orgánicos y biomateriales.
Este texto apareció originalmente en EcoInventos, puedes encontrar el original aquí.
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