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Como parte de los trabajos de la cátedra de Investigación Mejoramiento de plantas comestibles, especialistas de la UNAM seleccionan y evalúan pastos resistentes a la falta de agua, para contribuir a solucionar la escasez de forraje en zonas del país que sufren algún grado de sequía, en particular en los estados del norte y del centro.
Además, estos pastos son una opción para remediar suelos contaminados por metales pesados como resultado de las actividades mineras.
José Luis Sánchez Millán, Ricardo Santiago Díaz y Manuel E. García de la Rosa, académicos de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán; Federico García Jiménez, del Instituto de Química (IQ), así como Yolanda Castells García, de la Facultad de Química (FQ), forman parte del equipo que realiza este trabajo.
Los pastos utilizados en el estudio fueron aislados de una población grande que resistió una sequía severa con temperaturas de hasta 42 grados y sembrados en macetas que contenían suelos contaminados por metales pesados de la zona minera de Zimapán, Hidalgo. En cada una de ellas se colocaron 20 plantas.
El trabajo se realizó a partir de abril de 2011 con una variación hídrica en el suelo de 100, 60 y 30 por ciento de capacidad de campo, es decir, la máxima cantidad de agua que puede retener el suelo. Se hicieron disminuciones hídricas paulatinas hasta llegar a 30 por ciento del líquido, con la simulación de una sequía extrema, lo que los hace plantas capaces de adaptarse en un 60 a 80 por ciento a zonas del territorio que sufre este fenómeno, indicó Sánchez Millán.
A lo largo del proceso hubo plantas muertas, en particular de la variedad Orchard, pero otras (de la variedad Alta fescue) resistieron condiciones extremas inducidas, “lo que nos habla de que tienen un bagaje genético que los hace resistentes”, apuntó el especialista.
Los resultados obtenidos hasta ahora son importantes, pues al mostrar vigor ante la toxicidad de los metales pesados contenidos en el sustrato “se abre un panorama adicional al de la resistencia a la sequía, pues podrían convertirse en una cobertura vegetal en los depósitos de los residuos de minería y evitar la dispersión de contaminantes. Son muy pocas las plantas que logran sobrevivir en este ambiente tan hostil y estos pastos lo hacen”.
Si bien lo hecho hasta el momento es una primera aproximación, “nos alienta mucho, pues podría ser una opción de fitorremediación de suelos contaminados por metales pesados; además, la resistencia hídrica mostrada por las plantas en invernadero las hace una alternativa a la escasez de forraje en zonas afectadas por sequía”.
Por su parte, Ricardo Santiago Díaz aclaró que ésta sería una aportación para ciertas zonas del país, con características específicas. “No hablamos de regiones altamente desérticas, sino donde puedan crecer estas variedades; de lo que se trata es de recuperar los suelos y detener la sequía”.
A nivel internacional, concluyó, se ha reportado el crecimiento de plantas como la mostaza en zonas dañadas por metales, pero esta especie, a diferencia de los pastos, no hace cobertura.
Este proyecto sobre fitorremediación de suelos contaminados se realiza en colaboración con el especialista en química ambiental, Arturo Aguirre Gómez, también académico de la FES Cuautitlán.
Este texto apareció originalmente en La Jornada.
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