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Según un nuevo informe de la oficina de Relaciones Exteriores de Alemania, el cambio climático está ayudando al terrorismo y al crimen organizado a prosperar en los estados frágiles, impulsando el reclutamiento para grupos como Boko Haram e ISIS.
El informe del ThinkTank Adelphi de Berlín, argumenta que los grupos terroristas explotarán los desastres naturales y la escasez de agua y alimentos que se esperan como resultado del cambio climático pues les permitan reclutar más fácilmente, operar más libremente y controlar las poblaciones civiles.
“Los grupos terroristas utilizan cada vez más los recursos naturales –como el agua- como arma de guerra, controlan el acceso a ella, agravan aún más y exacerban la escasez de recursos”, escribe Lukas Rüttinger en el informe titulado Calentamiento Global: Insurgencia, Terrorismo y Crimen Organizado.
Cuando los recursos son escasos se convierten en poder a los que los controlan, especialmente en las regiones donde las personas dependen particularmente de los recursos naturales para su sustento.
“A medida que el cambio climático afecta la seguridad alimentaria y la disponibilidad de agua y tierra, las personas afectadas serán más vulnerables no sólo a los impactos negativos del clima, sino también al reclutamiento por grupos terroristas que ofrezcan medios de vida alternativos e incentivos económicos”.
El informe de Adelphi cita varios ejemplos donde los impactos del cambio climático ya están estimulando o exacerbando el terrorismo.
En la región asolada por la sequía alrededor del Lago Chad en África Central, la escasez de alimentos y agua, el colapso casi económico y los gobiernos débiles están proporcionando un terreno de reclutamiento para el grupo fundamentalista islamista Boko Haram.
En el noreste de Nigeria, la región más cercana al Lago Chad y donde Boko Haram es más fuerte, el 71.5% de la población vive en pobreza y más del 50% está desnutrido. Este tipo de privación económica proporciona un caldo de cultivo ideal para el reclutamiento por Boko Haram.
En Siria vive una guerra civil con ISIS que no fue causada, pero sí exacerbada por una de las peores y más amplias sequías de la historia del país, que expulsó a cientos de miles de personas de la tierra y envió a millones a la pobreza extrema. Provocando inseguridad alimentaria.
ISIS está usando el agua como arma de guerra, argumenta el informe, controlando las presas para dañar a los enemigos y expandir su propio territorio.
“En 2015, el Estado Islámico cerró las puertas de la presa de Ramadi para atacar más fácilmente a las fuerzas del régimen. Usar el agua como un arma también puede tomar la forma de utilizarla como fuente de financiamiento mediante la tributación, como lo hizo ISIS en Raqqa. En otros casos, Isis no cortó el suministro, sino que usó agua para inundar tierras para expulsar a la gente de sus hogares.”
Sherri Goodman, subsecretaria de Defensa de Estados Unidos, dijo a The Guardian este mes que el cambio climático era un “multiplicador de amenazas” para regiones inestables de todo el mundo, pero que sus impactos se sentirían a nivel mundial y por países distantes del conflicto fuente.
“El clima es un multiplicador de la amenaza porque agrava otras tensiones y conflictos que ya existen.”
Militares de todo el mundo, a través de las Américas, Reino Unido, Europa y Asia Pacífico, han destacado el impacto “multiplicador de amenazas” del cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos.
El Consejo Consultivo Militar Mundial sobre el Cambio Climático ha advertido que el impacto del calentamiento global impulsará movimientos masivos de refugiados de “una escala inimaginable”, y que el clima representa “la mayor amenaza para la seguridad del siglo XXI”.
Este texto fue escrito por Climate Nexus y apareció originalmente en EcoWatch, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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