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El paisaje del condado de West Pokot, Kenia (África), se parece a Marte. Se observa arcilla roja, rocas y a lo lejos hay una montaña sin un solo árbol, parece un peñasco gigante sin gracia.
Stephen Long’uriareng de 80 años camina dos horas para llevar a sus vacas y cabras a un agujero de riego, el cual tiene solo una presa donde el agua de la lluvia se mezcla con el barro. Para Stephen, ese lugar no es el mismo, no cuando ella era niña.
“Todo este lugar solía ser verde con muchos pastos, no había sequía”, dijo.
De hecho, los pastores nómadas han vivido de las vastas extensiones de hierba en el Valle del Rift por siglos. Durante años, nada cambió mucho por ahí. Sólo el 3% tiene electricidad y más de la mitad de la población no está formalmente educada. Eso significa que para muchas personas el pastoreo es la única forma de supervivencia que conocen. Pero recientemente, a medida que el clima ha cambiado, la hierba ha muerto y un modo de vida que ha existido durante siglos está en peligro.
James Tukay tiene sólo 45 años, pero ha visto sequía tras sequía.
“No puedo explicar lo que está pasando, no entiendo por qué el clima está cambiando”, dijo. Tukay señala las oscuras nubes colgadas sobre las montañas. Puede ver la lluvia y sentirla, pero nunca cae, dijo. “Es desgarrador, pero no tenemos otra opción, no tenemos más que sobrevivir”.
Caroline Mwongera, científica del Centro Internacional de Agricultura Tropical de Nairobi, especializada en cómo afecta el clima a la agricultura, estudia el norte de Kenia. Ella ha encontrado que en la región, las temperaturas han aumentado cerca de medio grado centígrado, la precipitación ha disminuido y ahora hay una sequía una vez cada tres años; su análisis cubre décadas de datos.
“Así que vemos que ésta es una tendencia, que no es un solo evento”, dijo. “No se trata del clima, sino de un cambio climático”.
Mwongera dijo que una de las razones por las que los efectos del cambio climático son tan visibles por aquí es porque este era un ambiente difícil para empezar.
“Por lo tanto, si usted compone los efectos del cambio climático en eso, entonces tendrá un mayor impacto y la gente puede sentirlo más fuerte que en otras regiones”, dijo.
William Okira, ministro de agricultura y ganadería del condado, dijo que la reacción de la gente al cambio climático también ha empeorado la situación. El aumento de la temperatura coincidió con una época en la que los pastores tenían muchos animales. Eso llevó al pastoreo excesivo, que tensionó la tierra y cuando los animales empezaron a morir de hambre, los pastores se volvieron a cortar árboles para hacer y vender carbón.
Sin árboles, hubo más erosión y arbustos espinosos comenzaron a crecer en lugar de pastos. Significaba que el lugar pasaba de ser una típica sabana africana a una árida maleza. La conclusión, dijo Okira, es que el pastoreo nómada tradicional, lo que la gente lleva haciendo durante siglos, ya no funcionará.
“Ahora estamos tratando de ver cómo podemos cambiar este ambiente para poder sostener el ganado”, dijo.
El gobierno inició una serie de programas para educar a los pastores cómo cultivar pasto exótico y cómo mantener vivo un número pequeño de vacas utilizando granos almacenados. También los están alentando a sustituirlas por animales más resistentes. “Ahora les decimos que mantengan camellos”, dijo Okira.
El cambio es muy fácil de ver. En la cima de las montañas, todavía es verde y fértil, pero al descender a las tierras bajas, el paisaje cambia. El suelo se vuelve rojo brillante y el viento comienza a levantar el polvo. La única forma en que los pastores están obteniendo agua es en pozos excavados a varios metros de profundidad por el gobierno o grupos de ayuda.
Rael Korkapel había traído sus animales a uno de esos pozos. Ella tiene cerca de cinco vacas, pero ahora la mayoría son cabras, porque comen arbustos y hojas que las vacas no les gustan o no alcanzan.
Lastimosamente la sequía se ha extendido y hasta las cabras se están muriendo de hambre. A los 65 años, ella dice que no había visto nada parecido a esto. Ella siempre pensó que sus hijos y nietos crecerían y vivirían del pastoreo. Pero ahora, está dispuesta a darse por vencida, practicaría la agricultura para sobrevivir.
Pauline Korkapel, dijo que si no fuera por la ayuda alimentaria del gobierno, no está segura de cómo sobrevivirían. El lugar parece estar abandonado, ella dijo que no puede imaginar cómo cualquier tipo de hierba exótica podría crecer ahí y ella no puede imaginarse siendo una granjera.
“Muchos de nosotros, no nos centramos tanto en los negocios”, dijo Korkapel. “Sólo somos ganaderos y nacimos para ser ganaderos, así que no podemos cambiar”.
Solo una cosa queda clara, de seguir viviendo como viven, terminarán como las vacas que aparecen muertas en la mañana después de alimentarse de pasto seco que les hace daño.
Este texto apareció originalmente en National Public Radio (NPR), puedes encontrar el original en inglés aquí.
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