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El 2016 se convirtió en un año de récords. Y no justamente del tipo que se celebran con medallas y podios, sino con vergüenza y tristeza, de los que se combaten con trabajo, esfuerzo y responsabilidad. El año pasado, la Tierra vivió su año más cálido desde que hay registros. A su vez, nuestro planeta entró en una nueva era climática como consecuencia de la acumulación en la atmósfera de gases de efecto invernadero, superando definitivamente la barrera de las 400 partes por millón de dióxido de carbono por primera vez en casi 1 millón de años.
Estos fueron los registros más conocidos y difundidos, pero no nos quedamos ahí. Más cifras estratosféricas relacionadas con el cambio climático marcaron sus topes el año pasado. Alguno de estos registros fueron recogidos en el informe anual State of the Climate, recogido en el American Meteorological Society.
Pese a haber sido menos conocidos, la comunidad científica ve con preocupación las cifras que se batieron en 2016. Como la registrada en el Mar de Barents (en el norte de Noruega y Rusia), donde durante el pasado agosto se registró una temperatura 11ºC por encima del promedio.
Estos picos de altas temperaturas del agua también se registraron en el mar de Chukchi de Alaska y en las aguas del oeste de Groenlandia, donde los termómetros llegaron a marcar unos 10ºC por encima de lo habitual.
Además, el nivel del mar también marcó registros récord en 2016, así como la temperatura de la superficie de mares y océanos. Comparado con el nivel del mar registrado en 1993, anterior récord, 2016 subió el nivel en unos 8.2 cm.
El nivel del mar a escala global se elevó en 2014 el 50% más rápido que en 1993. Una cuarta parte de este fenómeno se debió en 2014 al rápido deshielo de Groenlandia, según un nuevo estudio de investigadores de China, Australia, Reino Unido y Estados Unidos que publica la revista Nature Climate Change .
Uno de los puntos de la Tierra más sensibles a las variaciones climáticas causadas por el calentamiento global es el Ártico. 2016 fue dramático para esa zona, ya que fue el año con menos hielo de toda la historia. No solo eso, sino que en otoño, por ejemplo, se registraron temperaturas 20 grados superiores a lo habitual.
Durante todo el año, la temperatura media de la superficie de la tierra en el Ártico fue 2ºC superior a la del promedio del periodo comprendido entre 1981 y 2010. Además, se ha registrado un aumento de 3.5º desde 1900.
El permafrost también está amenazado. La capa de hielo permanentemente congelada en el Ártico se está descongelando, un 20% más de lo que se calculaba en un principio. Durante 2016, se detectaron las temperaturas más elevadas en esta capa debajo de la superficie terrestre.
El año pasado “fue un año como nunca antes habíamos visto en el Ártico”, destaca Jeremy Mathis, director del programa de investigación del Ártico de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) y autor del informe.
Tal y como remarca Mathis, la tasa de calentamiento en el Ártico, que es el doble de rápida que en el resto del planeta, tiene importantes impactos en los ecosistemas locales, pero también impulsa el calentamiento en toda la Tierra.
Más récords. Por trigésimo séptimo año consecutivo, los glaciares alpinos se retiraron por todo el mundo. Los hielos de las principales islas del archipiélago de Svalbard, en el Océano Glacial Ártico, han retrocedido entre un 12% y un 16% desde la Pequeña Edad del Hielo, hace apenas 100 años. En concreto, la isla de Spitsbergen ha perdido un 12.8% de hielo, mientras que las de Barentsoya y Edgeoya han visto un retroceso de hielo del 16.7%. Finalmente, Nordaustlandet ha perdido el 13.4% del hielo.
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