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Incluso si Estados Unidos se retira del acuerdo internacional para limitar el cambio climático, pues bueno, las naciones no son las únicas protagonistas. Si cada ciudad con una población de más de 100,000 habitantes ‘se pusiera de pie’ y decidiera actuar, ellas podrían representar el 40% de las reducciones requeridas.
“Para esto se requiere una acción drástica en los próximos tres o cuatro años”, dice Michael Doust, director del programa de medición y planificación en C40, una coalición de 90 ciudades que tratan de luchar contra el cambio climático. “Las decisiones que los líderes de cada ciudad tomarán, realmente van a marcar las pautas para el cambio”.
Así que después del informe del año pasado, Deadline 2020, en el que C40 detallaba las reducciones que las ciudades tendrían que hacer para mantener el calentamiento por debajo de 1.5°C para 2050, muchos líderes de la ciudad tenían una pregunta crítica: ¿Cómo?
En “C40 Talks”, parte de una serie de eventos de la Semana del Clima en Nueva York (EE. UU.), las ciudades del grupo C40 anunciaron un paso hacia una respuesta a esa pregunta, con planes para el equipo de liderazgo (Nueva York, París, Ciudad de México, Durban, entre otras) para preparar y compartir guías detalladas, con relación al clima, para todos los demás. Los planes en sí no se han revelado todavía. Se suponía que Nueva York estaría lista para el anuncio, pero luego se pospuso. Los planes de Londres y París deben ser presentados en la primera mitad de 2018, y las otras ciudades seguirán en la segunda mitad.
Las ciudades pueden ser iguales en tamaño, topografía, y soporte económico, pero en realidad cada una es diferente. Así que si bien compartir información es probablemente la mejor manera de cumplir los objetivos de reducción de París, no será tarea fácil.
“Algunas ciudades tienen muy pocas fuentes de energía, como Toronto (Canadá) o Londres (Reino Unido), ciudades como San Francisco (EE. UU.) tienen más fuentes de energía e influencia. La capacidad de descarbonizar la red eléctrica es muy importante, pero en muchos casos ese poder recae en el gobierno nacional”, dijo Doust.
Las ciudades, por otro lado, a menudo pueden hacer cosas como construir infraestructura para vehículos eléctricos, o hacer valer los códigos de construcción más eficientes en energía.
Mientras tanto, las megaciudades en desarrollo en el sur del planeta se enfrentan a diferentes problemas que las ciudades en Europa y América del Norte. Si los seres humanos van a limitar el calentamiento, todo el mundo va a tener que hacer recortes masivos en los gases de efecto invernadero. Tomar las mejores ideas de otras ciudades y ponerlas en práctica podría ser la mejor ruta.
Incluso antes de los planes del C40, los científicos ya tienen algunas ideas. El verdadero problema, sin embargo, será saber si algunas ciudades lo están haciendo bien, si están planificando adecuadamente.
“PuedeS hacer las políticas de transporte que muchas ciudades hacen. Puedes aprovechar los códigos de construcción”, comentó Kevin Gurney, biogeoquímico en la Universidad Estatal de Arizona (EE. UU.) que estudia los ciclos de carbono urbano. “Pero si quieres ir más allá de eso, necesitas más información de la que normalmente está disponible”.
En la actualidad, la mayoría de las ciudades dependen en información con un enfoque ascendente o estimaciones hechas con mayor o menor grado de precisión basadas en cosas como el número total de automóviles, el total de kilómetros de una carretera o la cantidad de calefacción y aceite usado. Las ecuaciones para calcular las emisiones de efecto invernadero que resultan son bastante estándar. El truco es qué tan buenos son los datos.
Incluso si usted tiene un control en las emisiones previsibles, también tendrá sorpresas, como fracasos impredecibles del sistema. “Esto implicaría cosas como fugas de gas de vertederos o sitios de gestión de residuos que no están funcionando como se pretende”, dijo Riley Duren, co-investigador principal del Proyecto de Carbono de Megaciudades en el Laboratorio de Propulsión a Chorro.
“Así que una pregunta general que se podría plantear es, ¿qué domina la huella de gases de efecto invernadero de una ciudad? ¿Es una actividad normal como el tráfico, la calefacción o la generación eléctrica local, o es el mal funcionamiento y las fugas existentes?”
Un mejor monitoreo podría, sin duda, mejorar este tipo de datos. Al conocer la ubicación exacta de los puntos críticos de emisiones, los legisladores sabrían dónde enfocar sus esfuerzos.
“Creo que actualmente muchos de los informes de gases de efecto invernadero para las ciudades es un inventario con enfoque ascendente que no cuenta con datos independientes que prueban cuán sólidas son las suposiciones”, dijo Lucy Hutyra, biogeoquímica en la Universidad de Boston (Estados Unidos) que trabajó en un proyecto de mapeo de emisiones en intersecciones individuales en las carreteras de Boston usando datos GPS de teléfonos celulares.
“Estamos en un punto, como una comunidad de científicos y profesionales, en el que estamos dispuestos a afrontar eso con datos y observaciones”.
Una cosa que ayudaría aún más sería el monitoreo de las emisiones por satélite. Ese es el tipo de datos que, combinados con inventarios con enfoques ascendentes, podrían producir modelos para que cada ciudad utilizara. “Tal vez se podría tener una base de datos de qué es lo que impulsa las emisiones en cada ciudad”, dijo Duren, “así cada una se podría preguntar qué es aplicable o si tiene que ajustar su conteo”.
Lo bueno es que “mientras que el C40 está lanzando los planes de acción del clima de las ciudades claves, los científicos están exponiendo las bases de los modelos para hacer algunas de las mismas comparaciones”, dijo Hutyra.
Esto es importante, porque al final, la ejecutabilidad y verificabilidad serán la clave. Todas las promesas y coaliciones en el mundo no importan si las ciudades no saben lo que necesitan hacer, o no pueden hacer.
“No es sólo un documento visionario, sino una declaración bien pensada de que podemos confiar en que la ciudad cumplirá”, comentó Doust.
Este texto apareció originalmente en Wired, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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