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Los siete jóvenes que viajan a bordo del Peace Boat tienen algo en común: las islas donde viven se están hundiendo. El mar se las tragará en apenas unas décadas si el nivel de los océanos sigue subiendo a causa del deshielo. Su viaje, que inició en Barcelona (España), será una travesía que les llevará por varios países del mundo, donde compartirán su experiencia con otros jóvenes. Al finalizar en Nueva York, intervendrán ante las Naciones Unidas para lanzar un mensaje a los representantes de todos los países del mundo; mientras en Occidente se sigue discutiendo si el cambio climático es o no es real, huracanes e inundaciones destrozan año tras año las ciudades, las costas y los campos de sus islas.
La responsable de este viaje es la ONG japonesa Peace Boat, que desde 1987 organiza cruceros para que activistas y testimonios de todo tipo de catástrofes puedan dar a conocer su experiencia alrededor del mundo. Este es el viaje número 95 de la ONG y diez colegios de Cataluña (España) fueron invitados para conocer a los siete jóvenes activistas a bordo del barco. Lo primero que hicieron algunos de ellos fue preguntar al auditorio si sabían dónde estaban sus países de origen.
“¿Alguien tiene idea de dónde está Kiribati?”, preguntó Matea Naruto, de 23 años. Solo tres personas de casi 300 levantaron la mano.
Con las Maldivas hubo un poco más de suerte. Aun así, pocos conocían la difícil situación que atraviesan las islas. “Están a punto de desaparecer. Cada vez que llueve, nos queda menos tierra donde vivir”, explicó la fotoperiodista Aswa Faheem, que en 2016 recibió el premio a la Mejor Mujer Profesional de la asociación Woman on Boards.
Selina Leem, nació en las Islas Marshall hace 19 años. “Mi país es muy plano, por lo que un centímetro más de agua nos quita mucho terreno”, explicó Leem.
La historia que contó la beliceña Zana Kristen fue impactante. “El día de mi cumpleaños de hace cinco o seis años, un huracán arrasó mi país. La capital quedó en ruinas, y a raíz de eso mucha gente se quedó en la calle”, recuerda.
Cada uno de los siete activistas, a quienes Peace Boat ha bautizado como “Jóvenes Embajadores de los Océanos y el Clima”, tiene un perfil distinto. Algunos luchan desde los gobiernos de sus países, mientras que otros han seguido su camino como activistas en la facultad. A sus 22 años, Tisha Parkinson es graduada en Biología y Administración de Recursos Naturales del Medio Ambiente. Ella se dirigió directamente a los estudiantes para pedirles que no olviden ni a su país, Trinidad y Tobago, ni a los de sus compañeros.
“Ustedes y yo tenemos dos cosas en común. Somos estudiantes y, en menor o mayor medida, estamos afectados por el cambio climático”, comentó.
La representante de Fiji, Kya Lal, también posee una licenciatura en estudios del Pacífico y Derecho ambiental. Como experta en medio ambiente, algunos alumnos le preguntaron qué pensaba de la posibilidad de enviar al espacio las diez millones de toneladas de basura que se vierten en los océanos cada año. Lal comentó que no le parecía la mejor opción.
“Me recuerda un poco a la película del robot Wall·e. Si solo nos preocupamos de hacer desaparecer aquello que nos molesta, no va cambiar nada”.
La representante de Seychelles, Shafira Charlette, lo resumía de este modo apenas unos minutos antes: “Debemos buscar nuevos modelos económicos y comerciales. Nosotros los jóvenes somos el futuro. El planeta depende de nosotros”.
Este texto apareció originalmente en el diario El País, puedes encontrar el original aquí.
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