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Mantener una casa, un hospital o un centro comercial refrigerados durante el verano tiene un coste importante en consumo de energía y en emisiones que, además, todos los expertos coinciden en que irá al alza. Para intentar que las expectativas no se cumplan, un equipo científico trabaja en un aire acondicionado eco-friendly que podría reducir en un 40% las emisiones y la necesidad de energía. Como nota curiosa, que suma puntos a la sostenibilidad del sistema, tiene capacidad para aportar hasta 15 litros de agua potable al día.
Esta última fortaleza se suma al esfuerzo de usar los recursos más responsablemente, y este avance es un ejemplo de ello. Sobre él trabajan investigadores de la Universidad Nacional de Singapur (NUS), que creen haber dado con un sistema que podría ser el “punto de partida de la próxima generación de equipos de aire acondicionado”, en palabras del profesor que lidera el proyecto, Ernest Chua.
La apertura de una nueva vía se perfila como necesaria, entre otros aspectos porque los aires acondicionados siguen funcionando en buena medida bajo los mismos principios con los que se crearon en 1902. Con esto, el consumo excesivo de energía y el impacto sobre el medio ambiente están servidos. Tanto es así, que algunas estimaciones apuntan a que los gases fluorados que se emplean para refrigerar estarán detrás de casi un quinto de las emisiones globales en 2050.
Para reducir al máximo ese porcentaje, surge este sistema para la refrigeración amistoso con el medio ambiente que puede llevar la temperatura del aire hasta los 18°C y que lo hace además dejando para la historia el uso de hidrofluorocarbonos u otras sustancias análogas. Este nuevo diseño no necesita ni compresores de aire de alto consumo, ni agentes químicos para la refrigeración.
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Entonces, ¿cómo logra aclimatar las estancias? Con dos novedades creadas por estos científicos para, de un lado, eliminar la humedad del aire y, del otro, enfriarlo. La primera función la cumple el nuevo equipo propuesto con una membrana creada con un material semejante al papel. A continuación entra en juego la fase de refrigeración, para la que se apuesta sencillamente por el agua.
Este recurso es el medio empleado en el sistema de punto de condensación que baja la temperatura del aire. Además de hacerlo “sin químicos dañinos”, explican los inventores, este proceso se logra sin liberar aire caliente al ambiente. Con todo esto, y ese extra para aportar agua potable, este mecanismo podría emplearse en cualquier parte del mundo, ya que puede adaptarse a todo tipo de clima. Además, es apto para exteriores y para interiores, sean estos viviendas, centros comerciales, hospitales o aviones.
Entre los próximos pasos en la agenda de este equipo científico, repensar el diseño para que sea todavía más respetuoso con el medio ambiente, y la incorporación de funciones inteligentes, por ejemplo para medir la eficiencia energética en tiempo real.
De ahí, los impulsores esperan encontrar socios en la industria que contribuyan a que esta tecnología entre en fase comercial. Si lo logra, puede jugar un papel destacado en la optimización del uso de la energía y en la reducción de emisiones a la atmósfera.
Este texto apareció originalmente en EcoInventos, puedes encontrar el original aquí.
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