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En el punto más álgido de la Guerra Fría, hace aproximadamente 60 años, Estados Unidos diseñó una red de sitios móviles para el lanzamiento de misiles nucleares bajo las capas de hielo de Groenlandia. El objetivo era prepararse para una posible guerra con la Unión Soviética. Uno de estos sitios era Camp Century, que pertenecía al Proyecto Iceworm. Los soldados vivían en el hielo con el solo propósito de prevenir que la base fuera cubierta completamente por la nieve, informó Motherboard.
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Mientras el Proyecto Iceworm finalizaba, la base de Camp Century fue cerrada y abandonada en 1967. Los planificadores militares a cargo del proyecto en aquel entonces, asumieron que el material peligroso de la base, incluyendo combustibles y refrigerantes radiactivos, se mantendrían enterrados bajo la espesa capa de hielo de Groenlandia para siempre.
No obstante, las temperaturas están aumentando en estas tierras debido al cambio climático y contaminantes peligrosos amenazan con resurgir del hielo, poniendo en riesgo a los habitantes de Groenlandia y alrededores.
Según un informe publicado por el Pentágono este año, Camp Century no es la única instalación militar de EE. UU. en el exterior amenazada por el cambio climático: más de la mitad de las bases militares de Washington a lo largo y ancho del mundo podrían estar en riesgo.
Con todo, el Proyecto Iceworm es un caso de estudio útil, según Jeff Colgan, profesor asociado de ciencias políticas y estudios internacionales de la Universidad de Brown (EE. UU.). Para el especialista, la pregunta de quién debería hacerse responsable del destino de Camp Century se ha convertido en una controversia política porque no está nada claro a quién le corresponde limpiar la zona.
En un nuevo informe publicado en Global Environmental Politics, Colgan evalúa el impacto del cambio climático en las bases militares como un problema político y diplomático, aparte del punto ambiental del fenómeno. Debido a que Camp Century fue el resultado de un tratado entre Dinamarca y EE. UU., en ese momento Groenlandia era una colonia danesa, el Proyecto Iceworm muestra lo políticamente complejas que pueden ser situaciones como esta.
“No es de una prioridad alta. De hecho, es un hecho poco conocido en Washington”, afirmó Colgan. “La única gente realmente preocupada está en Groenlandia”, comentó.
El Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia (GEUS), una institución de investigación independiente en la órbita del Ministerio de Energía de Dinamarca, viene monitoreando las capas de hielo de Groenlandia desde hace años y ahora está observando específicamente la zona de Camp Century.
En el verano de 2017, el vicedirector general de GEUS, Flemming Christiansen, reveló que había una estación climática en la zona y que los científicos usaron un radar para determinar qué se hallaba escondido bajo el hielo. La información climática de Camp Century está disponible al público en Internet, aunque tomará algún tiempo hasta que se puedan detectar tendencias a largo plazo.
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Los responsables políticos, mientras tanto, tendrán que determinar exactamente qué medidas tomar respecto a la amenaza del cambio climático sobre las instalaciones militares.
De los cientos de bases estadounidenses a lo largo del mundo, “no está claro cuántas de ella se encuentran amenazadas por el cambio climático, como en Groenlandia”, afirmó Colgan. Otros lugares, como ciertas islas del Pacífico, también podrían verse impactadas por el cambio climático, recordó.
Este texto apareció originalmente en RT, puedes encontrar el original aquí.
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