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Un aumento en la minería ilegal de oro a pequeña escala está destruyendo franjas de la selva tropical del Amazonas, según una investigación que mapeó la magnitud del daño por primera vez.
Los investigadores utilizaron imágenes satelitales y datos gubernamentales para identificar 2,312 sitios mineros ilegales en seis países de América del Sur: Brasil, Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela.
Los mapas fueron producidos por el Proyecto de Información Georeferenciado Socioambiental de Amazonas (RAISG), que reúne a una red de grupos ambientales sin fines de lucro en el Amazonas.
“El alcance de la minería ilegal en el Amazonas, especialmente en los territorios indígenas y las áreas naturales protegidas, ha crecido exponencialmente en los últimos años, con el aumento del precio del oro”, dijo Beto Ricardo, jefe de RAISG.
El aumento de los precios en la década de 2010 provocó una fiebre del oro y cientos de miles de mineros ilegales se lanzaron a la selva amazónica con la esperanza de enriquecerse.
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El mercurio que utilizan para separar el oro de la arena está envenenando los ríos, según el informe. El mercurio se filtra en el suelo, los ríos y la cadena alimentaria y puede causar graves problemas de salud.
“La minería ilegal nos puede matar”, se cita en el informe a Agustín Ojeda, un líder de los indígenas shirianos de Venezuela.
“Los pozos mineros permiten la reproducción de mosquitos que traen enfermedades, como la malaria. El efecto del mercurio en el agua tampoco se toma en serio. No solo contamina el agua sino también los peces que comemos”.
Los ambientalistas temen que el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, abra más tierras protegidas para la minería y otros proyectos cuando asuma el cargo el 1 de enero, lo que ejercerá más presión sobre el Amazonas.
Bolsonaro ha dicho que planea dejar de reconocer nuevas tierras de reserva nativas, y también está a favor de un “relajamiento” de los procesos de licencias ambientales para proyectos de infraestructura y otros negocios.
“La preocupación es enorme”, dijo Ricardo, quien también es antropólogo en el Instituto Socioambiental de Brasil (ISA), uno de los seis grupos que produjeron el informe.
“La narrativa pública es despejar el área de bosques, debilitar aquellas instituciones que monitorean y controlan a favor de los agronegocios y la minería para la producción y exportación de productos, lo que acelerará el deterioro del bosque”, dijo a la Fundación Thomson Reuters.
Brasil es el hogar de la selva tropical más grande del mundo en la Amazonía, cuya preservación es considerada por expertos en clima como crítica para evitar concentraciones más altas de dióxido de carbono en la atmósfera a la que se atribuye el calentamiento global.
En una de las áreas más afectadas, que se extiende entre Brasil y Venezuela y el hogar de los indígenas yanomami, el estudio mostró que había 55 sitios mineros ilegales en áreas protegidas.
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“La minería ilegal es una grave amenaza para la selva amazónica y para los pueblos indígenas que la consideran su hogar”, dijo Moira Birss, portavoz de Amazon Watch, un grupo sin fines de lucro con sede en los Estados Unidos.
“Este informe proporciona nuevos datos importantes y demuestra claramente el alcance del problema, y como tal es un llamado a la acción para los gobiernos regionales y las empresas que compran los minerales extraídos ilegalmente para tomar medidas audaces y concretas para detener la destrucción”.
Este texto apareció originalmente en Thomson Reuters Foundation, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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