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El siglo 21 está marcado ya, sin duda, por el calentamiento global. El planeta se ha instalado en las temperaturas récord: el 2015, 2016, 2017 y 2018 han sido los cuatro años más calientes desde que hay registros fiables (finales del siglo 19), según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Es más, en 20 de los últimos 22 años se han registrado récords de temperaturas, según el órgano dependiente de la ONU.
Sostiene que este calentamiento del planeta es un “claro signo” del cambio climático asociado a las concentraciones en la atmósfera de los gases de efecto invernadero, que también está en niveles récord. Estos gases siempre han estado presentes en la atmósfera, lo que ayuda a regular la temperatura del planeta.
El problema es que, a partir de la Revolución Industrial, la actividad del ser humano ha roto el equilibrio de estos gases (liberados, principalmente, por la quema de los combustibles fósiles) y el planeta no se enfría con la misma intensidad, según la mayoría de los científicos.
La Organización Meteorológica Mundial ha realizado un análisis conjunto de los datos recabados por cinco instituciones internacionales de referencia. Y la conclusión es que la temperatura superficial media mundial en 2018 ha sido aproximadamente un grado centígrado superior a la de los niveles preindustriales (el periodo comprendido entre 1850 y 1900). Y 2018 es el cuarto año más cálido registrado hasta ahora.
El año 2016, debido a la fuerte influencia del fenómeno de El Niño, sigue siendo considerado como el más cálido de este registro (con 1.2 grados por encima de la línea de base preindustrial). El planeta se acerca peligrosamente ya al punto que el Acuerdo de París contra el cambio climático marcaba como la barrera que no se debe franquear si se quiere que el calentamiento quede dentro de unos límites manejables. Ese pacto, que data de 2015, fijaba como objetivo que el incremento de la temperatura se quede entre 1.5°C y 2°C.
Para cumplir esa meta debe haber recortes drásticos de las emisiones de gases de efecto invernadero que el hombre expulsa con sus actividades. Sin embargo, el último informe del IPCC, el grupo de expertos de la ONU en cambio climático, alertó que se necesitan acciones urgentes para cumplir con el acuerdo.
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Si se quiere cumplir el objetivo del 1.5°C, advirtió el IPCC, se requiere una disminución en 2030 del 45% de las emisiones de dióxido de carbono (el principal gas de efecto invernadero) respecto al nivel de 2010. Y el mundo no se encamina ni mucho menos a ese recorte.
“Muchos de los eventos meteorológicos extremos concuerdan con lo que esperamos del cambio climático”, advirtió a través de un comunicado el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
La Organización Meteorológica Mundial pone como ejemplo “las olas de calor sin precedentes” en duración e intensidad registradas en enero en Australia. Y, respecto al frío extremo registrado en Estados Unidos, el secretario general de la OMM sostiene que “no refuta el cambio climático”.
Este texto apareció originalmente en el diario El País, puedes encontrar el original aquí.
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