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La contaminación que producen las toneladas de basura y de desechos sólidos, junto a la deforestación, están acabando con la flora y la fauna del río Motagua, la cuenca hidrográfica más extensa de Guatemala que tiene a su ecosistema en riesgo.
Una amenaza velada de Honduras en 2016 con interponer una denuncia en contra del Estado guatemalteco por la contaminación del río, que también atraviesa 23 municipios de ese país, descubrió públicamente el impacto que ha dejado en este caudal de 486 kilómetros de longitud, 472 de ellos en Guatemala, la contaminación.
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La variedad de especies de animales y plantas que enriquecían la diversidad de esta zona, fuente de alimentación para la población a través de la pesca o el riego para cultivos, han quedado atrás.
Así lo demuestran los testimonios recolectados por la organización ambientalista MadreSelva en su estudio “Cuenca Río Motagua: Situación actual y las causas de su deterioro”.
Los ancianos de diferentes regiones coinciden en que la situación del agua del río Motagua, la flora y la fauna de sus alrededores, ha cambiado drásticamente con el tiempo.
En la década de 1970 el caudal era tan cristalino que hasta se podían ver las piedras y los peces en el fondo. Era un lugar de recreación y de paseo, hasta navegable.
Un integrante de Madre Selva, Gerardo Paiz, comenta que en los recorridos que hicieron para elaborar el estudio pudieron constatar que en la mayoría de lugares las personas usaban el agua hasta para beber.
Ahora, en cambio, los habitantes añoran la pureza del caudal en el que convivían una gama de especies de peces y otros animales: anguilas, camarones, cangrejos, mojarras, jutes (caracoles de agua dulce) y hasta garzas, gavilanes, palomas cantadoras, patos, pericas, zanates, codornizas… Todos son ahora solo un recuerdo para los ancianos.
Antes los bosques eran abundantes y la cuenca se caracterizaba por tener grandes y antiguos árboles, entre ellos de cedro y caoba, considerados como las maderas preciosas de Guatemala.
El río ha perdido el 50% de su caudal, que atraviesa 12 de los 22 departamentos que tiene Guatemala desde el oeste hasta llegar al mar del Atlántico.
Las ardillas, conejos, coyotes, iguanas, venados, tigrillos, víboras, mazacuatas e incluso hasta las abejas y hormigas coloradas, y mariposas de todos tamaños, han desaparecido.
La razón: la contaminación que producen al menos ocho millones de habitantes de los alrededores de la cuenca, la deforestación y el desvío de sus corrientes para uso domiciliar, agrícola, pecuario o industrial.
Según Paiz, el deterioro que tiene la cuenca limita las oportunidades para que las poblaciones que interactúan en ella tengan una calidad de vida. El río es utilizado como la ruta más fácil para expulsar los desechos sólidos y líquidos, principalmente de la capital guatemalteca, que a diario deposita 500 toneladas de basura en el relleno sanitario ubicado en la zona tres de la ciudad.
Desde el río Las Vacas, pasando por el de Chinautla, el Motagua es alimentado por una gran cantidad de desechos sólidos que salen del relleno sanitario de la zona tres y de las aguas negras que son descartadas diariamente en sus afluentes. La contaminación se incrementa con los desechos sólidos que son lanzados directamente a los ríos, riachuelos y quebradas que nacen en el invierno, y al suelo por las más de 79 poblaciones que habitan en la cuenca.
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El estudio asegura que todos los desechos depositados en barrancos durante el verano son transportados al mar en la época de lluvia, y la mayoría de la basura que se dispersa a lo largo de la costa atlántica de Guatemala y Honduras está compuesta principalmente de plástico flotante y duroport.
A raíz de la grave contaminación, el Gobierno de Guatemala construyó e instaló al menos diez biobardas a lo largo del caudal y solo el año pasado retuvo al menos 2,800 toneladas de basura. Según Madre Selva, las 79 municipalidades que integran la cuenca del río Motagua deben implementar planes de saneamiento de aguas residuales y de los desechos sólidos no biodegradables.
Los ecosistemas naturales de la cuenca deben ser conservados y restaurados, dando prioridad a los bosques, y los agroquímicos para la producción agrícolas deben sustituirse por fertilizantes y pesticidas orgánicos. Esto si se quiere que el ecosistema de la mayor cuenca hídrica de Guatemala pueda seguir existiendo.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes encontrar el original aquí.
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