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¿Sabías que las emisiones totales de gases de efecto invernadero del sector de la moda suman más que todos los vuelos internacionales y el transporte marítimo juntos?
¿Sabías que la industria del vestido usa 93,000 millones de metros cúbicos de agua cada año, una cantidad suficiente para abastecer las necesidades de consumo de cinco millones de personas?
¿Sabías que la producción de ropa se ha duplicado en los últimos 15 años y se calcula que cada segundo se quema o se tira al vertedero el equivalente a un camión de basura cargado de ropa?
Las Naciones Unidas ha identificado a la industria del vestido como una de las actividades más contaminantes del momento, es por eso que este marzo se lanzó una Alianza Mundial para la Moda Sostenible con la que pretende reducir el impacto social, económico y ambiental negativo de este sector productivo.
El lanzamiento de esta nueva alianza se hizo en Nairobi, durante el cuarto período de sesiones de Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que cada dos años se reúne para abordar los desafíos ambientales del mundo actual. En su presentación, la subsecretaria general de las Naciones Unidas, Amina Mohammed, insistía en un modelo de consumo y de producción más sostenible que ejerza menos presión sobre los recursos naturales de la Tierra.
“Hay que acabar con la cultura del desperdicio, con el modelo de un solo uso, para centrarnos en la elaboración de productos duraderos, fabricados con pocos materiales y que se puedan reciclar o reutilizar cuando lleguen al final de su vida útil”, dijo Mohammed.
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Son los principales fundamentos de la slow fashion, la moda sostenible, el cual surge como contrapunto a un modelo de consumo basado en las tendencias, la compra compulsiva, los materiales de baja calidad y la utilización de una gran cantidad de fibras sintéticas que acaban contaminando nuestras aguas y contribuyendo a la crisis de los microplásticos.
Según Naciones Unidas, la industria de la moda es el segundo consumidor de agua a nivel mundial, genera alrededor de 20% de las aguas residuales y libera medio millón de toneladas de microfibras sintéticas al océano cada año. Además, el consumidor promedio compra 60% más prendas de ropa que hace 15 años y cada artículo se conserva la mitad del tiempo.
Gema Gómez, directora y fundadora de la plataforma de formación y emprendimiento de moda sostenibe, Slow Fashion Next, comenta sobre la importancia de utilizar este nuevo método:
“La ONU es consciente de todos los impactos que provoca el sector de la moda en el medio ambiente y cómo se a va disparar el consumo de ropa de aquí a 2030 con la entrada en el mercado de 3,000 millones de personas más procedentes de países emergentes. El modelo fast fashion es inviable. Los recursos son limitados y no nos queda más remedio que reinventarnos. No tenemos dos planetas”
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La Alianza para la Moda Sostenible empieza a fraguarse un año antes, en julio de 2018, en el Foro Político de Alto Nivel de Naciones Unidas de Nueva York donde los Estados miembro hacen seguimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Allí participa la diseñadora española María Lafuente, una de las principales representantes de la moda sostenible en España, que utiliza botellas de plástico, cuero reciclado, fibra de carbono, miel de caña de azúcar o neumáticos usados para confeccionar sus prendas de ropa.
En su intervención, hace un alegato por los valores ambientes y sociales de la moda:
“La sostenibilidad no solo está en los tejidos y los materiales que los diseñadores y marcas slow fashion usamos en nuestras colecciones, sino también en los valores ODS: trabajar con sectores desfavorecidos, con mujeres de violencia de género, productores locales… intentando siempre mejorar las condiciones sociales y laborales de los trabajadores”.
Con esta recién estrenada Alianza para la Moda Sostenible, la ONU tratará de detener las prácticas perjudiciales para el medio ambiente y la sociedad del sector de la moda. Para ello necesitará de un nuevo nivel de colaboración y de acción que implique a diseñadores, marcas de moda, talleres de confección y, por supuesto, a los consumidores, que con sus decisiones cotidianas de compra pueden contribuir a mejorar la salud planeta.
Este texto apareció originalmente en Neumáticos en verde, puedes leer el original aquí.
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