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Al menos 60 de los 3,000 compuestos químicos asociados a la creación del plástico suponen un “alto riesgo” para la salud humana, ya que pueden llegar a provocar problemas de tiroides y de fertilidad, incluso algunos de ellos ya están catalogados como cancerígenos, ha explicado la científica del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del CSIC, Ethel Eljarrat.
La investigadora ha advertido que los aditivos comunes del plástico, como los bisfenoles, los ftalatos, los retardantes de llama y los metales pesados, son muy peligrosos para la salud. Además, alguno de estos químicos, que llegan a constituir más del 50% del peso del plástico, son disruptores endocrinos, es decir, pueden modificar la función hormonal del organismo.
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Según Eljarrat, los efectos adversos no son inmediatos, pero son bioacumulativos, provocando una toxicidad crónica, derivado del resultado de pequeñas dosis diarias de las sustancias químicas.
La investigadora ha informado que los plásticos que acaban en los océanos, a través de las aguas residuales y las corrientes fluviales, en su mayoría proceden de artículos cosméticos, pasta de dientes, jabón de manos y productos de limpieza. Una vez que llegan al mar se fragmentan en trozos más pequeños del tamaño de un grano de arroz, por la acción de la luz solar y el oleaje, convirtiéndose en un verdadero peligro.
Los componentes químicos de estos microplásticos tienden a acumularse en los tejidos de los organismos y, al no poder metabolizarlo, muchos de los animales se quedan infectados de por vida, de manera que, cada vez están más contaminados. Eljarrat ha explicado que cuando un pez con estos químicos es devorado por otro pez más grande, este último acumula la contaminación del primero y a medida que subimos la cadena trófica los niveles de contaminación son mayores, este efecto es conocido como biomagnificación.
Durante una de sus investigaciones en el mar de Alborán, la científica pudo observar como los químicos retardantes de llama, presentes en la mayor parte de la basura que flota en los mares, penetran la barrera hematoencefálica y se acumulan en el cerebro de los cetáceos.
“En ciertos niveles de contaminación este tipo de químicos pueden provocar problemas de tiroides en las orcas, incluso algunos animales llegan a contraer cáncer”, ha revelado.
Según Eljarrat, el ser humano también está expuesto a estos productos nocivos, ya que al comer un pescado contaminado estamos incorporando a nuestro organismo todos los químicos que ese pez ha acumulado durante su vida. Estos compuestos se pueden encontrar no solo en alimentos marinos, también están en carnes, frutas y verduras, ya que se ven expuestos en el proceso industrial, así como en el empaquetado.
“Estos químicos los podemos encontrar en productos del supermercado, por ejemplo, en las bolsas de las palomitas de microondas, que llevan en su interior retardantes de llama Organofosforados, unos compuestos que repelen el aceite y que son muy nocivos en nuestro organismo.
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El aire también es considerado otra vía de exposición, ya que los compuestos químicos se hallan en las partículas que respiramos, sobre todo en el interior de los edificios, ya que dichos ambientes están llenos de materiales plásticos, aunque ha aclarado que esta exposición es inferior.
El problema de este tipo de químicos es que una vez emitidos al medio ambiente tardan mucho en desaparecer y, según explica, existen productos químicos que se prohibieron por su toxicidad hace 50 años y, actualmente, se encuentran todavía en la naturaleza. Eljarrat cree que las instituciones están tardando mucho tiempo en establecer legislaciones que prohíban estos compuestos nocivos, además, ve necesario buscar alternativas a los químicos que se bioacumulan, y así evitar posibles complicaciones futuras.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes ver el original aquí.
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