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Científicos mexicanos buscan salvar los sistemas coralinos injertando “fragmentos de oportunidad”, como llaman a los trozos de coral que son desprendidos por el oleaje y que al ser replantados en otros sitios permiten crear nuevas colonias.
Este sistema de cultivo marino es el eje central de la investigación que encabeza la bióloga investigadora Alma Paola Rodríguez Troncoso, de la Universidad de Guadalajara, en arrecifes de coral del Pacífico mexicano, que padecen grandes presiones por contaminación, climas extremos y turismo.
Las comunidades coralinas son uno de los ecosistemas marinos más importantes por su biodiversidad y los servicios ecosistémicos que proveen, pero también son uno de los más amenazados ya que al menos 33% de las especies que las forman están en peligro crítico y 75% de los arrecifes son considerados vulnerables, de acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Rodríguez ha dicho que los fragmentos de coral sirven como sistema de reproducción natural del mismo, que pueden ser transportados e injertados en otra región para incrementar la presencia de estos organismos en zonas que han sido afectadas por la actividad humana.
Este proyecto es desarrollado en dos sitios emblemáticos del Pacífico mexicano: las Islas Marietas, frente a las costas del estado de Nayarit, y Punta Mita, en Jalisco, donde se trabaja para que los corales puedan repoblar esta región que durante décadas ha sido dañada por los humanos.
La doctora en ciencias en oceanografía costera ha indicado que en seis años de implementación del programa “Restauración Coralina: acciones locales para Impactos Globales” se han conseguido injertar unos 3,500 fragmentos de coral, con una supervivencia de 95%.
Participan también el doctor en ciencias biológicas y agropecuarias Amílcar Leví Cupul Magaña, de la Universidad de Guadalajara, y el doctor en ciencias en biosistemática, ecología y manejo de recursos naturales José de Jesús Adolfo Tortolero Langarica, del Tecnológico Nacional de México.
La investigadora menciona que los corales injertados crecen 1.5 centímetros por año y se espera que tras el paso de una década puedan vivir sin ayuda alguna, por lo cual todo tipo de autoridad ambiental, académica y política debe tener paciencia para observar el éxito de este programa ambiental.
“Este tipo de sistemas de plantación de corales es muy tradicional, simplemente que ahora se apoya este cultivo de fragmentos con nuevas técnicas submarinas e investigaciones académicas para solventar su supervivencia”, subraya.
Destaca una característica muy singular de los corales del Pacífico y del Caribe mexicanos: el ser muy resistentes, ya que soportan altas presiones climáticas, daños por turismo y hasta contaminantes del hombre.
“Podría decirse que son ‘hijos de la mala vida’. Son fuertes y duros; sin embargo, no significa que se les deje solos sin protección del propio hombre”, ha expuesto.
Añade que debido al éxito que ella y sus colegas han logrado en estos años, han tomado contacto con autoridades académicas de Panamá y Costa Rica para ampliar este sistema de protección de corales a las zonas costeras de esas naciones.
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“No es fácil replicar este tipo de proyectos. Debemos estudiar las características de cada región y sus retos. Por ejemplo, en Costa Rica sus aguas padecen de alta contaminación por sus sistemas agrícolas, mientras en México en el Pacífico se tiene mucha contaminación debido a los complejos hoteleros”, ha apuntado.
Reconoce que se presta relativamente poca atención a los ecosistemas coralinos pese a que brindan refugio y alimento a infinidad de especies marinas, incluyendo algas, moluscos y mamíferos marinos, así como rayas, tiburones y otros peces.
Este texto apareció originalmente en EfeVerde, puedes ver el original aquí.
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