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Ha llovido, pero no lo suficiente, las precipitaciones tampoco se han presentado por igual en el territorio de Guatemala. Esa disminución de lluvia ha ocasionado un déficit de agua en los ríos, lo que afecta a poblaciones que viven en las cercanías.
Según el reporte del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh), seis ríos están por debajo de su nivel, aunque son más los afectados por la disminución de la lluvia. El riesgo de que sus aguas continúen descendiendo no se descarta si la tendencia continúa, de hecho algunos ya desaparecieron.
Desde julio del 2018, la cantidad de lluvia registrada ha sido “deficitaria en la mayor parte del país”, según Walter Bardales, experto de la Universidad de San Carlos en manejo de cuencas, climatología e hidrología. La explicación de la desaparición del río San Simón, en Chisec, Alta Verapaz, estaría relacionada a esta situación, al igual que la laguna de Sepalau en el mismo municipio y el río El Chorro, en Asunción Mita, Jutiapa.
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La estación climatológica San Agustín Chixoy se encuentra cerca de la cuenca del río San Simón, y desde el 2016 registra un descenso de la lluvia en el área, según el informe elaborado por Bardales y Claudio Castañón, otro experto en hidrología.
El promedio histórico para la zona es de 2 mil 554.8 milímetros de lluvia, y en ese primer año se registró el 85% de lo esperado. En el 2017 ascendió al 91%. Sin embargo, bajó a un 66% en el año siguiente, y de enero a junio del 2019 la cifra llega al 55%.
Al ver el reporte anual, de julio del 2018 a junio del 2019 se evidencia el déficit, pues se alcanzó el 51% del promedio histórico. Esto afecta directamente a los ríos, pues la lluvia se convierte en el principal recurso en el ciclo hidrológico, y lo que se logre captar de ellas alimenta a los afluentes.
“La desaparición del río San Simón estaría asociada en parte al déficit de lluvias del 2018 y 2019, lo cual es un problema de variabilidad climática y no de cambio climático como algunas personas lo han manifestado”, señalan Bardales y Catañón.
Alex Guerra, director del Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático, (ICC), confirma que este es el cuarto año en que llueve menos del promedio. Un fenómeno generalizado y que ha influido en el bajo nivel de los ríos.
Guerra menciona que lo sucedido en el río San Simón es “increíble” porque se da durante la temporada de lluvia, cuando normalmente los afluentes mantienen un nivel normal, es en la temporada calurosa cuando tienden a descender.
El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales se pronunció por medio de un comunicado ante esta situación: “Este año, por la fuerte y prolongada sequía, la situación del río San Simón llegó a lo que puede considerarse un nivel crítico de total sequedad”, y aseguró que permanece alerta por los efectos de los fenómenos naturales y añadió que estará vigilando cualquier denuncia que atente contra los recursos naturales.
Pero hay otro factor que influye en el caudal: la deforestación. Guerra comenta que un lugar donde no hay bosque la lluvia cae y pasa de largo.
Normalmente, el agua se filtra en el suelo, sobre todo en zonas montañosas, y se almacena como en un tanque natural, esta corre a nivel subterráneo hasta los ríos y los alimenta, pero con la ausencia de árboles este ciclo se interrumpe, y más si las precipitaciones que caen son escasas. Entonces, la acumulación de agua en los suelos es poca, lo que al final influye en el nivel de los ríos.
“Una cuenca con menor cobertura boscosa tendrá problemas de déficit hídrico en la época seca y crecidas durante la época lluviosa”, menciona Bardales.
En Estanzuela, aldea de Asunción Mita, Jutiapa, el río El Chorro que durante muchos años abasteció a las comunidades se secó en diciembre pasado. Pobladores confirman que se debió a la falta de lluvias, situación que también ha provocado la pérdida de cultivos en los últimos cuatro años.
Manuel Gámez, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo, recordó que antes, los pobladores acudían a una pila comunitaria a lavar ropa y aprovechaban para darse un baño, pescar y almorzar en familia, pero desde hace unos cuatro años el caudal del río comenzó a disminuir hasta que “murió” en el 2018.
“La situación es seria”, dice con nostalgia Gámez, y añade que “el problema es que el mismo hombre es el que ha provocado esto. Consciente o inconscientemente es culpable de esto porque votamos los árboles y no sembramos otros”.
De los nueve ríos que el Insivumeh monitorea, seis están por debajo de los niveles normales y la tendencia se mantendrá hasta que se reestablezca la segunda etapa de la temporada lluviosa. Este año, la canícula se adelantó una semana y no se descarta que se extienda más de lo establecido. Se tenía previsto que abarcara del 10 al 20 de julio, pero el fenómeno se oficializó el 4 de este mes.
Fulgencio Garavito, técnico del departamento de Hidrología del Insivumeh, refiere que los niveles podrían descender aún más si las condiciones se mantienen, pero a esta situación también contribuye que poblaciones cercanas utilizan el agua de los ríos para regar sus cosechas y esto merma los afluentes.
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Los ríos que están por debajo de su nivel, según el Insivumeh, son Madre Vieja, en Suchitepéquez; Los Esclavos, en Cuilapa, Santa Rosa; Motagua, en Gualán, Zacapa, y en Petén, los ríos Machaquilá (Poptún) y Las Cruces (San José). El río San Pedro, en San Andrés, también está afectado.
René Manzanero, extensionista de la Municipalidad de San Andrés, indica que desde mayo únicamente han tenido ocho días de lluvia, la “sequía”, afirma, ha afectado y disminuido el nivel del río San Pedro.
“En época normal el río es grande, agarra una extensión de 100 metros de ancho, ahorita está como en seis metros, afecta porque muchas personas dependemos del río, no hay agua. Los arroyos se secaron. Afecta también al ganado. Tenemos como dos años que no llueve con normalidad”, refiere Manzanero, que vive cerca el afluente.
Una solución a la problemática, según Guerra, es almacenar agua en depósitos artificiales, para poder usar el vital líquido en temporadas de poca lluvia. En Guatemala, señala, es “urgente” poner en práctica esta medida para evitar que poblados queden sin agua o sistemas de producción sin el insumo para poder seguir operando.
Este texto apareció originalmente en Prensa Libre, puedes ver el original aquí.
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