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Elisa Garza es una mujer mexicana que solía vivir con su familia en Monterrey cultivando sus propios alimentos y viviendo una vida muy cercana a la naturaleza y el campo, por lo que desarrolló una pasión por practicar actividades que la acercaran a llevar una vida más verde.
Al mudarse a la ciudad, tuvo que encontrar nuevas formas para seguir sobrellevando un estilo de vida sostenible. Fue cuando en 2017, Elisa comenzó a trabajar en su jardín y un nuevo proyecto para transmitir su conocimiento a las demás personas.
“Retomando todos mis apuntes y recordando mi infancia empecé poco a poco a armar mi huerto y como este mundo es maravilloso atraje a mi un taller increíble de una Gran Maestra y ahora Amiga Alice Oriani, informándome todos los días, comprobando en la práctica todo lo que aprendo diario y compartiendo mis experiencias con los demás para que juntos hagamos de este mundo un mundo libre de pesticidas”, comenta Elisa.
Actualmente, Elisa tiene un emprendimiento en su pagina web, donde imparte talleres en línea para enseñar a la gente a hacer y mantener un jardín comestible en su propia casa, así como ofrece sus servicios para instalar y vender los materiales necesarios, tales como tierra y fertilizantes naturales, para poder construirlos.
“Mi misión es que los seres humanos hagamos conciencia de el gran impacto que una acción de adoptar un hábito ecológico a la vez tiene en el medio ambiente”.
Su compromiso con el medio ambiente consiste en ayudar a la regeneración de la tierra, el agua y aire por un mundo libre de pesticidas.
“Al tener un huerto en casa se impacta en la tierra, regenerándola ya que se alimenta de tu huerto a base de composta hecha en casa”, comenta.
También explica que entre los beneficios la gente aprende a hacerse cargo de su basura, ya que los desperdicios de la cocina se utilizan para compostaje. En cuanto al agua, al sembrar naturalmente sin la necesidad de químicos dañinos para el medio ambiente, se ayuda a los mantos friáticos, ríos y mares para que estos sean más limpios.
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“También se impacta en el aire, ya que al sembrar, reducimos la deforestación para agricultura, se adopta un estilo de vida inclinando las a una dieta basada en vegetales y de esta manera se consume menos carne, lo cual el ganado es es el responsable de el 51% del cambio climático y de más de el 60% del CO2 producido por los gases de su estiércol”.
Elisa comenta que al inicio algunas personas consideran difícil o caro poner un huerto dentro de sus hogares, ya que deben hacerse cargo de él y sembrar cada mes para poder tener suficiente alimento, sin embargo, con el tiempo ellos mismos logran cambiar de mentalidad a una más consciente con el planeta.
“La gente se vuelve más responsable en su estilo de consumo en general y alimenticio definitivamente, y más consiente de que sus acciones tienen un impacto ambiental”, añade.
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