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Ya sabíamos que el sistema alimentario mundial estaba roto. Controlado por poderes corporativos, impulsa la destrucción de los ecosistemas naturales y contribuye enormemente a la descomposición del clima.
Lo más importante es que es injusto: no garantiza precios justos y empleos seguros para muchos agricultores, lo que lleva a millones de ellos a la bancarrota, ni proporciona las dietas que las personas necesitan para el futuro: menos carne y productos lácteos, más alimentos de origen vegetal, producidos ecológicamente y asequibles.
A pesar de la amplia investigación y evidencia de su fracaso, los políticos europeos se han duplicado en el mantenimiento de este sistema. Ahora que la crisis de COVID-19 ha golpeado, esas debilidades quedan al descubierto nuevamente.
A medida que los políticos se esfuerzan por responder a la crisis y juntar los fondos de recuperación, los esfuerzos deben centrarse en construir el sistema alimentario del futuro, no en reparar el sistema del pasado. Un tercio del presupuesto de la UE se utiliza para mantener el sistema actual a través de subsidios agrícolas de la política agrícola común (PAC). El dinero público impulsa el tipo de agricultura que tenemos, debe apoyar la agricultura que proporciona bienes públicos.
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“Debemos desechar la PAC y comenzar de nuevo para construir un sistema alimentario verdaderamente justo y sostenible en Europa, reescribiendo las reglas sobre cómo se utilizan miles de millones de euros de financiación pública para la agricultura”, sostiene Greenpeace.
Los primeros pasos hacia sistemas alimentarios europeos más justos, ecológicos y saludables son:
Puedes leer el nuevo conjunto de medidas políticas que Greenpeace está pidiendo para reemplazar la PAC aquí.
Este texto apareció originalmente en Greenpeace, puedes ver el original en inglés aquí.
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