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Ya sea que se trate de una casa vieja y chirriante o de un edificio de oficinas de última generación, los edificios en los que vivimos y trabajamos tienen un gran impacto en el medio ambiente.
El desafío de reducir esta huella es considerable. Según un informe reciente de la Alianza Global para Edificios y Construcción, la Agencia Internacional de Energía y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la construcción y las operaciones de edificios fueron, a nivel mundial, responsables del 36% del uso final de energía en 2018.
Publicado en diciembre de 2019, el Informe de estado global para edificios y construcción también declaró que, en todo el mundo, el sector representó el 39% de las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la energía en 2018.
Es dentro de este contexto que arquitectos, diseñadores y legisladores están realizando esfuerzos para tratar de impulsar la sostenibilidad del entorno construido.
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Estos esfuerzos por construir edificios “ecológicos” pueden adoptar muchas formas, desde el uso de materiales de construcción sostenibles hasta el despliegue de tecnologías eficientes energéticamente, como la iluminación automática y las bombillas LED.
Y si bien los nuevos edificios pueden diseñarse teniendo en cuenta la sostenibilidad y la eficiencia, la realidad es que gran parte del stock de edificios del planeta es antiguo.
El Reino Unido, por ejemplo, alberga muchos edificios en uso que tienen más de 100 años. Si bien estas estructuras pueden ser estéticamente llamativas, a menudo pueden verse afectadas por una serie de problemas, desde un aislamiento deficiente y una ventilación deficiente hasta altos costos de mantenimiento. Las Cámaras del Parlamento del Reino Unido, en el centro de Londres: una sección de la finca, Westminster Hall, se remonta a 1099; Se están desarrollando planes para restaurar este complejo extenso, envejecido y complejo, con legisladores listos para mudarse temporalmente cuando las obras eventualmente empiecen.
Tal situación plantea la pregunta: ¿Es mejor derribar las cosas y comenzar desde cero o tener una vista más redondeada y modernizar y renovar edificios antiguos para que sean más baratos de mantener y mejores para el medio ambiente?
“Definitivamente, la actualización es el camino a seguir”, dijo Cristina Gamboa, directora ejecutiva del World Green Building Council. “Tiene que haber una sensibilidad y una conciencia de los recursos limitados que tenemos en el mundo”, agregó.
Hasta la fecha, 28 ciudades importantes, incluidas Londres, Tokio, Sídney, Nueva York y Johannesburgo, se han suscrito al Compromiso de edificios carbono neutro del Consejo Mundial de la Construcción Ecológica.
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Gamboa elogió el liderazgo de estas ciudades, afirmando que estaban promulgando políticas netas de edificios con cero emisiones de carbono, pero también ofreciendo incentivos para que la industria se transforme más rápido.
Si bien la modernización y las promesas ambiciosas pueden ser una forma útil de impulsar el rendimiento de los edificios, ¿alguna vez podremos construir desarrollos a gran escala sin materiales intensivos en energía como el cemento?
“Entonces, creo que la respuesta es no”, dijo Gamboa. “No podemos construir sin él, ¿verdad? Tiene que haber soluciones que aborden el clima, las personas y las diferentes geografías de todo el mundo”.
Este texto apareció originalmente en CNBC, puedes ver el original en inglés aquí.
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