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Esta granja guatemalteca ofrece productos orgánicos y producidos en un espacio verde que mantiene un ciclo recíproco de vida con los suelos.
Lola Molina es zootécnica y amante de la naturaleza, desde pequeña había soñado con vivir en espacios verdes y granjas. Sin embargo, durante su educación en un espacio más urbano pudo sacar provecho de su gusto por la producción con vacas y el manejo de suelos en el campo.
No fue hasta 2005 que decidió retomar su sueño de formar una granja en la costa sur de Guatemala en el terreno que tenía su papá, el cual le terminó heredando. Con sus conocimientos académicos y experiencia adquirida, comenzó a producir leche de una forma más orgánica.
“En Guatemala no producimos leche y no hay realmente políticas que gestionen y protejan la agricultura. Estoy en la costa sur, pero como ya estoy rodeada de monocultivos y caña de azúcar, cada año subía el estrés calórico y eso hacía difícil el mantenimiento de los animales”, explica Lola.
Al inicio, cuenta que fue difícil el mantenimiento de una granja con las condiciones climáticas actuales, debido al acaparamiento industrial de las zonas naturales donde solía vivir más joven. Se dio cuenta que necesitaba hacer un nuevo proceso de siembra de árboles para que los animales pudieran tener sombra y un ambiente más natural.
El agua también fue un reto por solucionar, ya que con los años se ha ido escaseando. Aún así, Lola pudo sacar adelante su sueño de tener una granja, por lo que aprendió la importancia de los árboles y el rol importante que podían jugar dentro de ese ambiente de producción.
“Todo gira alrededor de los árboles. Empezamos a saber que el árbol es la mejor fuente de proteína para nuestros animales, en esta nueva agricultura la vaca no solo come debajo de los árboles, sino también forma parte de ellos y su crecimiento”.
“Todos tenemos el concepto de que la vaca destruye, pero depende, al final necesitas el estiércol de la vaca para tener un buen compost. Es un animal que produce grandes cantidades si quiero regenerar un suelo eficientemente”.
Fue hasta 2014 que decide mudarse con su esposo, quien venía de una vida completamente empresarial y urbana, y deciden vivir completamente de la granja, enfocándose en la producción de leche y quesos, así como trabajar también con cabras y gallinas.
Gracias a sus dos hijos, quienes volvieron a la granja después de culminar sus estudios, pudieron lanzar su primera tienda de barrio en la ciudad, donde actualmente venden sus productos orgánicos junto con los de otros emprendimientos que llevan el mismo enfoque verde.
“En 2015 regresó uno de nuestros hijos de Argentina y comenzó a vender quesos conmigo, encontramos la esperanza de venta de nuestros productos. Vemos que sí existe ese nicho de personas que están buscando opciones verdes y que quieren conocer a sus granjeros”.
Su otro hijo, estudió agronomía en la Universidad Earth, en Costa Rica, que tiene un enfoque ecológico y dirigido a la sociedad. Fue entonces cuando aprendieron nuevos conceptos sobre la tierra con la que trabajan y nuevas formas de agricultura conectadas con la biodiversidad.
“Comenzamos una granja regenerativa y la apertura total con productos orgánicos, porque al final entendemos que si los suelos están mal, no vamos a obtener nunca los productos saludables que buscamos. La cadena más importante es el suelo, la planta y el humano”.
El encargado de tienda urbana, la cual lleva el nombre de El Mercadito de Lola, escoge productos que tengan un enfoque local además de los propios de la granja, ya que su prioridad es empoderar a los productores que buscan llevar un concepto más orgánico a los hogares.
Otro aspecto importante es el empoderamiento de las mujeres locales dentro de la granja, ya que Lola cuenta que busca que ellas mismas puedan seguir creciendo profesionalmente en la producción de los diferentes productos que realizan. Gracias a este concepto, familias completas han logrado encontrar trabajo dentro de la granja, incluso teniendo acceso a una escuelita interna para los hijos de las trabajadoras.
Las mujeres han sido capacitadas por maestras queseras de Holanda y Argentina, para así después ellas transmitir lo aprendido a estudiantes y demás personas en universidades.
“Yo soy muy localista, desde mis estudios hice aquí mis prácticas y viví en otra granja, conozco bastante a la gente de aquí y mi ilusión era hacer más trabajo. Antes todos eramos granjas que producían algo diferente, eran 21 manzanas. Las familias comían mucho mejor”, cuenta Lola. “Antes la ley te obligaba tener 25-30% de tu parcela intacta, es decir, no botar árboles. Luego vino la industria de la caña y por eso me fui, porque casi todas las tierras se vendieron”.
Gracias a este enfoque, varias universidades se han acercado a Lola para llevar a sus estudiantes a aprender sobre las prácticas sostenibles que manejan. Ella prepara los temas según la clase que desea llegar, les dan un recorrido y los mismos trabajadores y trabajadoras son los que cuentan el proceso de su trabajo. También resaltan la importancia del sistema con los árboles y su importancia dentro de la granja, además de otras prácticas eficientes como el lombricompost.
“No podemos tener tanta gente por la infraestructura, pero hemos llegado a tener hasta 60 estudiantes que quieren aprender la idea de como hacer ellos sus granjas y fincas de la misma forma que nosotros”.
Edgar, su esposo, es el que se encarga de dar la parte empresarial y numérica para administrar la granja, mientras que Lola aporta el factor humano y su pasión por demostrar que se puede vivir de esto.
Además de las visitas, Lola también ha dado charlas en las universidades sobre su trabajo, pues está convencida que la educación es uno de los pilares que deben ser reforzados en el área rural y urbana respecto a la debida gestión de los suelos.
“Mi compromiso es que siembren más árboles, que cuiden las aguas y los suelos. Es un compromiso tan grande el de producir, que debemos aprender de los límites y sabiduría que nos da la naturaleza. Que la gente regrese a tocar tierra y comer mejor”.
Si quieres conocer más sobre La Granja del Mercadito de Lola, puedes ingresar aquí.
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