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El calentamiento global es un efecto de gran magnitud que está provocando multitud de efectos colaterales que amenazan a la vida en la Tierra tal y como la conocemos. Muchos de ellos desconocidos, uno de ellos recientemente conocido es la Atlantificación del océano Ártico.
Se comenzó a hablar del término Atlantificación no hace demasiado, en junio de 2018 a raíz de un artículo publicado en la revista Nature.
En este año, 2020, por si no fuera suficiente con la pandemia global, ha vuelto a salir a relucir. El deshielo del Ártico ha alcanzado un nuevo récord y, además, es el año en el que más ha tardado en volver a congelarse (a principios de noviembre todavía no había empezado).
Aunque es parte del ciclo habitual del Ártico, en verano sufre deshielo y en inverno se vuelve a congelar, la dinámica de los últimos años con descongelaciones cada vez mayores y con menos hielo recuperado año tras año es preocupante por sus efectos de retroalimentación positiva sobre el calentamiento global.
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En 2020 las altas temperaturas que se alcanzaron en Siberia ha limitado la capacidad de recongelación junto con el tema que trae este post: la atlantificación que afecta fundamentalmente al mar de Barents, la puerta de entrada al Ártico.
En este proceso influye una alteración en la dinámica de corrientes marinas entre el océano Ártico y el Atlántico. El agua de los océanos está constantemente intercambiándose, salvo algunas excepciones como las aguas muy profundas, en una dinámica que influye directamente sobre el clima del planeta, la distribución de especies marinas y por tanto en los stocks de pesquerías, y la dinámica de hielo de los casquetes polares.
El agua salada requiere una temperatura más baja para proceder a su congelación. El agua pura congela a 0º pero en el caso del agua salada congela a -1.9ºC si la concentración de agua salada es de 35‰.
El agua del océano Atlántico es más cálida y salada que la del Ártico y fluye hacia éste a través del mar de Barents por debajo del agua más fría y dulce del océano Ártico. Por este motivo, se ha considerado que el Mar de Barents es la puerta de entrada al océano Ártico.
El mar de Barents está dividido en dos regiones: norte y sur. Mientras que las aguas del norte son frías, más dulces y frecuentemente cubiertas del hielo marino, el sur está formado por agua procedente del océano Atlántico más salada y cálida que evita que se forme hielo en la superficie.
Debido a la diferente concentración y temperatura del agua, en superficie estas dos masas oceánicas están separadas por un frente de separación. La zona donde ambas masas chocan es el frente y en esta zona la capa del agua ártica es menos profunda y sólo está cubierta de hielo durante el invierno.
En profundidad, en la parte norte, hay una fuerte estratificación, la capa de agua dulce y fría se encuentra en la superficie y a gran profundidad se encuentra la capa de agua salada y más cálida que fluye hacia el Ártico, separadas por una haloclina de agua fría.
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Por otra parte, el mar de Barents recibe hielo marino desde el Ártico Central gracias al viento, que cuando se descongela en primavera y verano proporciona un aporte de agua dulce al mar de Barents. Esta agua dulce y fría rellena la capa ártica de la zona norte del mar de Barents, ayudando a mantener la estratificación y actuando como barrera para que el agua más cálida y salada procedente del Atlántico no suba hacia arriba.
La cantidad de hielo que recibe el mar de Barents cada año es menor. El promedio de hielo que recibió el mar de Barents entre los años 2010-2015 fue un 40% más baja que el promedio recibido en el período de 1979 a 2009.
Es muy probable que esto sea debido a que la capa de hielo en el Ártico cada vez es menor debido a las altas temperaturas, por lo tanto, el mar de Barents recibe menos hielo y la capa de agua fría que presiona a la capa de agua más cálida es cada vez menor porque se importa menos agua dulce del Ártico Central. A medida que estas capas se mezclan, es cada vez más difícil la formación de hielo marino durante el invierno.
Así, en el mar de Barents cada vez se filtra más agua del océano Atlántico en el proceso llamado Atlantificación.
Según el estudio publicado en 2018, las simulaciones de los modelos sugerían que la transición de aguas de tipo ártico a aguas de tipo atlántico en el norte del mar de Barents podría ocurrir a finales de siglo, pero que podría suceder más rápido. Si continuaba la disminución del contenido de agua dulce en los 100 metros superiores, en 2040 la estratificación sería cero y perderíamos la primera barrera.
Las consecuencias serían imprevistas, un escenario completamente desconocido donde los ecosistemas marinos cambian por lo que es probable que la distribución de las especies marinas cambie drásticamente, afectando a las pesquerías, a los mamíferos marinos por las repercusiones que tendrá en sus fuentes de alimentación.
Este texto apareció originalmente en Ciencia y Biología, puedes ver el original aquí.
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