Suscríbete
Lavarnos los dientes con el grifo abierto, beber agua embotellada o arrojar un chicle al suelo. Estas y otras acciones cotidianas demuestran que, a veces, no somos conscientes de cómo contaminamos el medio ambiente. Descubre esos pequeños hábitos diarios que debes evitar por el bien del planeta.
Hasta hace poco creíamos que la naturaleza, además de sabia, era indestructible. La creíamos capaz de sobreponerse a terremotos, volcanes, glaciaciones y meteoritos tan destructivos como 10,000 millones de bombas atómicas. Sin embargo, las imágenes de una Tierra que en pleno siglo XXI se ahoga en océanos de plástico, se derrite por los polos y transforma sus bosques en desiertos nos han dejado en evidencia: el planeta se asoma al abismo y nosotros con él.
Estamos batiendo un triste récord, inédito hasta ahora en la historia de la humanidad. El ritmo al que desaparecen animales y plantas es hoy miles de veces superior al de los últimos 500 millones de años y, si no lo remediamos, dentro de un siglo habremos acabado con el 67% de la fauna en peligro de extinción y un 99.9% estará gravemente amenazada, según pronostica la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Te recomendamos: Las 20 empresas más contaminantes de plástico en el mundo
El daño sería tan devastador que la Tierra necesitaría de 3 a 5 millones de años para recuperarse de la sexta extinción masiva de la historia, la primera provocada por el hombre, tal y como aseguraba en 2018 un estudio de la Universidad de Aarhus en Dinamarca. Los efectos de la urbanización, la agricultura y la ganadería industrial, la tala de bosques y las emisiones de CO2, entre otras acciones, aceleran la pérdida de la biodiversidad por el calentamiento global, la desertización o la contaminación de océanos y ríos.
El calentamiento global es culpa de todos y cada uno de nosotros. En numerosas ocasiones usamos cosas que contaminan el medio ambiente sin saberlo y que deberíamos evitar a toda costa. Por ejemplo:
Utilizar desodorantes en aerosol. Los sprays dañan la calidad del aire, aunque, según publicó la revista científica Nature Communications en 2018, sus efectos sobre la temperatura varían en función de la zona del mundo donde se utilizan.
Beber agua en botella de plástico. Este tipo de recipientes tardan 500 años en descomponerse y liberan micropartículas perjudiciales para la salud.
Arrojar un chicle al suelo. La goma de mascar se compone, sobre todo, de plástico neutro y, además de ensuciar las calles, puede matar por asfixia a muchas aves si la confunden con alimento.
Asearnos sin cerrar el grifo. La Universidad Estatal de Carolina del Norte (EE.UU.) calcula que podríamos ahorrar más de 1,400 litros mensuales de agua por persona solo con cerrar el grifo al lavarnos las manos y los dientes.
Consumir alimentos con aceite de palma. Las enormes plantaciones intensivas dedicadas a la obtención de este ingrediente contribuyen a la deforestación de las selvas tropicales.
Dejar las colillas en la playa. Ocupan el primer puesto del ranking de residuos más numerosos en las costas, tardan hasta 10 años en degradarse y desprenden metales contaminantes.
Echar las toallitas desechables al váter. Estos productos no se deshacen como el papel higiénico y causan la gran mayoría de los atascos en las depuradoras y los alcantarillados.
Soltar un globo de helio al aire. Resulta peligroso, en mayor medida, para las aves, los peces y otros animales marinos que pueden asfixiarse si los ingieren por error.
Tirar las pilas a la basura. Contienen mercurio, uno de los metales más tóxicos del mundo, tardan entre 500 y 1,000 años en desaparecer y una sola de estas baterías puede contaminar hasta 3,000 litros de agua.
Tirar las mallas de los packs sin cortarlas. Estos aros de plástico atrapan animales como peces y tortugas, ocasionándoles mutilaciones, malformaciones o, incluso, la muerte.
Te puede interesar: 7 pasos para comenzar tu vida zero waste
Una vez que somos conscientes de cómo contaminamos el medio ambiente, debemos buscar soluciones y cambiar nuestros hábitos. Estas son algunas de las propuestas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU):
Separa la basura. No mezcles residuos en casa y asegúrate de utilizar correctamente los diferentes contenedores para el reciclaje.
Recicla y reutiliza. Renuncia a los plásticos de un solo uso y emplea siempre envases y artículos que puedas usar varias veces. Antes de tirar algo a la basura piensa si puedes darle una segunda oportunidad.
Ahorra energía. Aprovecha la luz natural, emplea bombillas LED, no enciendas luces que no necesites, regula el termostato de la calefacción y el aire acondicionado, etc.
Consume alimentos ecológicos. Adquiere productos, como frutas y verduras, libres de fertilizantes y otros contaminantes.
Cierra bien los grifos. Asegúrate de que no gotean cuando termines de fregar o de asearte.
Muévete de forma sostenible. Camina, pedalea o utiliza el transporte público siempre que puedas.
No utilices bolsas de usar y tirar. Cambia las bolsas de plástico y de papel por otras de algodón.
Llena tu casa de flores. Las plantas y los árboles producen oxígeno y son esenciales para la naturaleza.
Este texto apareció originalmente en Iberdrola, puedes ver el original aquí.
Suscríbete a nuestro boletín
Lo más importante en tu buzón cada semana