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Si bien el mundo se dirige hacia impactos climáticos severos e inevitables si las temperaturas globales continúan aumentando, el progreso en el apoyo a quienes están en la primera línea climática ha sido lento e incremental.
Los niveles de calentamiento existentes ya han puesto en marcha cambios irreversibles, como el aumento del nivel del mar. Se necesita dinero y políticas para que las personas puedan hacer frente a un mundo sobrecalentado.
2022 ofrece una oportunidad real para poner la justicia climática y la solidaridad al frente de los esfuerzos internacionales.
Las próximas conversaciones climáticas de la ONU se llevarán a cabo en el continente africano y el anfitrión, Egipto, tiene como objetivo destacar la adaptación y la resiliencia, la principal prioridad climática para muchas naciones africanas. La cumbre podría ser un momento para elevar millones de voces africanas a menudo reprimidas.
Un importante informe científico del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático sobre los impactos que se publicará en febrero le dará a la presidencia egipcia mucho material para guiar la conferencia climática de Sharm el-Sheikh.
Es probable que ningún acuerdo prospere sin un progreso significativo en las finanzas, incluida la promesa atrasada de $100 mil millones, la duplicación de la financiación para la adaptación y las negociaciones hacia el próximo objetivo a largo plazo.
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La equidad corre como hilo conductor en los principales debates políticos de este año: el escrutinio de las promesas de cero emisiones netas, el alivio de la deuda y la implementación de los objetivos globales de biodiversidad.
Esta semana, hubo las primeras señales de apoyo potencial para los países menos desarrollados para limpiar sus industrias contaminantes bajo la estrategia de impuestos fronterizos de carbono de la UE. Pero la propuesta solo llegaría a una pequeña proporción de socios comerciales y tiene un largo camino por recorrer antes de ser adoptada.
Mientras tanto, la propagación virulenta de la variante Omicron es un claro recordatorio de la actual disparidad en el acceso a las vacunas contra el covid entre ricos y pobres. A principios de enero, menos del 1% de las vacunas administradas se destinaron a las armas en los países de bajos ingresos. Compartir vacunas será fundamental para frenar las infecciones y permitir a los países en desarrollo el espacio político y fiscal para la acción climática.
Este texto apareció originalmente en Climate Home News, puedes ver el original en inglés aquí.
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