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Go Electric es una compañía argentina que se dedica a convertir cualquier auto convencional de combustible a uno eléctrico y libre de emisiones de carbono.
La idea nace de dos hermanos ingenieros, Diego y Francisco de la Serna, quienes combinaron sus conocimientos y pasión por la industria electromecánica y los automóviles con la acción climática. Después de trabajar como estrategas para buscar eficiencia en otras empresas, comenzaron a investigar sobre la movilidad eléctrica y su impacto positivo en el planeta, así como los múltiples beneficios que ofrece un vehículo eléctrico.
“El auto eléctrico te aprovecha el 96% de la energía que le ponés, es un cambio muy fuerte comparado con un motor térmico de combustible de gasolina, que aprovecha un 30% de la energía”, explica Diego. “Cuando lo pensás así te das cuenta que estamos tirando la plata y que hay mejores formas de moverse”.
Sin embargo, uno de los obstáculos era la accesibilidad a estos recursos en Latinoamérica, es por eso que decidieron hacer algo al respecto y buscar otro tipo de soluciones para acercar la movilidad eléctrica a Latinoamérica, más concretamente a Argentina.
“Todo lo que analizábamos es que las empresas como Tesla están enfocadas en mercados más calientes, y es totalmente lógico que lo hagan así, ofrecer sus productos donde más receptividad hay, en Estados Unidos, Europa, las legislaciones empiezan a convocar a sus usuarios a moverse hacia la movilidad eléctrica. China también apostó a la movilidad eléctrica hace 15 años y claramente viene más fuerte”, cuenta Diego.
Este análisis los llevó a comprender que en Latinoamérica los gobiernos están entendiendo este mismo concepto, pero de forma más lenta, ya que aún se necesitan regulaciones e incentivos para que la gente comience a aumentar la demanda eléctrica en la industria automotriz. Mientras tanto, existen otro tipo de soluciones que se pueden adaptar a nuestro sistema económico.
Es aquí donde nace Go Electric, una empresa dedicada a la conversión de vehículos diésel a vehículos eléctricos, o también conocido como Retrofit, que consiste en tomar un auto que esté en buenas condiciones y reemplazar el motor térmico y sus componentes por unos eléctricos y según la utilidad que se le vaya a dar al vehículo.
“Ahí hay un montón de beneficios, sobre todo para nuestras economías y para el poder adquisitivo promedio de Latinoamérica, que comprar un auto eléctrico va ser muy poco. En Argentina por ejemplo: el Audi e-tron cuesta unos 200 mil dólares, algo muy exclusivo y que se va vender en pocas unidades, un Nisan Leaf, que ya no es un auto tan exclusivo para Europa, acá cuesta unos 60 mil dólares, son valores muy altos”, explica.
Basándose en este contexto, se pueden sacar varias ventajas económicas y prácticas de la conversión eléctrica en Latinoamérica, como la conversión personalizada, ya que el vehículo se puede armar de acuerdo a lo que el usuario realmente vaya a aprovechar.
Diego explica que este modelo se adapta de mejor manera para los vehículos que circulan dentro de la ciudad, pues las distancias recorridas son relativamente cortas. Por lo cual, cada persona puede armar su auto con menos baterías de las que normalmente trae un auto eléctrico estándar que necesita cumplir con requerimientos más generales que quizá no todos lleguemos a utilizar. Con esta modificación, el costo para acceder a un auto eléctrico puede llegar a bajar fuertemente, por lo que se vuelve más accesible para el bolsillo de cualquier persona.
Otro de los beneficios de la conversión eléctrica es que se está utilizando un vehículo que ya existe, por lo que se reduce la huella de carbono de producción de más vehículos, así como evitar que un auto que todavía funciona termine en los vertederos de chatarra. “Ahí tenés otra gran parte del ahorro, estás usando un auto que ya está hecho y ya pagaste, con lo cual solo estás pagando el diferencial de agregarle el kit de transformación”.
“(En Latinoamérica) no se habla de carbono, uno compra un auto 0 km y la empresa fabricante no está obligada a decir cuál es la huella de carbono ni el CO2 que emite, con lo cual nadie sabe, todo mundo sabe del consumo del vehículo que compra pero jamás se entra de cuánto CO2 por km corrido emite, porque no estamos acostumbrados a eso como en Europa que ya se mira más”.
Junto con otros países de Latinoamérica, Go Electric han co-creado una asociación de Retrofit, donde hay empresas dedicadas al mismo enfoque. También han trabajado con empresas de retrofit en países como Estados Unidos, España y Australia.
“Es una comunidad muy linda, hay muchos temas, desde técnicos, de negocios, de cómo acceder al mercado, regulaciones, problemáticas muy similares. Es muy interesante hacer la comparativa de legislación por países”, comparte Diego. “Tenemos un montón de socios adherentes, proveedores, políticos y ejecutivos de otras empresas que aportan muchas ideas”.
Según los datos obtenidos por la asociación, por cada conversión ahorran al planeta casi 8 toneladas de CO2 emitidos por cada auto, además de que el vehículo convertido proporciona los mismos beneficios que un auto eléctrico de fábrica.
El retrofit no crea un cambio solamente en la movilidad eléctrica, también impacta en los demás sectores económicos de cada país, por lo que es una industria nueva con posibilidades de expandirse. Como es el caso para los talleres mecánicos que se dedican a reparar autos a combustión, es decir, la mayoría de talleres que conocemos.
“Sabemos que es un paso largo, pero va a suceder, eventualmente el auto de combustión va desaparecer de las calles, con lo cual esos talleres mecánicos van a perder ese trabajo. El retrofit permite que esos talleres creen esta nueva industria y se den nuevos puestos de trabajo, y esto es a nivel de microempresa, las cuales tienen un poder en la economía super fuerte”.
Go Electric ha logrado transformar esta visión en una realidad, y cada vez son más personas las que se interesan por ser parte de este cambio sostenible más accesible, por lo que han podido desarrollar más modelos de conversión que se aplican a múltiples modelos de autos.
Su próximo enfoque es llevar esta conversión a vehículos de reparto, un mercado que ha crecido conforme a la reciente pandemia y que está convirtiéndose en un emisor importante de CO2 en las ciudades. “Nuestro desafío es convencer a esas empresas que conviertan sus vans a eléctricas”.
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