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Es posible que no se comente o conozcas mucho del tema, pero la fijación de precios del carbono podrían ser una de las mejores herramientas que tenemos para combatir el cambio climático, hacer que la energía sea justa y proteger a las personas de los grandes contaminadores.
Durante años, las empresas de combustibles fósiles y de servicios públicos han estado contaminando la atmósfera, todo mientras nosotros pagamos el costo.
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La contaminación por carbono está calentando nuestro planeta y empeorando el clima extremo, todo mientras hacen miles de millones.
Pero, eso puede cambiar, y ya está sucediendo en Estados Unidos, con la campaña Pricing Pollution™ de Climate Reality, la cual aboga por un precio sobre el carbono en los estados del país. Si bien, en el país no se verán muchas soluciones climáticas federales en un futuro cercano, los estados tienen una oportunidad única de utilizar los precios del carbono para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
La quema de combustibles fósiles impulsa el cambio climático. Y el cambio climático conlleva costos tremendos para todos, desde los impuestos recaudados para reconstruir las comunidades hasta los costos humanos de desastres naturales empeorados por la crisis climática.
Por esos costos que las compañías de petróleo, carbón y gas (y otros grandes contaminadores) no pagan, es ahí donde entra en juego el precio del carbono.
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La fijación de precios del carbono es una forma de aprovechar el poder de las fuerzas del mercado para hacer frente al peligro del cambio climático. Utiliza mecanismos de mercado para poner un precio a las emisiones de gases de efecto invernadero y hacer que los grandes contaminadores paguen por las peligrosas emisiones que generan.
El principio es simple: cuanto más contamina, más paga. Por otro lado, la fijación de precios del carbono también significa que cuando los contaminadores emiten menos, pagan menos, creando un incentivo financiero real para limpiar sus acciones. Lo que hace que el uso de energías renovables, que no tienen un costo adicional, sea aún más atractivo.
Hay varias maneras de poner un precio al carbono, éstas son algunas:
A. Impuestos sobre las emisiones: son impuestos aplicados a las emisiones, generalmente el carbono, que pagan los productores o los consumidores de la fuente de energía que libera las emisiones.
B. Sistemas de comercio de emisiones: también conocidos como “tope y comercio”, establecen un mercado para los permisos de emisiones negociables y luego limitan la cantidad de emisiones permitidas en el sistema.
El regulador que administra el sistema determina qué volumen total de emisiones pueden producir todos los actores en el mercado (en su mayoría, empresas y servicios públicos) en un año determinado. Esta es la parte de la “tapa”.
El regulador luego otorga a cada actor una cierta cantidad de autorizaciones por la cantidad que pueden emitir por su cuenta. La cantidad asignada a cada empresa generalmente se basa en factores como la cantidad de emisiones que han emitido en el pasado.
Cuando los actores reducen sus emisiones de gases de efecto invernadero, pero aún tienen autorizaciones que les permitirían emitir más, pueden venderlas a cualquier otro actor que quiera emitir más (esta es la parte de “comercio”). Y para aquellos que sí lo hacen sin comprar permisos adicionales, generalmente hay una multa financiera.
C. Impuestos sobre el combustible: son impuestos directos sobre un combustible fósil cuyo objetivo es desalentar su compra y su uso final. Estos difieren de los impuestos sobre las emisiones porque se enfocan en la entrada de combustible en lugar de la salida de emisiones.
D. Instrumentos híbridos: son planes que combinan elementos de múltiples políticas de fijación de precios del carbono (por ejemplo, un país podría tener tanto un impuesto a las emisiones como un sistema de comercio de emisiones).
El sistema híbrido a menudo puede tener ventajas de eficiencia cuando combina características de instrumentos de fijación de precios (impuestos) y basados en la cantidad (sistema de comercio).
Sin importar dónde vivimos o tenemos conocimiento acerca de este tema, la crisis climática es parte de nuestras vidas. Por lo tanto, es lógico pensar que las soluciones como la fijación de precios del carbono también deberían serlo.
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Entre los beneficios, están los ingresos que puede generar el precio del carbono. Muchas leyes de fijación de precios del carbono dirigen estos ingresos a los gobiernos locales, que pueden utilizarlos para construir infraestructura de energía limpia e invertir en otras soluciones climáticas. Al igual que para ayudar a las comunidades de ingresos modestos con sus necesidades energéticas.
Climate Reality creó la campaña Pricing Pollution™ para capacitar a los estadounidenses a impulsar el aire limpio, comunidades saludables y un futuro libre de contaminación por combustibles fósiles. La campaña tiene varios componentes centrales:
Equidad: se trabaja con socios comunitarios para garantizar que las políticas de fijación de precios del carbono estén diseñadas para reforzar la estabilidad económica y la equidad en la transición hacia la energía limpia.
Flexibilidad: permite a los activistas locales a trabajar con socios y legisladores estatales para determinar qué mecanismo de fijación de precios del carbono es el adecuado para su estado o región.
Asociación: Climate Reality trabaja en asociación con otros grupos en su propia comunidad, ya que al contar con tantos activistas que trabajan hacia soluciones climáticas, la cooperación es imperativa.
Soluciones: Climate Reality aboga por soluciones climáticas basadas en ciencia sólida. En las campañas de Pricing Pollution™ se trabaja con legisladores, científicos y economistas para garantizar que las políticas y regulaciones que se estén implementando ayudarán a reducir significativamente las emisiones de carbono.
Este texto apareció originalmente en The Climate Reality Project, puedes encontrar el original aquí.
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