Biosfera Maya es arrasada por incendios
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- Escrito por elPeriódico - Foto por Joanne Francis / Unsplash
Esta semana se activó la alerta amarilla que pone en funcionamiento el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) de las seis instituciones guatemaltecas involucradas en controlar incendios forestales. Los meses de abril y mayo marcan el inicio del verano, época en donde el calor propio del fenómeno de El Niño y la ausencia de lluvias prevé escenarios más complicados.
Áreas afectadas
La temporada de incendios forestales 2018-2019, que tomó como punto de partida el mes de diciembre del año pasado, contabilizaba hasta el viernes 5 de abril, un total de 903 incendios, que abarcan: 599 forestales y 304 no forestales. Las cifras preliminares han dejado hasta la fecha un promedio de 2 mil 108 hectáreas de suelo afectado.
“Las acciones de control y liquidación de incendios se desarrollan diariamente con un promedio de 14 a 20 incendios diarios a nivel nacional”, de acuerdo con el boletín de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred).
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Los departamentos más afectados han sido: Petén con 89 siniestros, Huehuetenango con 71; Quiché con 71 y Guatemala con 258 (de estos, 204 son no forestales).
“De momento el más grande fue en la aldea San Juan Gascón, La Antigua Guatemala, Sacatepéquez, el cual fue provocado en cuatro ocasiones por carboneros del lugar”, indicó David de León, vocero de Conred.
Hasta el momento, Petén es uno de los departamentos más azotados. Los reportes daban cuenta de cinco incendios forestales ubicados en: San Miguel La Palotada, controlado en un 50%. Un segundo en el área de La Colorada, en San Andrés; controlado en un 100%; le seguía otro fuego en La Libertad, en la ruta al basurero, controlado en un 60%.
Otra de las zonas afectadas es El Perugito, en el Parque Laguna del Tigre, San Andrés, controlado en un 50%. Por último, la reactivación de un incendio más en estos días en la zona de Los Chorritos, del Parque Nacional El Rosario, en Sayaxché, aunque los puntos varían constantemente.
Puntos clave
Petén es el territorio de mayor cobertura forestal y el más vulnerable ante estos desastres. La mayoría de siniestros ocurre en las áreas más conflictivas y populosas de la Reserva de Biosfera Maya (RBM): los parques nacionales Sierra del Lacandón y Laguna del Tigre; áreas que integran más de 2 millones de hectáreas que resguardan el pulmón ecológico más grande de Centroamérica y que representa 1/5 parte del territorio nacional.
Un fenómeno recurrente año con año, donde la mano del hombre provoca el 99% de estos siniestros. En parte por negligencia, el mal manejo de rozas en la agricultura, pero lo más preocupante es la mano criminal que propicia cambios en el uso de suelo para el avance de la población y de pastizales para ganadería en las áreas protegidas.
Los incendios forestales dejan una estela de devastación con daños en la salud humana, así como pérdidas en los ecosistemas de flora y fauna. Pero la RBM presenta desafíos mayores, por la protección del patrimonio cultural y natural que resguarda. Es por eso que recibe mayor cooperación de organismos internacionales en la implementación de programas tecnológicos y logística para su detección. Ciertamente, todavía es un pendiente que la magnitud de esta amenaza vaya de la mano con la asignación de recursos para su combate.
Situación complicada
Las brigadas de bomberos forestales del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) están listas para internarse entre los bosques y pastizales secos para apagar uno de los tantos incendios de la temporada. El calor petenero puede ascender hasta los 42°C, bajo la sombra.
El equipo especial está listo: machetes, palas, azadones, moto-sopladoras, bombas de mochila y demás. Este año las brigadas estrenan indumentaria especial: camisa amarilla y pantalón verde de tela Nomex, que les permite permanecer de 5 a 10 segundos dentro de una llama sin quemarse.
Las cuadrillas se internan en los matorrales, unos se concentran en abrir brechas. Las botas pesan mientras avanzan, y las gotas de sudor no tardan en correr por sus rostros. Saben que se enfrentan a peligros como quedar atrapados en medio del fuego, la mordedura de una serpiente o un accidente con la motosierra, entre otros.
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Fabio Franco, bombero del Conap, comenta que le ha tocado experimentar situaciones difíciles, como cuando fue el último en salir de un incendio en San Miguel La Palotada. Era de noche y la batería de su linterna se le terminó. Le tocó alejarse del sitio a oscuras. En otra ocasión, sintió cólera cuando su equipo luchaba por controlar una quema y del otro lado, los pobladores se reían de ellos.
“Impartimos charlas para concientizar a la gente, lamentablemente no toman conciencia. Nosotros sufrimos porque se complica la tarea”, dijo, pero “lo más importante es estar preparados mentalmente de que tenemos capacidad de controlarlo”, afirmó.
El control de los incendios consta de tres etapas: línea de control, que consiste en hacer brechas de unos 4 metros de ancho. El segundo paso es el contrafuego, último recurso en donde con un quemador de goteo (mezcla 3 a 1 de diésel y gasolina) se rocía fuego en el otro extremo del terreno con el fin de sofocar las llamas cuando los dos fuegos choquen entre sí.
Por último, la etapa de liquidación, destinada a sofocar bordes e interior de las llamas, explica Juan Luis Guzmán, quien dirige al equipo de brigadistas. Comparte que una técnica casera pero efectiva es mezclar agua con detergente para combatir el fuego.
Tecnología
El Centro de Monitoreo y Evaluación de Conap (Cemec) en Petén, incorpora las herramientas tecnológicas para analizar mapeos diarios sobre perspectivas de incendios, control climático o actividades ilícitas. Este año por ejemplo advierte que las condiciones climáticas serán más severas de las normales.
“Los valores de precipitación acumulada (lluvia) de enero a marzo, son los más bajos en los últimos 17 años según el Insivumeh, por lo que se recomienda un nivel de alerta muy alto para las próximas semanas”, indicó Víctor Ramos, jefe de Cemec.
Datos satelitales permiten detectar puntos de calor (y posibles incendios) en el territorio petenero con información cada 12 horas. El primero es el programa Modis, que mediante un conjunto de sensores a bordo de dos satélites, permite monitorear el fuego en una resolución de unos mil metros de distancia.
El segundo es VIIRS, un satélite con resolución más fina que aporta datos cada 12 horas. Por ejemplo, hasta el 14 de marzo había detectado 1,548 puntos de calor. Esta tecnología está disponible desde 2015 gracias a la cooperación de organismos internacionales como Wildlife Conservation Society (WCS), USAID, Cooperación Alemana, GIZ, KFW y UICN, entre otros.
“Esta base de datos ha permitido detectar fuegos a partir de 2 a 4 metros cuadrados de extensión. La recurrencia de estos puntos, expansión y verificación en campo permiten hacer los controles respectivos”, indicó Marvin Martínez, director regional del Conap en Petén.
Otro de los programas implementados recientemente es el software Smart, utilizado por los casi 400 guardarrecursos de Petén, lo que ha permitido mejorar la calidad de los informes de patrullaje. El uso de celulares con este programa, les permite controlar con GPS las rutas de vigilancia, que contienen información como mapas, fotografías y textos.
Juan Pablo Noriega, quien maneja esta base de datos, comentó que este programa dejó atrás los cerros de papeles que antes solían usar los patrulleros, permite agilizar la entrega de informes, y sobre todo, facilita el análisis de inteligencia para determinar dónde se concentran las amenazas como cacería, tala ilícita, nuevos caminos o saqueo arqueológico.
A pesar de la tecnología de monitoreo, uno de los asesores de Conap reconoce que no se tiene la capacidad de sofocar la decena de siniestros que ocurren cada año, muchas veces por la complejidad de los accesos, personal limitado y sin una partida presupuestaria específica para combatirlos.
Sensibilidad
En la memoria de los peteneros no se olvidan eventos catastróficos ocurridos en los años 1998, 2000, 2003 y 2005. Víctor Ramos considera que estos hechos dejaron un impacto ecológico difícil de estimar, y en algunos casos en la economía de sus pobladores, por lo que debería evitarse que vuelvan a ocurrir sucesos de tal magnitud.
En Guatemala como en otras partes del mundo se prevé que los escenarios por el cambio climático sean para peor, por lo que el principal llamado que hacen es sensibilizar a la población.
“Queremos que nuestros informes cambien: en lugar de tener un 85% de control de incendios y 15% de prevención sea al revés”, dijo Julio Pineda, asesor en manejo de fuegos de Conap Petén. Pero una vez más el fuego dejará profundas cicatrices en la vasta Reserva de Biosfera Maya.
En el municipio de La Libertad, Petén, se ubica el Parque Nacional Sierra del Lacandón, el segundo parque más grande de Guatemala que abarca 202 mil 865 hectáreas. Fue creado en 1990 y desde hace 20 años es administrado por Defensores de la Naturaleza y el Conap. Este territorio forma parte de la zona núcleo de la Reserva de Biosfera Maya, que comprende un corredor biológico donde la mitad de sus límites corresponden a la frontera entre México y Guatemala.
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Recientemente Conred reportó un incendio forestal a 4 kilómetros del puesto de control Los Pocitos, en dicho lugar, reportando un 25% de control del siniestro. Edín López, director del parque, expone que estos sucesos se originan debido a estructuras ilegales vinculadas con la ganadería y el crimen organizado.
“Hay grupos de falsos líderes que tratan de retomar la tierra de las cuales ya fueron desalojados. Armados, marcan territorio, provocan incendios y ponen en riesgo esta zona protegida del país”, denunció.
Hasta el 2013, este parque contaba con una población superior a los 14 mil 500 habitantes, la más poblada dentro de la zona núcleo de la RBM. De acuerdo con el Conap, en los últimos años han luchado contra una problemática de compra-venta de tierras sin títulos de propiedad que pone en riesgo esta zona, debido a que cada vez más las personas ocupan terrenos para las actividades agropecuarias, ganaderas, incluso pistas de aterrizaje, destruyendo el bosque prístino ubicado en el círculo de mayor protección denominado zona intangible.
Su director revela las limitaciones de seguridad con las que se enfrentan cada día para resguardar este valioso ecosistema, con más de 30 sitios arqueológicos.
“Es un territorio cooptado, donde si cantas, te mueres”, reveló.
Cita por ejemplo, el caso de una carretera construida por los comunitarios en donde los guardarrecursos de Conap no pueden ingresar. Esto implica para su equipo ingresar por el río Usumacinta y caminar hasta siete horas cruzando dos serranías para controlar incendios y actividades ilícitas. “No podemos entrar sin seguridad, el riesgo es alto”, por lo que aprovecha para evidenciar la falta de gobernanza por parte del Estado en este territorio. A pesar de estas vicisitudes, López asegura que Sierra del Lacandón aún conserva el 60% su selva.
Video por: elPeriodicoVideos
Este texto apareció originalmente en elPeriódico, puedes encontrar el original aquí.