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La costa noroeste de India espera con ansiedad el desembarco del ciclón Vayu . Las autoridades habían evacuado a más de trescientas mil personas del litoral de Guyarat y de la isla de Diu. Sin embargo, varios miles de vecinos se negaron a abandonar sus casas, en una región poco acostumbrada a las tormentas ciclónicas.
Se prevé que el ciclón Vayu (viento en hindi) alcance picos de 180 kilómetros por hora y levante olas de más de cinco metros. Los ciclones son raros en el mar Arábigo y no se había registrado ninguno de esta magnitud en el noroeste de India en los últimos veinte años. En cambio, en el golfo de Bengala son frecuentes y el último de ellos, Fani, dejó ochenta muertos entre India y Bangladesh.
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Ahora Vayu, definido como una “tormenta ciclónica severa”, aun siendo menor que Fani puede ser la gota que colme el vaso en la India, que padece escasez de agua en varios estados, combinada con temperaturas récord y niveles de polución del aire y de las aguas igualmente pavorosos. Según el Instituto Indio de Tecnología de Gandhinagar la mitad del país padece sequía, una sexta parte, de carácter extremo.
Aunque el gobierno indio prometía suministrar agua corriente antes de 2024 a los ciento cuarenta millones de hogares que aún no disfrutan de ella, algunos estudios ambientales no invitan al optimismo. De hecho, apuntan a que el 40% de los indios podrían ver su acceso al agua amenazado para el 2030, a causa del descenso de las reservas y del nivel de las aguas subterráneas. El mes pasado, Nueva Delhi ya tuvo que dar la alarma en media docena de grandes estados, donde el nivel de agua en los pantanos no llega ni al 20% de la media de la última década.
Asimismo, el ciclón Vayu también agravará el retraso del monzón en el litoral. Aunque a la vista de las inundaciones del verano pasado, no todos lo lamentarán. El desequilibrio climático ha alcanzado cotas de récord últimamente. Churu, en el Rajastán, registraba 50.8°C, convirtiéndose en la localidad más calurosa del planeta, mientras que Nueva Delhi se derretía.
Aien, una peluquera de cuarenta y cinco años, tal vez no sepa qué significa crisis climática, pero sabe que escogió mal las fechas de su visita de dos días a su amiga Salonu, en Palam, Nueva Delhi. Recientemente, esta zona adyacente al antiguo aeropuerto alcanzó los 48°C grados por primera vez en la historia de la capital.
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“Sudabas incluso con el aire acondicionado y al nada más salir a la calle, la piel te ardía”, explicó. “Menos mal que con Kejriwal, el jefe de gobierno de Delhi DF, ya no hay tantos apagones, porque sería imposible dormir”.
Otra vecina de Delhi, Christine, explica que ahora pasa los días en casa de una amiga porque en su ático, aunque también tiene aire acondicionado, no se puede estar en ningún momento.
Los coches de Delhi aún no hacen cola al pie del Everest, pero ya colapsan los centros de veraneo del Himalaya, como Simla y Manali. Los motivos para huir están en el aire. Su satélite Gurgaon ha pasado de “ciudad del futuro” a ciudad más contaminada del mundo. Muchos expatriados sobreviven con máquinas depuradoras de aire en cada habitación.
Este texto apareció originalmente en La Vanguardia, puedes ver el original aquí.
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