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A principios de este mes, el Panel Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático, IPCC, publicó su sexto informe de evaluación sobre la crisis climática (AR6), titulado “Cambio Climático 2021: la base de la ciencia física”.
Esta contribución se basa en una comprensión física más actualizada del sistema climático y el cambio climático, que reúne los últimos avances en la ciencia del clima y combina múltiples líneas de evidencia de los sucesos climáticos actuales y las posibles causas, así como observaciones y comprensión de procesos. El reporte también brinda una mirada al futuro con simulaciones climáticas globales y regionales.
Muchas veces pensamos en el futuro como algo lejano e incluso desvinculado a nuestras acciones de hoy. Se reconoce una posible catástrofe climática, pero se relaciona como un suceso totalmente natural. Lo cierto es que nuestra influencia como humanos ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra a niveles críticos, produciendo cambios en el sistema climático a una escala sin precedentes en todas las regiones del mundo.
El informe encuentra que estos cambios incluyen el aumento continuo y acelerado de las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI). Sí, la producción de estos gases es inevitable y totalmente natural, pero a escalas “pequeñas” que pueden ser compensadas con el mismo ciclo natural y medios de captura de carbono que se encuentran en la naturaleza. Desde 1750, estas emisiones han sido alteradas y aumentadas por la acción humana, causando un desequilibrio en el ciclo natural de estos gases.
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El reporte ha monitoreado el incremento de estas emisiones desde 2011, cuyos resultados no son prometedores. Las concentraciones han alcanzado un promedios anuales de 410 ppm de dióxido de carbono (CO2), 1866 ppb de metano y 332 ppb de óxido de nitroso en 2019. Tanto la tierra como el océano han absorbido aproximadamente el 56% de estas emisiones por año durante las últimas seis décadas registradas.
El aumento de la temperatura también se ha visto afectado por la actividad humana, pasando de 0.8°C a 1.3°C como el promedio global. “Cada una de las últimas cuatro décadas ha sido sucesivamente más cálida que cualquier década que la haya precedido antes desde 1850”, indica el informe. “La temperatura de la superficie global en las dos primeras décadas del siglo XXI fue de 0.99°C más alta que la de 1850-1900”.
Durante el periodo de 2011-2020, la temperatura de la superficie global fue 1.09°C mayor que el de 1850-1900, predominando el calor en la tierra que en el océano. Este drástico cambio se debe al calentamiento acelerado que ocurrió en el periodo 2003-2012, con un aumento de 0.19 grados (de 0.16° a 0.22°).
La evidencia es clara y no se necesitan análisis tecnológicos para observarlos: olas de calor, fuertes precipitaciones, huracanes y tormentas cada vez más intensas, sequías agrícolas y ecológicas que se extienden por meses, inundaciones e incendios forestales devastadores. Todos estos desastres naturales se han potenciado notablemente en los últimos años, siendo cada vez más difíciles de predecir y sobre todo, concuerdan con las estimaciones registradas.
Basándose en estos registros, el reporte AR6 consideró varios escenarios que evalúan qué pasaría si la temperatura global continúa aumentando hasta mediados de siglo.
El primer escenario concluye que si la temperatura global se mantiene entre 1.5°C y 2°C, continuará aumentando amenos que se reduzcan las emisiones de CO2 y otras emisiones contaminantes en las próximas décadas. Otros dos escenarios muestran los peores casos, que sucederían si se superan los 2°C durante este siglo.
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A corto plazo, del 2021-2040, es bastante probable que se superen los 1.5°C en todos los escenarios expuestos. Sin embargo, no significa que todo esté perdido, en el escenario más positivo, es probable que si no se supera esta cifra y las emisiones llegan a ser controladas a tiempo, la temperatura global podría volver a descender a menos de 1.5°C para finales del siglo XXI.
“Por cada 0.5°C adicional de calentamiento global, hay claros incrementos en la intensidad y frecuencia de las olas de calor, fuertes precipitaciones (se proyecta que los eventos de precipitación diaria extrema se intensificarán en aproximadamente un 7% por cada 1°C de calentamiento global), así como y sequías ecológicas en algunas regiones”, indica el reporte.
Se prevé que las zonas que experimenten mayor aumento de temperatura serán más propensos a la vulnerabilidad climática en los días más calurosos, mientras que zonas aisladas como el Ártico experimentarán la elevación de temperatura en los días más fríos, aproximadamente tres veces la tasa de calentamiento global. Este incremento afectará directamente al deshielo del permafrost, el cual ya está en proceso de derretimiento masivo, también se reducirá la capa de nieve estacional y el hielo terrestre y marino en el Ártico.
“Es probable que el Ártico esté prácticamente libre de hielo marino en septiembre al menos una vez antes de 2050 según los escenarios, y esto sucede con mayor frecuencia en niveles de calentamiento más altos”.
Las demás zonas polares también están propensas a este tipo de cambios drásticos, como el derretimiento de glaciares de montañas en Groenlandia y la pérdida de hielo continua en la Antártida.
Los sumideros de carbono naturales, como los bosques tropicales, también se verán afectados en el futuro, pues su efectividad para capturar CO2 irá disminuyendo, permitiendo que el aumento de CO2 en la atmósfera sea inevitable.
Muchos de estos cambios climáticos ya son irreversibles, almenos durante varios siglos o incluso milenios, esto debido a que las emisiones contaminantes, por más acción climática que se realice, continuarán sucediendo, y si sigue al ritmo actual, la gravedad de estas consecuencias serán más severas. La acidificación del océano, el aumento de temperatura marina y su desoxigenación también son factores que sufrirán los ecosistemas marinos.
Puedes leer el sexto reporte del Cambio Climático (AR6) en inglés aquí.
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