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A pesar de que la sequía y los efectos del cambio climático se hicieron visibles en toda la región, la presa Kariba siempre fue una fuente constante y aparentemente ilimitada de algo raro en África: la electricidad. Era tan barata y abundante que Zambia podía exportarla a sus vecinos.
La energía generada por Kariba, una de las mayores represas hidroeléctricas del mundo, en uno de los lagos artificiales más grandes del mundo, contribuyó a la estabilidad política y económica de Zambia, África.
Pero hoy, una severa sequía intensificada por el cambio climático ha reducido los niveles de agua. Kariba está generando tan poca energía que los apagones han paralizado los negocios de la nación.
“La presa de Kariba fue una gran revelación, una especie de confirmación de que sí existe el problema del cambio climático“, dijo David Kaluba, coordinador nacional de la Secretaría Interina del Cambio Climático del gobierno. En un continente especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático, la rápida caída de Zambia muestra cómo el fenómeno amenaza el desarrollo económico en África y lo fácil que puede contribuir a acabar con los frágiles logros obtenidos en los últimos años.
En las próximas décadas se prevé que África se caliente más rápidamente que el promedio mundial, según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático. A pesar de el acuerdo alcanzado en diciembre en París, que comprometió a casi todos los países del mundo a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, no está claro cuánto dinero tendrá cada nación africana para mitigar el cambio climático y adaptarse a él.
Zambia sigue dependiendo en gran medida de la asistencia extranjera para gestionar el cambio climático. “Desafortunadamente, lo que está pasando en Zambia es prácticamente lo que está sucediendo en el resto de África”, dijo Danny Simatele, experto en cambio climático de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo.
Joe Mulenga, un carnicero de 28 años, dijo que había aprendido sobre el cambio climático en la televisión hace un año y luego hizo una búsqueda en Internet sobre el tema.
“Ahora está aquí, empezamos a experimentarlo, es real”, dijo. “Estoy muy preocupado.”
Francis Ndilila, que lidera el comité de energía de la Cámara de Comercio e Industria de Zambia, dijo que el cambio climático había tenido el “efecto directo de frenar nuestro desarrollo económico”. Los agricultores, que dependen de la lluvia y carecen de instalaciones de riego, han sido duramente golpeados. También los países que dependen de la hidroelectricidad, como Zambia, Zimbabwe, Mozambique, Tanzania y Malawi. En Zambia, la energía hidroeléctrica representa el 95% de la electricidad. La producción en la presa de Kariba, que generalmente genera más del 40% del poder de la nación, ha caído a cerca de una cuarta parte de su capacidad.
Entre 1960 y 2003, la temperatura media anual de Zambia aumentó en 1.3°C y la lluvia ha disminuido en un 2.3% cada década. La temporada de lluvias se ha acortado, marcada por sequías más frecuentes. Cuando caen las lluvias, lo hacen con mayor intensidad y tienden a causar inundaciones. Los gobiernos africanos dicen que se necesitan grandes inversiones para construir instalaciones de riego, canales y otras infraestructuras resistentes al clima, además de desarrollar fuentes de energía renovable.
En el acuerdo climático alcanzado en diciembre en París, las naciones ricas, que son los mayores emisores de gases de efecto invernadero, prometieron $100,000 mil millones al año a partir de 2020 a los países en desarrollo para ayudar a enfrentar el cambio climático. Pero la cantidad no es legalmente vinculante y los términos fueron delimitados vagamente.
Robert Chimambo, activista ambiental de la Red de Cambio Climático de Zambia, dijo que “el gobierno podría hacer muchas cosas sin la ayuda de los donantes”. La dependencia de Zambia en la energía hidroeléctrica ha agravado sus problemas. El precio del cobre, su principal exportación, cayó debido a la poca demanda de China. La falta de lluvias causó niveles bajos de agua y por eso Zambia se vio obligada a llevar a cabo apagones y como los apagones aumentaron los costos de producción, los mineros de cobre despidieron a miles de trabajadores. En un país acostumbrado a un suministro seguro de energía, la sequía y los apagones resultantes afectaron inmediatamente a las empresas grandes y pequeñas.
Para Good Time Steel en Lusaka, la mayor siderúrgica del país, los cortes de energía significaron la pérdida de un tercio de su capacidad de producción y frecuentes averías en su maquinaria. Incapaz de cumplir con los plazos de producción, la compañía se volvió no rentable por primera vez el año pasado. En ese momento, los empresarios chinos no sopesaron la respuesta del gobierno al cambio climático como parte de sus decisiones de inversión, dijo Jacky Huang, gerente de Good Time Steel, que emplea a 600 zambianos y 60 chinos.
“Ahora consideramos lo que el gobierno está haciendo sobre el cambio climático”, dijo Huang, quien agregó que su compañía había abandonado recientemente un plan de expansión debido a la fuente de alimentación errática. “Es un factor que tenemos que considerar”.
En una zona de Lusaka llamada Kalingalinga, pequeñas empresas informales también se quejaban de perder clientes y dinero. Muchos dueños de negocios ahora duermen cuando la energía se apaga y trabajan cuando vuelve a encenderse. En uno de esos lugares, los negocios han sido tan enérgicos que sus cinco empleados no habían tenido un solo día libre desde su apertura hace más de tres meses.
“No vamos a la iglesia”, dijo Sheila Kandala, de 20 años. “No es justo. El domingo, se supone que debemos descansar.
Este texto apareció originalmente en NY Times, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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