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Una misteriosa “abertura” en el Océano Atlántico Norte, una zona anómala de temperaturas de enfriamiento que ha fascinado y desconcertado a los científicos durante los últimos años, puede ser evidencia de procesos más preocupantes.
Un nuevo estudio, recién publicado en la revista Nature Climate Change, sugiere que este parche frío es una evidencia de que un importante sistema de la corriente oceánica, que transporta calor e influye en el clima y los patrones climáticos en todo el mundo, puede estar disminuyendo. Lo que es más preocupante, el deshielo marino del Ártico podría tener la culpa.
“Creo que lo más importante que mostramos en nuestro trabajo es que la pérdida de hielo marino en el Ártico puede desempeñar un papel activo en el cambio climático y oceánico”, dijo Alexey Fedorov, experto en oceanografía y geofísica en la Universidad de Yale (Estados Unidos) y uno de los autores del nuevo estudio.
La “abertura” es una región sobre el Atlántico Norte, justo al sur de Groenlandia, donde mapas de temperatura a largo plazo sugieren que las temperaturas del aire se han estado enfriando ligeramente durante el último siglo, en lugar de calentarse como la mayoría del resto del mundo. El agujero está situado sobre más o menos la misma parte del océano donde una llamada “mancha fría”, una zona de agua persistentemente más fría en comparación con el área circundante, fue descubierto hace varios años.
Las causas de ambos han sido objeto de un debate científico enérgico en los últimos años y algunos científicos creen que están relacionados con el mismo fenómeno. La teoría sugiere que no es mucho el calor que se está transportando a esa región del Atlántico Norte. Esto podría indicar un gran problema con una de las corrientes más importantes del océano.
El Atlantic Meridional Overturning Circulation (AMOC), es un sistema de corriente de gran alcance que lleva el agua caliente al norte del ecuador y envía el agua fresca de nuevo abajo del Ártico. Es responsable de transportar calor por todo el océano y regular los patrones climáticos en lugares como Europa y el este de Norteamérica. Sin embargo, algunos estudios recientes han sugerido que el AMOC puede estarse ralentizando, lo que podría explicar por qué menos calor está llegando al Atlántico Norte.
Si el AMOC se ha debilitado en las últimas décadas y hasta qué punto, sigue siendo una cuestión abierta entre los oceanógrafos. Sin embargo, muchos científicos temen que los efectos futuros del calentamiento global, incluyendo las grandes corrientes de agua dulce derivadas del derretimiento del hielo marino y la retirada de los glaciares de Groenlandia, puedan perturbar aún más el flujo del AMOC.
El sistema de transporte se basa en un delicado proceso físico en el que el agua caliente viaja hacia el norte hasta el Ártico, se enfría, se hunde hasta el fondo del océano y fluye hacia el sur. Las grandes afluencias de agua dulce menos densa pueden interrumpir la capacidad de la corriente para “dar la vuelta” y, en última instancia, hacerla disminuir. Además, a medida que el hielo marino se derrite y deja una mayor área de océano líquido expuesta a la radiación solar, el agua puede comenzar a absorber más calor, lo que también puede interrumpir el proceso de vuelco de la corriente.
Hay una variedad de factores que pueden causar estos cambios, de acuerdo con Fedorov. En el Ártico, el deshielo marino puede producir una afluencia de agua dulce, mientras que lo mismo ocurre con el hielo que se derrite en Groenlandia en el Atlántico Norte. En cualquier caso, cuanto más océano esté expuesto a los rayos del sol, el agua puede absorber más calor.
Los investigadores encontraron que en períodos de tiempo cortos de una década o menos, los cambios en el Atlántico Norte tenían el mayor potencial para alterar el AMOC. Pero a lo largo de períodos más largos de 20 años o más, una escala de tiempo más relevante para los científicos que consideran los efectos a largo plazo del cambio climático, la afluencia de agua fría y dulce en el Ártico tuvieron la mayor influencia.
Fedorov advirtió que en el caso de escalas de tiempo mucho más largas, un siglo o más, el Atlántico Norte podría volver a ganar mayor influencia a medida que la capa de hielo de Groenlandia se desestabiliza aún más y comienza a arrojar grandes cantidades de agua dulce al océano.
Los investigadores respaldaron sus hallazgos utilizando un modelo climático que simula específicamente el deshielo marino del Ártico. En la simulación, el AMOC se debilita y aparece un punto frío que se parece mucho al agujero sobre el Atlántico Norte. Sugieren que el deshielo marino del Ártico probablemente ya ha tenido una influencia significativa en el debilitamiento del AMOC y puede seguir desempeñando un papel importante en las próximas décadas.
Laura Jackson, experta en circulación oceánica en la Met Office (Gran Bretaña), comentó que todavía hay incertidumbre en la comunidad científica acerca de si el AMOC aún ha comenzado a disminuirse como resultado del cambio climático.
“Sólo tenemos observaciones directas durante la última década y aunque estas han mostrado un debilitamiento a lo largo de ese tiempo, otra evidencia ha señalado que esto es una variabilidad más que una disminución en curso”, señaló.
A pesar de este debate, muchos científicos todavía confían en que el cambio climático seguirá teniendo una influencia significativa en el AMOC en el futuro. El nuevo estudio reafirma la idea de que múltiples consecuencias aparentemente no relacionadas del calentamiento global pueden estar estrechamente vinculadas entre sí después de todo.
Este texto apareció originalmente en The Washington Post, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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