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La capa de hielo de Groenlandia contiene debajo de ella un 10% del agua dulce del planeta, eso es bastante para aumentar los niveles globales del mar unos seis metros. Si bien no hay duda de que se está descongelando, los científicos tienen poca certeza acerca de exactamente lo que está sucediendo dentro de esta capa de hielo de 10,000 años. El invierno pasado fue el más cálido registrado en el Ártico y a medida que Groenlandia se calienta, entender este glaciar se ha convertido en algo esencial para saber qué nos depara el futuro.
Es por eso que los científicos se apoyarán en los narvales, ballenas con un colmillo de casi tres metros de largo (que los hace parecer unicornios). Ellos son algunos de los mamíferos que se benefician del deshielo.
“A los narvales les gusta”, dijo Josh Willis, el jefe del proyecto Oceans Melting Greenland (OMG) de la NASA. Cuando el hielo cae en el mar, agita el agua, lo que hace que el plancton y el krill (alimento para las ballenas) llegue a la superficie. Los narvales tienden a alimentarse en el fondo de los glaciares que se descongelan y pueden bucear hasta profundidades de 1,800 metros; precisamente las áreas que el proyecto OMG necesita para realizar un sondeo. Esto es una combinación perfecta.
“Los narvales son oceanógrafos”, dijo Kristin Laidre, bióloga marina de la Universidad de Washington (Estados Unidos).
El estudio del OMG, de cinco años y de $10 millones, está diseñado para medir el flujo y reflujo estacional de los glaciares utilizando una combinación de narvales, satélites, sondas de temperatura y salinidad, así como observaciones aéreas y de buques del fondo marino. El estudio tiene como objetivo determinar con qué rapidez el hielo de Groenlandia desaparecerá.
“¿Llevará mil años, unos pocos cientos, o vamos a perder la mayor parte de él en 50 años?”, preguntó Willis. “Esa es la parte que no entendemos”.
El trabajo de Lairde con los narvales no es tan nuevo como suena. Se han utilizado focas para mapear el fondo oceánico de la Antártida. Los tiburones han hecho lo mismo en el Pacífico. El Instituto Max Planck de Alemania ha desarrollado el Icarus, un sensor pequeño que convierte todo, desde pájaros a abejas, en modelos ambientales para predecir el clima y los desastres naturales.
La profundidad de los glaciares ha sido históricamente difícil y costosa de estudiar con precisión. Un solo proyecto requiere cientos de miles de dólares para alquilar aviones, barcos, equipos, también energía y personas.
Hasta ahora, el OMG ha medido el fondo marino de Groenlandia y mapeado la plataforma continental. “Antiguos glaciares tallaron canales a través de la plataforma continental”, dijo Willis. Los canales permiten que el agua caliente fluya entre los glaciares, lo que descongela el hielo. Desafortunadamente, “muchos de estos glaciares se asientan en aguas más profundas de lo que esperábamos”, dijo.
Willis teme que en las proyecciones futuras más precisas de la pérdida de hielo de Groenlandia, “probablemente tengamos que considerar un aumento”. Si es así, tendremos narvales para agradecerles los datos.
Este texto apareció originalmente en Bloomberg, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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