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El cambio climático alterará drásticamente la vida en los océanos, dicen los científicos, pero todavía hay mucho que aprender acerca de los ecosistemas marinos (lo que es difícil saber cómo exactamente).
Investigadores de la British Antarctic Survey ofrecieron una visión de ese futuro con los resultados de un año inusual de estudio. Los científicos calentaron una sección de suelo marino frente a la costa de la Antártida y rastrearon los efectos en algunas especies locales. Algunos animales respondieron duplicando su crecimiento, sorprendiendo a los investigadores. Al mismo tiempo, hubo evidencia de que los animales que prosperan en el calor podrían expulsar a las especies menos resistentes. El estudio fue publicado en la revista Current Biology.
Los ecosistemas fríos y secos de la Antártida no pueden mantener nada más grande que un insecto. Pero el océano Meridional que gira en torno al continente, paradójicamente está lleno de vida. Un rico suministro de nutrientes fomenta una red de alimentos que incluye algas unicelulares, gusanos y otros animales. Este ecosistema apoya en última instancia a depredadores tales como pescados, pingüinos y ballenas.
El cambio climático preocupa, porque los gases que atrapan el calor como el dióxido de carbono están teniendo sus mayores impactos cerca de los polos. Los modelos computarizados predicen que en 50 años el océano Meridional se calentará en aproximadamente 1.8°F y 3.6°F en un siglo.
Tratando de predecir los cambios, los científicos han estado reuniendo varios tipos de pistas. Algunos miran los rangos naturales de las especies, observando las temperaturas más altas que toleran. Otros ponen animales en tanques de laboratorio y manipulan el ambiente acuático.
Pero estos experimentos tienen defectos propios. “El control también es una debilidad”, dijo Rebecca L. Kordas, ecologista marina del Imperial College de Londres, que no participó en el nuevo estudio. “Demasiado control puede producir respuestas antinaturales”.
En los últimos años, científicos como la doctora Kordas han intentado otro tipo de experimento: calentar el océano en sí. La investigación implica poner paneles calentados debajo del agua, cerca de la orilla, y después observar cómo los aumentos de la temperatura afectan el crecimiento de animales pequeños en el fondo marino.
Anteriormente los científicos aplicaron este método en las costas de Columbia Británica y Australia. En el nuevo estudio, los investigadores de British Antarctic Survey seleccionaron un sitio mucho más resistente: a unos 14 metros de profundidad en el océano Meridional, frente a la costa de la Península Antártida.
La doctora Gail V. Ashton, co-autora del nuevo estudio y ecóloga marina del Smithsonian Environmental Research Center (California, Estados Unidos), viajó a la estación de investigación de Rothera en la isla de Adelaide (Australia) para comenzar el experimento. Para alimentar los paneles, los científicos colocaron 183 metros de cable a un generador de estación en tierra. El experimento comenzó en junio del 2014 y terminó en marzo del 2015.
Cada panel calentaba el agua, pero sólo una fina capa de profundidad. Un conjunto de paneles tenía suficiente potencia para aumentar la temperatura en 1.8°F; otro conjunto calentó el agua por 3.6°F. Para propósitos de control, un tercer juego de paneles se dejó sin calentar.
La doctora Ashton buceaba periódicamente para seguir el progreso del experimento. Tomó fotografías que mostraban que las larvas se habían asentado en los paneles y habían comenzado a crecer. Al final del experimento, la doctora y su equipo izaron los paneles desde el fondo marino. De vuelta a la estación, inspeccionó la vida marina bajo un microscopio.
Se dieron cuenta de que los animales que se alimentan por un sistema de filtración, llamados briozoos, duplicaban su crecimiento en los paneles calentados, expulsando a otras especies.
¿Qué impulsa este crecimiento? “Realmente no sabemos”, dijo Ashton. Ella ahora está investigando si las temperaturas más altas podrían ‘encender’ un sistema especial de los genes que acelera el desarrollo en algunas especies. Los resultados en los paneles de calefacción a 3.6°F eran aún más desconcertantes. En algunos, los animales crecieron más; en otros, menos. Incluso dentro de cada especie, Ashton y sus colegas encontraron que los individuos variaban mucho en lo bien que les fue.
Grace Saba, ecologista marina de la Universidad Rutgers (Nueva Jersey, Estados Unidos) advirtió que algunos animales podrían no ser capaces de crecer tan rápido en un clima más cálido.
Durante el experimento, un abundante suministro de algas alimentó el crecimiento de los briozoos. Pero cuando el océano entero se calienta, las algas también pueden sufrir, lo que resultaría en la muerte de los briozoos por inanición.
“Los aumentos en las tasas de crecimiento, conllevan una mayor demanda de alimentos”, dijo Saba.
Kordas dijo que es difícil abordar estas cuestiones cuando se han realizado tan pocos experimentos climáticos en el océano, en comparación con los muchos que se han hecho en tierra.
“La comunidad científica marina realmente necesita ponerse al día para ampliar nuestra comprensión”, dijo.
Este texto apareció originalmente en The New York Times, puedes encontrar el original en inglés aquí.
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